Gracias a José Ignacio Agatángelo Soler Díaz, médico especialista de Análisis Clínicos en el Hospital Púlico de Alcoy, hoy sabemos un poco más de su padre, el ilustre farmacéutico de Alicante Don Agatángelo Soler Llorca. Como bien nos cuenta en su web "La Gastronomía de José Soler", a Agatángelo Soler Llorca le “pilló” la guerra civil española con apenas 17 años de edad. Era “camisa vieja” de la Falange Española de José Antonio Primo de Rivera. Además de farmacéutico (de los de verdad ya que hacía formulaciones, cremas, pomadas, pastillas… poniéndoles nombres propios, como al “dentífrico Cilidén” ¡que una gota valía cien!, o la “Espuma de Baño Agatángelo”, o el protector solar “Agasol”, o la aspirina “Akra” de “Akra Leuka” ), fue alcalde de Alicante 9 años, sirviendo a la ciudad obras tales como el pavimento tricolor de la Explanada de España, la rehabilitación del castillo de Santa Bárbara (agregándole un ascensor para subir al mismo) y la fuente de la Plaza del Mar (que, por cierto, jamás estuvo en Alcoy)Fue procurador en Cortes y consejero nacional. Votó que “NO” a la “Ley de Sucesión” del General Franco, de forma oral, estado éste presente, en las Cortes; ley por la que accedería al trono Juan Carlos I.
La farmacia de Agatángelo Soler, en la calle Mayor de Alicante, era toda una referencia. Sobre todo para los que nacieron después de la guerra civil, ya que la generación anterior no podría ser fedatario del fenómeno social que constituyó en la capital. Hoy, y desde hace una veintena de años, la titular es la Farmacéutica Antonia Ruiz Ortega.
Agatángelo Soler Llorca acababa de obtener la licenciatura en Farmacia. Su padre, afamado y prestigioso farmacéutico que venía ejerciendo en la plaza de San Cristóbal, no dudó en adquirir el establecimiento que existía en la calle Mayor, muy próximo al Ayuntamiento, sin saber que años más tarde, en ese edificio y durante algunos años, iba a disponer del primer despacho. La farmacia primitiva la inauguró el doctor Aguiló a finales del siglo XIX, el cual la legó a su hija Adela, farmacéutica también, quien la regentó por espacio de varios años. Hasta que llegada la década de los 40 del pasado siglo, pasó a depender del nuevo Licenciado en Farmacia. Con independencia a la actividad que a nivel político-social se venía manteniendo en la rebotica de la farmacia de la plaza de San Cristóbal, Agatángelo Soler pudo hacer otro tanto en la suya, en los ratos libres que su entrega y dedicación al laboratorio, le permitía. De ese laboratorio, precisamente, salieron productos tan recordados como los comprimidos Tiazolaga, Coliriag, Peladillas Bronquiaga, Solaga (filtro solar para la playa) y Limonadas Soler (laxante), en las que la patente no era otra que la primera sílaba de su nombre.
Desde sus inicios la farmacia se surtió de una clientela procedente en su mayor parte, de un radio de acción de 500 metros a la redonda, es decir, del casco antiguo, toda la Villavieja hasta principio de Virgen del Socorro. Y de la Explanada. Posteriormente el abanico se fue ampliando a medida que crecía el censo de habitantes y las viviendas aumentaban su tamaño y capacidad. Actualmente, con la colaboración de dos familiares y tres empleados, continua su ritmo y además, de nuevos, todavía acude la tercera generación de los primeros clientes.