La voz del poeta es la voz del sentimiento, voz que llevada a la más alta dignidad, a través del verso, nos muestra la crudeza de la sinrazón social de la clase humana.
La voz del poeta proviene del noble latido cotidiano: del día a día, del amor, de la nostalgia, de la felicidad, de la desigualdad o de la sinrazón social
La voz del sentimiento poético no se ha de combatir con balas ni cañones ni fusiles ni cárceles ni sinrazones, sino con expansión cultural e intelectual, llevada a comprensión de las expresiones emotivas, críticas y emocionales, sentimentales, sociales, cívicas o morales.
La voz del poeta proviene del noble latido cotidiano: del día a día, del amor, de la nostalgia, de la felicidad, de la desigualdad o de la sinrazón social
La voz del sentimiento poético no se ha de combatir con balas ni cañones ni fusiles ni cárceles ni sinrazones, sino con expansión cultural e intelectual, llevada a comprensión de las expresiones emotivas, críticas y emocionales, sentimentales, sociales, cívicas o morales.
«Yo soy español integral y me sería imposible vivir fuera de mis límites geográficos; pero odio al que es español por ser español nada más, yo soy hermano de todos y execro al hombre que se sacrifica por una idea nacionalista, abstracta, por el sólo hecho de que ama a su patria con una venda en los ojos. El chino bueno está más cerca de mí que el español malo. Canto a España y la siento hasta la médula, pero antes que esto soy hombre del mundo y hermano de todos, desde luego, no creo en la frontera política».
(Federico García Lorca)
¡MUERA LA INTELIGENCIA! ¡VIVA LA MUERTE!
Con estas frases, llevadas a crueldad de grito, irrumpirían los ultraderechistas en la Universidad de Salamanca, donde el rector Miguel de Unamuno daba lectura a su discurso. Bajo el lema de exterminio de los sublevados: “QUE CORRA EL CAFÉ, MUCHO CAFÉ...” la sangre humana regaría empedrados, cunetas, asfaltos de calles y carreteras, barrancos, bajos de dependencias gubernamentales, comisarías, interiores de minas, caminos y tapias de cementerios.
Bajo aquella irónica-fatídica-consigna, el general Sanjurjo, el general Mola, Queipo de Llano, Varela, Franco o la propia Iglesia Católica, darían buena cuenta de la limpieza de elementos subversivos en toda la geografía del estado españo. Bajo denominación de «nacionalcatolicismo cruzada», darían mucha leña, poco amor y bastante sufrimiento a los ciudadanos de España. Los rebeldes argumentaron necesidad de eliminar elementos liberales- marxistas-revolucionarios, para la recuperación ético-político-moral y el encauzamiento tradicional a la disciplina del bien, con cual honrar, defender y representar, bajo severa represión y exterminio e implantación de conservadurismo, hasta los mismísimos, carentes de respeto, Mandamientos de la Ley de Dios.
¡Terible ¿verdad?!
En ambos bandos hubo salvajes y verdugos: tantos como centenares de asesinos, civiles y militares que para desgracia humana y derramamiento de sangre inútil e inocente, no caerían del cielo con avión incluido, como el general José Sanjurjo: 1936 ó el general Emilio Mola: 1937. Aquellos sublevados militares, falangistas, jonistas, capitalistas o eclesiásticos, someterían a toda una nación libre a opresión, represión, imposición religiosa y exterminio individual o colectivo. Exterminio al ciudadano del pueblo: al llano, al medio y al alto, así como a la cultura, la intelectualidad, la libertad de expresión, la dramaturga y a todo tipo de vida liberal que no obtuviera el beneplácito de la Iglesia Católica Española.
Aquella sinrazón civil y militar, conllevaría tres sangrientos años de beligerancia: entre hermanos, primos, vecinos. La barbarie costaría cerca de “un millón de vidas humanas: vidas de españoles perseguidos, fusilados, mutilados, exiliados, caídos por hambruna y exterminados en campos de concentraciones fascistas."
"MUERA LA INTELIGENCIA, ABAJO LA CULTURA INTELECTUAL, MUERTE A LOS POETAS".
Con la implantación de la limpieza humana-étnica, conseguirían acallar los latidos vitales del más grande de los poetas de la generación literaria del 27, así como de la primera treintena del siglo XX: Federico García Lorca.
