18 octubre 2007

EL HUNDIMIENTO DEL SIENA

Rescatamos de nuevo un artículo de nuestro apreciado (y lector) Don Enrique Cerdán Tato, publicado en su archiconocida "Gatera" el día 15 de Febrero de 1994.

Sirve pues, para ilustrar una de las fotografías más enigmáticas que teníamos y de la que no disponíamos noticias hasta ahora.
Muchas gracias, como siempre, a Don Enrique por su amabilidad.
El treinta y uno de diciembre de 1915, el paquebote italiano «Siena» encalló en los bajos denominados «Asparrellense o Llosa», a unas dos millas de la isla de Tabarca. Según las manifestaciones de algunos pescadores que faenaban cerca de la costa, pudieron observar que el vapor navegaba a muy buena marcha y hacía frecuentes maniobras, por lo que dedujeron que podía ser objeto de persecución por parte de algún submarino.
El comandante de Marina de Alicante, señor Enseñat, tan pronto tuvo noticia del siniestro cursó un radiograma al capitán del navío italiano, poniendo a su disposición la ayuda del «Balear», que tenía las calderas a punto. Sin embargo, el capitán del «Siena» contestó que no era necesario y que le bastaba con un remolcador y un buzo.
El uno de enero de 1916, el periódico alicantino «El Día» escribió: «Causa verdadera extrañeza el silencio del "Siena" al radiograma del comandante de Marina en el que le pregunta qué cargamento trae y si vienen a bordo algunos pasajeros».
Ese mismo día, a bordo del pesquero «Neptuno» se trasladaron al barco varado, un redactor de la citada publicación, el consignatario de la naviera «La Veloce», en Cartagena, don Vicente Serra Andreu, y el perito naval Ferdinand Juliasz. El «Neptuno» se cruzó, a pocas millas de nuestro puerto, con el remolcador «Canalejas» que transportaba a Alicante a los veintidós pasajeros del «Siena», con sus equipajes.
A bordo del paquebote italiano se encontraba ya, cuando llegaron las referidas personas, el teniente de navío José Loira, ayudante de Marina de Santa Pola. Los trabajados de salvamento se realizaron a cargo de la tripulación, compuesta por ciento seis hombres, cincuenta marineros de Tabarca y veinte más de la capital.
El «Siena» procedía de Colombia y Venezuela y había hecho su última escala en Santa Cruz de Tenerife, de donde se dirigía a Barcelona, para alcanzar finalmente Génova, donde estaba matriculado. Su capitán, señor Minetti, temiendo alguna acción de los submarinos austriacos que cruzaban el Mediterráneo, se ciñó demasiado a la costa. Cuando se produjo el accidente, arrojó parte de la carga de agua y unas quinientas toneladas de cacao y café.
Mientras se realizaban las operaciones de rescate, el torpedero número siete, con base en Cartagena, permaneció a su costado, así como unas treinta barcas de pesca. El «Siena» presentaba una vía de agua en la banda de babor. Desplazaba cinco mil setecientas cincuenta toneladas y tenía una eslora de ciento veintidós metros.
Sin duda, una presa nada desdeñable para los países en conflicto.

 
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