24 octubre 2007

EL DÍA DE TODOS LOS SANTOS

"En la época de los druidas celtas, la víspera del 1 de noviembre coincidía con una festividad pagana llamada “Samhein”, marcada por el final del verano y de las cosechas para pasar a los días de frío y oscuridad que traía el invierno. Durante esa noche, se creía que el dios de la muerte hacía volver a los difuntos, permitiéndoles comunicarse con sus descendientes. "

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Durante la persecución del emperador Diocleciano, hubo tantas muertes que no se podían conmemorar todas una por una y Santo por Santo. Así surgió la necesidad de organizar una fiesta común que pudiera rememorar a todos. Eso ocurrió a partir del siglo IV. Incluso el Papa Bonifacio IV transformó un Panteón Romano en un templo cristiano y lo dedicó a “Todos los Santos”. La fiesta inicialmente se hacía en el mes de mayo hasta que el Papa Gregorio III la cambió al 1 de noviembre, fecha que ha venido celebrándose hasta nuestros días. Y es que desde que el hombre empezó a enterrar a sus muertos, ha sentido la necesidad de seguir manteniendo un lazo invisible con sus seres queridos desaparecidos. Como decía Gregorio Marañón “Nadie más muerto que el olvidado”.


Efectivamente, la Iglesia Católica cree que esta festividad nace de la decisión del Papa Bonifacio IV de consagrar el “Panteón de Agripa” al culto de la “Virgen y los mártires”. Se conmemoraban de este modo los santos anónimos y desconocidos por la mayoría de la cristiandad.
Es el Papa Gregorio III (731-741) el que cambia la fecha del 13 de mayo a la del 1 de noviembre. Este cambio se produce debido a la conversión al Cristianismo de los pueblos de tradición pagana que se negaban a abandonar sus raíces y fiestas. Los dirigentes católicos pensaron que al instaurar fiestas nuevas en la misma fecha y de similar apariencia doctrinal que las antiguas, les sería más fácil a estos nuevos creyentes ir abandonando sus creencias, sin que esto supusiera desechar su cultura e identidad.
Con la invasión romana, la cultura celta terminó por desaparecer. Sin embargo, la "fiesta de los muertos" no se perdió del todo. Los romanos la mezclaron con sus Fiestas de Pomona, dedicadas a la diosa de la fertilidad, y así el primitivo Halloween de los celtas pudo sobrevivir al paso del tiempo conservando gran parte de su espíritu y algunos de sus ritos.
Con el Cristianismo esta vigilia se llamó “All Hallow´s Even” (Vigilia de Todos los Santos) y su importancia fue creciendo con el paso del tiempo al mismo tiempo que se fue transformando hasta llegar a lo que hoy se conoce como “Halloween”.


Halloween en nuestros días


La actual celebración de Halloween tiene poco que ver con sus orígenes. Ha quedado la festividad de los muertos, pero con un carácter totalmente distinto y añadiendo elementos que han distorsionado la fiesta. Entre los elementos agregados está la tradición de disfrazarse que posiblemente nació en Francia entre los siglos XIV y XV para la celebración de la Fiesta de "Todos los Santos".
La tradición "dulce o travesura" , parece que tiene su origen en la persecución que hicieron los protestantes en Inglaterra (1500-1700) contra los católicos. En este período los católicos no tenían derechos legales en Inglaterra. Tras el intento de los católicos de asesinar al rey protestante Jaime I, algunas bandas de protestantes, ocultos con máscaras, celebraban esta fecha visitando a los católicos de la localidad y exigiéndoles cerveza y pasteles para su celebración, diciéndoles: "Trick or Treat". Los primeros colonos que llegaron a América trasladaron esta costumbre a las colonias.
La actual fiesta del "Halloween" es, por lo tanto, producto de la mezcla de muchas tradiciones que los inmigrantes llevaron a los Estados Unidos, tradiciones que ya han quedado olvidadas en Europa pues sólo tienen sentido en la integración que la cultura americana les ha dado en esta celebración.

