07 septiembre 2007

EL BARRIO DE SAN BLAS EN EL RECUERDO

A extramuros del Poniente lucentino, regada por históricas fuentes (la del “Baile” y la “Fuensanta”, hoy extinguidas), se encontraba la partida de San Blas.

Era una amplia llanura, quebrada tan sólo por el barranco del “Negre” y esmaltada de huertos, como el del “Xorret”. Por la riqueza de sus aguas, por su risueño y límpido celaje y por su embriagadora flora, creó la sensibilidad alicantina un frondoso y pintoresco “Jardín Botánico”.
A tan bello y emotivo sitio le dio nombre un amplio Santuario dedicado a San Blas, que existió frente a la verja de la necrópolis desde 1697 hasta 1809, que se derribó por ruinoso. Era espacioso y estaba cumplidamente acondicionado: coro, púlpito, tres capillas por banda, sacristía, espadaña de tres campanas y un pórtico de cuatro arcos.
En principio, un ermitaño cuidó de aquel santuario, más luego se hizo cargo un sacerdote nombrado por el Prelado a propuesta de los canónigos patronos. Y fue Mosén Nicolás Puig Server, quién en 1720 le edifico una espaciosa y cómoda casa clerical, donde los enfermos de garganta, encontraban sus estampas, sus novenas y “les coquetes de San Blai” que luego dichos enfermos comían, previa la invocación de “San blai glorios, roga per nosatres”.
Nuestra partida de casas diseminadas celebraba con entusiasmo la festividad del Santo: solemne función religiosa, porrate, pasacalles y otros festejos. El exterior del templo aparecía engalanado con gallardetes y su explanada, con trofeos de banderas de mil colores.
Al derribarse el santuario de aquella fiesta sólo quedó en pie el popular porrate, trasladado al paseo de Campoamor (foto 1).
Y las fuentes, y los huertos, y las flores de alegres casas y casonas fueron languideciendo poco a poco hasta morir.
Más de media centuria después, a la actual barriada de San Blas dio origen el pudiente alicantino don José tato, edificando en 1874 un breve caserío de plantas bajas para obreros ferroviarios. Un año más tarde, Don José Rivera Guarner emplazó allí mismo la fábrica de chocolates y pastas que fue tan famosa en el mercado nacional e internacional.
La barriada, ya en marcha comenzó a ampliarse. Su visitante al recorrerla, encontraba empotrados en tres muros de sus calles otras tanta hornacinas con la imagen de San Blas, alumbrada durante las noches por un farolillo.
El alcalde Don José Soler y Sánchez (de quien podéis aprender mucho más en ESTE artículo de nuestro compañero Rubén) cuidó con preferencia al barrio de San Blas y al de Benalúa por considerarlos más necesitados y humildes. Fue uno de los nueve componentes que en 21 de diciembre de 1892, firmó la escritura, constituyendo la sociedad de tranvías Urbanos de Alicante. Cuando fue alcalde, emprendió la reforma de “La Montañeta”, con trazados de calles como la de General Goded, para comunicar mejor a San Blas con la ciudad.
La falta de tiempo en la alcaldía le impidió la terminación del magno proyecto.

 
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