ACTUALIZADO
Nuestro ilustre historiador, don Emilio Soler, contó una curiosa historia en el Diario Información de Alicante sobre Cervantes y su visita a Denia.
Contaba Emilio que la vida de Cervantes mantiene lagunas borrosas que nadie, que se sepa, ha podido desentrañar.
Por lo pronto, nacido en el año 1547, era hijo de un oscuro cirujano.
Cuando tenía 20 años de edad, fue soldado en la Batalla de Lepanto, en 1571. Allí sufrió su famosa herida, afortunadamente en su mano izquierda, lo que no le impidió escribir.
Cuatro años después, cuando volvía a España desde Nápoles en el galeón “El Sol”, fue capturado por los corsarios, yendo a parar a Argel.
La llegada fue desoladora. “Cuando llegué cautivo y vi esta tierra tan nombrada en el mundo, que en su seno tantos piratas cubre, acoge y cierra, no pude al llanto detener el freno”.
Las condiciones de su prisión fueron tan duras que Miguel intentó fugarse en varias ocasiones. En el otoño de 1580, unos monjes trinitarios consiguen su libertad. Era el 27 o 28 de octubre más o menos, cuando los habitantes de Denia contemplaban en el puerto la llegada del “manco de Lepanto” que, exhausto, volvía del cautiverio a su patria, besando repetidamente la tierra alicantina.
Denia, por aquel entonces, era un pequeño pueblo marinero dormido bajo la sombra del Montgó, el mismo monte que servía como señal de referencia para las embarcaciones que surcaban el Mediterráneo 2000 años atrás.
Como dijo en el siglo XVIII Carlos Beramendi: “causa dolor lo abandonado que está el puerto, pues la Naturaleza está invitando para que se habilite y sea el mejor del Mediterráneo. Para colmo, se formaron planos por ingenieros de La Marina destinados por el Departamento de Cartagena, pero no ha resultado providencia alguna, y si no se toma prontamente, acabará de inutilizarse del todo.”
Pero.... ¿qué fue del bueno de Cervantes?
Trató de vivir de su pluma y, al mismo tiempo, trabajó de comprador de provisiones para la Armada. Fue encarcelado varias veces, esta vez en España.
Los últimos años de su vida transcurrieron en una decrepitud tan sólo comparable a la sufrida por el puerto de Denia durante tantos siglos.
El mismo puerto que él besara con tanto cariño a su llegada a nuestra tierra.
ACTUALIZADO
En la tercera foto, tomada por un servidor hace un par de días, vemos la estatua que la ciudad de Denia levantó al ilustre escritor. Está ubicada en el paseo del puerto, justo en el lugar dónde desembarcó Cervantes tras su cautiverio.
Por lo pronto, nacido en el año 1547, era hijo de un oscuro cirujano.
Cuando tenía 20 años de edad, fue soldado en la Batalla de Lepanto, en 1571. Allí sufrió su famosa herida, afortunadamente en su mano izquierda, lo que no le impidió escribir.
Cuatro años después, cuando volvía a España desde Nápoles en el galeón “El Sol”, fue capturado por los corsarios, yendo a parar a Argel.
La llegada fue desoladora. “Cuando llegué cautivo y vi esta tierra tan nombrada en el mundo, que en su seno tantos piratas cubre, acoge y cierra, no pude al llanto detener el freno”.
Las condiciones de su prisión fueron tan duras que Miguel intentó fugarse en varias ocasiones. En el otoño de 1580, unos monjes trinitarios consiguen su libertad. Era el 27 o 28 de octubre más o menos, cuando los habitantes de Denia contemplaban en el puerto la llegada del “manco de Lepanto” que, exhausto, volvía del cautiverio a su patria, besando repetidamente la tierra alicantina.
Denia, por aquel entonces, era un pequeño pueblo marinero dormido bajo la sombra del Montgó, el mismo monte que servía como señal de referencia para las embarcaciones que surcaban el Mediterráneo 2000 años atrás.
Como dijo en el siglo XVIII Carlos Beramendi: “causa dolor lo abandonado que está el puerto, pues la Naturaleza está invitando para que se habilite y sea el mejor del Mediterráneo. Para colmo, se formaron planos por ingenieros de La Marina destinados por el Departamento de Cartagena, pero no ha resultado providencia alguna, y si no se toma prontamente, acabará de inutilizarse del todo.”
Pero.... ¿qué fue del bueno de Cervantes?
Trató de vivir de su pluma y, al mismo tiempo, trabajó de comprador de provisiones para la Armada. Fue encarcelado varias veces, esta vez en España.
Los últimos años de su vida transcurrieron en una decrepitud tan sólo comparable a la sufrida por el puerto de Denia durante tantos siglos.
El mismo puerto que él besara con tanto cariño a su llegada a nuestra tierra.
ACTUALIZADO
En la tercera foto, tomada por un servidor hace un par de días, vemos la estatua que la ciudad de Denia levantó al ilustre escritor. Está ubicada en el paseo del puerto, justo en el lugar dónde desembarcó Cervantes tras su cautiverio.