Alcoleja fue un poblado morisco, cuya parroquia se hallaba adscrita a la de Penàguila. Aunque en el año 1535 Felipe III expulsó a los moriscos de sus tierras, no fue hasta 1574 cuando se constituyó en un municipio independiente, segregándose con otras poblaciones para formar conjuntamente la parroquia de Ares.
Desde luego, Alcoleja es un pueblo que encierra todas las peculiaridades de una población norteña. Su ubicación (738 m. sobre el nivel del mar) como última parada antes del ascenso definitivo a Aitana, dominando un paisaje de sierras abruptas y barrancos profundos, le confieren un aire claramente "montañés".
Alcoleja sobrevive con menos de 250 habitantes, aunque el censo crece en los meses de verano, dado que son más amables y frescos los días (y noches) allí.
Con una agricultura practicada a tiempo parcial, y una población envejecida, Alcoleja mira hacia el futuro de la mano de un turismo de calidad que busca la tranquilidad del espacio, la belleza del paisaje y una atractiva proximidad con el mar, que no se ve, pero que se presiente.
Durante sus fiestas, a la sombra de Aitana, las casas quedan enlazadas por las guirnaldas y los postes adornados con cenefas.
Cada imágen de sus habitantes, es un buen momento para escudriñarla con atención: allí se descubren rostros de conocidos, de vecinos, tal vez amigos, quién sabe si familiares.
07 junio 2007
ALCOLEJA EN EL RECUERDO
Publicado por Juan José