16 enero 2009

BENILLUP, SANTA ÁGUEDA Y LA REVUELTA DE LAS MUJERES

No nos engañemos: en la provincia de Alicante no se suelen celebrar muchas fiestas invernales. Somos gente cálida y templada, como nuestro clima, y las poblaciones han preferido siempre los meses veraniegos para festejarlas como "Dios Manda". En realidad, muy pocas han persistido en estas fechas.

Benillup, en una fotografía de mitad de siglo XX.

Benillup y Santa Águeda (o Ágata) es una de ellas.
Benillup es un pequeño pueblo perdido entre las montañas del interior de Alicante, en el Valle de Seta y Travadell. Junto a Catral, en la Vega Baja, celebran la festividad de Santa Ágata.
¿Y quién era esta Santa?
Según la tradición cristiana, Águeda de Catania, virgen y mártir, fue una joven siciliana de una singular belleza que intentó ser violada por el senador Quintianus. El senador fue rechazado por la joven y, lleno de cólera,  ordenó que la torturaran y le cortarán los pechos con unas tenazas antes de ser arrojada sobre carbones al rojo vivo. Según cuentan, el volcán Etna hizo erupción un año después de la muerte de la Santa en el 250 y los pobladores de Catania pidieron su intervención logrando detener la lava a las puertas de la ciudad. Desde entonces, es patrona de las ciudades que duermen alrededor del volcán.

El Etna visto desde el aire. Fotografía extraída de Personales.ya.com


En Alicante, además, Santa Ágata es la patrona de las mujeres, sobre todo de las madres. Se le invoca contra el "mal de pecho" y la "falta de leche".
En algunas zonas se celebraba la Festa de les Dones. La noche anterior, las mujeres tomaban el campanario y enardecidas tocaban las campanas sin parar. El alcalde hacía un pregón en el que impedía a los hombres intervenir en la fiesta bajo ningún concepto. Ellas encendían una gran hoguera y bailaban a su alrededor, sin que ningún hombre participara. Era obligado que todas las féminas del lugar bailaran, incluso las niñas y ancianas.
Sin embargo, la festividad tenía diferentes aspectos en otros lugares.
Había zonas, hasta 1930, que era el único día en que las mujeres entraban en los bares e invitaban a beber a los hombres. También existía la costumbre de pinchar a los varones con una aguja de cabeza negra.
Cuentan también que la más vieja del lugar abría el baile con el señor cura o párroco del pueblo. En efecto, antaño los curas no sólo bailaban, sino que dirigían los bailes, como autoridad máxima. Y es que el baile no tenía un sentido erótico; más bien el ritual central en la fiesta religiosa.
Si en el pueblo había un lavadero o riachuelo, era muy peligroso pasar por allí o apostarse a contemplar las mujeres. El pobre infeliz recibía su merecida paliza: le cortaban el pelo y lo dejaban desnudo. Claro que más de uno prefería el castigo, ya que las mujeres se lavaban, arrodilladas, con las faldas totalmente arremangadas. 
Habían bailes y cantos entre las lavanderas, que sin duda eran la expresión del antiguo rito dedicado a la diosa de los ríos.
"Riera amunt, riera avall
trobe l´amor que està rentant,
lailarà, lararà, larà.
Jo li dic: On tens el galant?
-A la guerra, que esta peleiant;
nit i dia hi estic pensant"

El Campanar de Benillup, situado en la Plaza de la Iglesia, y la campana dedicada a Santa Ágata. Fotografías extraídas de la web Benillup

Durante tiempo inmemorable, las mujeres se colocaban brotes de albahaca en el pecho. La creencia popular  decía que curaba el mal de corazón, disminuía las penas del alma y daba alegría y ganas de vivir.
"Per Santa Águeda
planta l´alfabrega;
dama polida
ja la té eixida"
Una de las tradiciones que trajeron los leridanos que repoblaron en gran medida esta tierra fue contundente: todas las mujeres se desentendían de las faenas propia de su sexo. Los maridos encendían los fuegos y cocinaban, barrían el portal y la calle. 
Además, era (y es) muy peligroso atracar en una costa desconocida el día de Santa Águeda. Ya podía hacer mal tiempo y oleaje, que era mejor aguantar en alta mar. El marino podía toparse con la "illa de les dones". Cuenta una curiosa leyenda que una vez que todos los hombres estaban en guerra, con tal de evitar tantas lágrimas y dolor, las mujeres se colgaron del cuello de sus maridos para pedirles sentido común y paz. Irritados con esta demanda, las cogieron a todas y las condujeron a una isla perdida en medio del mar, en donde todavía están. Cuando volvieron de la guerra, fueron a buscarlas y nunca las encontraron. Sin embargo, sucede que a veces un marino topa con la isla sin saber cómo. Las mujeres se los comen a besos, caricias y halagos día y noche. El desdichado muere al cabo de una semana. El día de Santa Águeda los barcos que se pierden van a parar a esta isla indefectiblemente.

Santa Águeda es la patrona de las campanas y de quienes las tocan. En su víspera, al atardecer, las campaneras tenían "campana libre". Hacían un gran repique a su gusto y albedrío, anunciando la festividad. Después del concierto, hacían una recolecta por las casas de la parroquia y con el dinero conseguido montaban una buena fiesta. Entonces se echaba al río unos panes bendecidos que tenían  la virtud de detener las avenidas de agua... 
Todo el mundo  hacia provisión de tan preciado pan
¿Qué bien nos vendría con el Cambio Climático rescatar del olvido esta singular fiesta?

FUENTE: ROMAN DEL CERRO, Juan Luis "Santa Águeda y la Revuelta de las Mujeres"

 
La Asociación Cultural Alicante Vivo se reserva el derecho de moderación, eliminación de comentarios malintencionados, con lenguaje ofensivo o spam. Las opiniones aquí vertidas por terceras personas no representan a la Asociación Cultural Alicante Vivo.