TODOS LOS SANTOS EN ESPAÑA

En España, una gran parte de nuestras tradiciones son al mismo tiempo tradiciones religiosas y celebraciones festivas. El porqué de todo esto reside en que el catolicismo se ha hecho cultura en nuestra sociedad y, por tanto, todos los ciudadanos se preparan para celebrar estas celebraciones religiosas populares.
Debido al talante cultural, los comportamientos religiosos populares se transmiten de una generación a otra, por ello los que han nacido en la sociedad que los celebra, sienten y viven estas tradiciones como algo propio, algo que les pertenece, sean creyentes o no.
El antropólogo S. Rodríguez Becerra dice “ los rituales religiosos, como todos los rituales, son polisémicos, y no sólo comunican mensajes relacionados con lo sobrenatural, sino también con lo económico, lo social, lo lúdico, lo étnico, la identidad cultural y todo el sistema cultural”.
La fiesta es la descomposición de la racionalidad establecida. El exceso de comer, beber, bailar rompe con las pautas cotidianas de comportamiento. La fiesta siempre ha sido un importante agente de socialización.
El 1 de Noviembre se celebra en España con unas características especiales. Durante los días precedentes, los familiares de los difuntos realizan frecuentes visitas a los cementerios con el objeto de limpiarlos y adornarlos con todo tipo de flores, especialmente con crisantemos.
Es un rito de recuerdo y homenaje a los antepasados. En todas las iglesias se ofician misas en memoria de estos seres queridos que sirven para acortar los supuestos años de purgatorio en el más allá. La estancia de los familiares en el camposanto será más larga si la muerte se ha producido recientemente.
En cualquier caso, no puede decirse que sea un hábito generalizado, pues la población que visita los cementerios suele ser la de mayor edad. Se encienden velas durante toda la noche y el cementerio permanece abierto. Ninguna tumba queda desprovista de luz y flores.

DULCES TRADICIONALES

Para hacer el día menos amargo, la sabiduría popular generalizó la costumbre de comer dos dulces típicos: los huesos de santo y los buñuelos de viento.
Ambos postres son francamente dulces, fáciles de preparar y sabrosos. El tiempo ha ampliando sus recetas a base de ingredientes naturales. Así, los huesos de santo, tradicionalmente estaban rellenos de dulce de yema, pero hoy en día se ofrecen de chocolate, coco, fresa, e incluso se rellenan con yogur o praliné.
También los buñuelos han dejado de ser de viento, es decir, sencillamente una pasta frita, historiada y azucarada, y ahora se encuentran rellenos de crema, nata e incluso crema de chocolate.

Elaborar huesos de santo


Ingredientes
Para el mazapán:
200 grs. de azúcar
100 gramos agua
150 gramos de almendra molida
Para el dulce de yema:
100 grs. de azúcar
50 gramos de agua
4 yemas de huevo
Cómo se elabora
El mazapán: Hacer en el fuego almíbar fuerte con el azúcar y agua. Añadir la almendra y revolver fuertemente hasta formar una pasta. Dejar enfriar mientras se confecciona el dulce de yema.
El dulce de yema: En el fuego hacer almíbar fuerte con el azúcar y agua. Batir las yemas solas y añadir a chorrito el almíbar mientras se revuelve. (Se puede hacer con la batidora).
Echarlo de nuevo en la cazuela donde se ha hecho el almíbar y ponerlo al baño María, revolviendo hasta que espese mucho. Tener cuidado que no hierva, ya que se puede cortar la crema. Dejar enfriar.
Montaje de los huesos: Amasar el mazapán y estirarlo con el rollo de cocina, en una superficie espolvoreada con azúcar glas. Cortar tiras de 4 centímetros. Y luego éstas en cuadrados. Enrollar cada cuadrado en un palito de 1 centímetro de diámetro. Pegar la masa con los dedos para formar unos pequeños cilindros y pasarlas por azúcar glas. Sacar del palo, dejar secar y rellenar con el dulce de yema.


Elaborar los buñuelos


Ingredientes
200 gramos de harina.
100 gramos de azúcar.
2 huevos.
25 gramos de mantequilla.
1/2 sobre de levadura.
Ralladura de 1 limón.
1 pizca de sal.
1/2 vasito de vino blanco.
Aceite de oliva.
Cómo se elabora
Mezclar en un recipiente hondo los huevos, el azúcar, la sal, la piel de limón rallada y la mantequilla. Echar la levadura en la harina y mezclar bien. Añadir la harina con la levadura y el vino blanco a los ingredientes anteriores y mezclar todo enérgicamente. Debe quedar una masa bastante consistente, sin que gotee. Calentar abundante aceite en una sartén honda e ir echando cucharaditas de masa.(cuanto menos masa se eche más sencillo es que queden redonditos) . Freír hasta que estén doraditos por todos los lados. Escurrirlos y rebozarlos en azúcar. Si estuviesen un poco aceitosos ponerlos encima de un papel absorbente.

 
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