Después de su muerte intentarían el desprestigio personal, con objeto de envenenar el recuerdo físico y artístico del poeta, por sus tendencias republicanas y su supuesta homosexualidad.
El gran poeta Federico García Lorca, sería uno de los más grandes dramaturgos
y conferenciantes de aquella treintena del siglo XX, al menos hasta que el 16 de agosto de 1936 fuera detenido por miembros de Falange y de las JONS de Granada. Federico sería encerrado en dependencias gubernamentales, torturado, y dos días más tarde, por orden del Gobernador Civil de Granada, José Valdés Guzmán, sería asesinado por el diputado de la CEDA, Ramón Ruiz Alonso.
Las guerras, por supuesto, no nos hace libres: nos hace verdugos y víctimas.
(Federico García Lorca)
¡MUERA LA INTELIGENCIA! ¡VIVA LA MUERTE!
Con estas frases, llevadas a crueldad de grito, irrumpirían los ultraderechistas en la Universidad de Salamanca, donde el rector Miguel de Unamuno daba lectura a su discurso. Bajo el lema de exterminio de los sublevados: “QUE CORRA EL CAFÉ, MUCHO CAFÉ...” la sangre humana regaría empedrados, cunetas, asfaltos de calles y carreteras, barrancos, bajos de dependencias gubernamentales, comisarías, interiores de minas, caminos y tapias de cementerios.
Bajo aquella irónica-fatídica-consigna, el general Sanjurjo, el general Mola, Queipo de Llano, Varela, Franco o la propia Iglesia Católica, darían buena cuenta de la limpieza de elementos subversivos en toda la geografía del estado españo. Bajo denominación de «nacionalcatolicismo cruzada», darían mucha leña, poco amor y bastante sufrimiento a los ciudadanos de España. Los rebeldes argumentaron necesidad de eliminar elementos liberales- marxistas-revolucionarios, para la recuperación ético-político-moral y el encauzamiento tradicional a la disciplina del bien, con cual honrar, defender y representar, bajo severa represión y exterminio e implantación de conservadurismo, hasta los mismísimos, carentes de respeto, Mandamientos de la Ley de Dios.
¡Terible ¿verdad?!
En ambos bandos hubo salvajes y verdugos: tantos como centenares de asesinos, civiles y militares que para desgracia humana y derramamiento de sangre inútil e inocente, no caerían del cielo con avión incluido, como el general José Sanjurjo: 1936 ó el general Emilio Mola: 1937. Aquellos sublevados militares, falangistas, jonistas, capitalistas o eclesiásticos, someterían a toda una nación libre a opresión, represión, imposición religiosa y exterminio individual o colectivo. Exterminio al ciudadano del pueblo: al llano, al medio y al alto, así como a la cultura, la intelectualidad, la libertad de expresión, la dramaturga y a todo tipo de vida liberal que no obtuviera el beneplácito de la Iglesia Católica Española.
Aquella sinrazón civil y militar, conllevaría tres sangrientos años de beligerancia: entre hermanos, primos, vecinos. La barbarie costaría cerca de “un millón de vidas humanas: vidas de españoles perseguidos, fusilados, mutilados, exiliados, caídos por hambruna y exterminados en campos de concentraciones fascistas."
"MUERA LA INTELIGENCIA, ABAJO LA CULTURA INTELECTUAL, MUERTE A LOS POETAS".
Con la implantación de la limpieza humana-étnica, conseguirían acallar los latidos vitales del más grande de los poetas de la generación literaria del 27, así como de la primera treintena del siglo XX: Federico García Lorca.
Después de su muerte intentarían el desprestigio personal, con objeto de envenenar el recuerdo físico y artístico del poeta, por sus tendencias republicanas y su supuesta homosexualidad.
El gran poeta Federico García Lorca, sería uno de los más grandes dramaturgos
y conferenciantes de aquella treintena del siglo XX, al menos hasta que el 16 de agosto de 1936 fuera detenido por miembros de Falange y de las JONS de Granada. Federico sería encerrado en dependencias gubernamentales, torturado, y dos días más tarde, por orden del Gobernador Civil de Granada, José Valdés Guzmán, sería asesinado por el diputado de la CEDA, Ramón Ruiz Alonso.
Las guerras, por supuesto, no nos hace libres: nos hace verdugos y víctimas.