La finca «El de Morote» de Mutxamel recupera la extracción tradicional de aceite de oliva con una prensa del siglo XVII durante una jornada lúdico-festiva.
Nos explicamos...
Cuando ya no queda ninguna aceitería tradicional en marcha en la Huerta de Alicante , una explotación de Mutxamel revive el rito de la obtención del «oro verde» a la vieja usanza.
La finca «El de Morote» volvió a rememorar el rito de la obtención de aceite en su almazara de finales del siglo XVII gracias a la ilusión de su propietario, Tomás Ángel Pérez Aracil, que mantiene allí una gran muestra de aperos agrícolas.
Cuando ya no queda ninguna almazara en la fértil Huerta de Alicante, convertida hoy prácticamente en un erial o cubierta por el cemento, el propietario de la finca «El de Morote», un bastión agrícola junto a la autopista, ha revindicado el derecho a mantener viva la tradición agrícola de esta zona para que no sea devorada por el urbanismo feroz que la acecha.
A las 9.00 del pasado domingo 28, Tomás y sus ayudantes comenzaron a llenar el cajón de madera («la tolva») de aceitunas para comenzar la piedra a rodar tirada por un poni, que movía la piedra alrededor de un eje central de madera en la que se apreciaba a simple vista su aspecto añejo y centenario.
La tolva distribuía las aceitunas sobre la piedra donde eran molturadas por el rulo. Un proceso lento que culminó a las 21.00 horas con el preciado líquido, «oro verde» almacenado en garrafas. Cuando la carga de un cajón se vaciaba, se aprovechaba para sacar la pasta molida y colocarla sobre los cofines que iban situando en la prensa. Un proceso que se repitió a lo largo de una jornada lúdico-festiva que contó con la música de la colla de dolçainers Sant Antoni y con el tradicional «esmorzaret» que hizo las delicias de los más de 50 invitados.
Mientras, el trabajo en la pequeña y acogedora almazara seguía con una sinfonía de sonidos, olores y colores perfectamente armonizada, que aportaban un auténtico placer a los sentidos en una muestra de un patrimonio cultural vivo pero en extinción. Cuando toda la masa estuvo en la prensa, se comenzó a apretarla. Primero a mano y después con un bastón. Un proceso lento, por la antigüedad de la misma. Al final, el dueño de los 200 kilos de aceitunas de los campos de Tángel obtuvo 24 litros de aceite.
Un rendimiento de entre un 11 y un 11,5 %, calificado como bajo por culpa de las últimas lluvias..., pero el aceite salió bueno.
info: Vicente Ferrandiz. Diario Información
Cuando ya no queda ninguna aceitería tradicional en marcha en la Huerta de Alicante , una explotación de Mutxamel revive el rito de la obtención del «oro verde» a la vieja usanza.
La finca «El de Morote» volvió a rememorar el rito de la obtención de aceite en su almazara de finales del siglo XVII gracias a la ilusión de su propietario, Tomás Ángel Pérez Aracil, que mantiene allí una gran muestra de aperos agrícolas.
Cuando ya no queda ninguna almazara en la fértil Huerta de Alicante, convertida hoy prácticamente en un erial o cubierta por el cemento, el propietario de la finca «El de Morote», un bastión agrícola junto a la autopista, ha revindicado el derecho a mantener viva la tradición agrícola de esta zona para que no sea devorada por el urbanismo feroz que la acecha.
A las 9.00 del pasado domingo 28, Tomás y sus ayudantes comenzaron a llenar el cajón de madera («la tolva») de aceitunas para comenzar la piedra a rodar tirada por un poni, que movía la piedra alrededor de un eje central de madera en la que se apreciaba a simple vista su aspecto añejo y centenario.
La tolva distribuía las aceitunas sobre la piedra donde eran molturadas por el rulo. Un proceso lento que culminó a las 21.00 horas con el preciado líquido, «oro verde» almacenado en garrafas. Cuando la carga de un cajón se vaciaba, se aprovechaba para sacar la pasta molida y colocarla sobre los cofines que iban situando en la prensa. Un proceso que se repitió a lo largo de una jornada lúdico-festiva que contó con la música de la colla de dolçainers Sant Antoni y con el tradicional «esmorzaret» que hizo las delicias de los más de 50 invitados.
Mientras, el trabajo en la pequeña y acogedora almazara seguía con una sinfonía de sonidos, olores y colores perfectamente armonizada, que aportaban un auténtico placer a los sentidos en una muestra de un patrimonio cultural vivo pero en extinción. Cuando toda la masa estuvo en la prensa, se comenzó a apretarla. Primero a mano y después con un bastón. Un proceso lento, por la antigüedad de la misma. Al final, el dueño de los 200 kilos de aceitunas de los campos de Tángel obtuvo 24 litros de aceite.
Un rendimiento de entre un 11 y un 11,5 %, calificado como bajo por culpa de las últimas lluvias..., pero el aceite salió bueno.
info: Vicente Ferrandiz. Diario Información
-ACTUALIZADO DESDE AQUÍ-
Las tradiciones de la Huerta de Alicante se mantienen gracias al esfuerzo de unos pocos héroes que ante la indiferencia de las instituciones hacen lo imposible para que nuestra historia, nuestra identidad y cultura no sea devorada por el ritmo frenético de la modernidad..
Las tradiciones de la Huerta de Alicante se mantienen gracias al esfuerzo de unos pocos héroes que ante la indiferencia de las instituciones hacen lo imposible para que nuestra historia, nuestra identidad y cultura no sea devorada por el ritmo frenético de la modernidad.La familia de Tomás Pérez desde hace años lucha para que los últimos resquicios de la cultura de la Huerta de Alicante permanezcan entre nosotros y no caigan en el olvido desde la Finca Morote.Esta extensión de terreno con casa de labranza en donde parece haberse detenido el tiempo cuenta con una antigua casa de labranza, cultivos de frutales, vides y cereal, además de una antigua bodega tradicional, donde realizan su propio vino a la antigua usanza, así como una almazara de piedra de más de 400 años de antiguedad en donde se molturaba la aceituna para extraer el preciado oro líquido.El animal proporciona la fuerza para que la enorme piedra cónica machaque la aceituna.
Esta operación, 4 siglos después volvió a repetirse en la Finca Morote, a modo de reivindicación para que esta pieza, digna de estar en un museo etnológico, así como el resto de la finca, en donde se conservan un gran número de aperos de la huerta, vuelva a cobrar vida. La cita fue el pasado sábado 27 de octubre, la jornada comenzó temprano había que preparar la almazara, y atar al animal que proporcionaría la fuerza para que la enorme piedra cónica machacara la aceituna que poco a poco va cayendo a la enorme base de piedra. La pasta resultante se va acumulando en el borde de la piedra debido a la fuerza centrífuga. Esta pasta, espesa y negra se pasa manualmente a los cofins, sacos de esparto los cuales se apilan unos encima de otros y se remojan con agua caliente, el agua y la esencia de la aceituna pasa por unas canalizaciones hasta unos depósitos en donde por diferencia de densidad se separan ambos líquidos.Esa mañana un gran número de amigos se acercaron para contemplar todo un espectáculo, una manera de proceder antiquísima, entre los presentes eran frecuentes los comentarios del enorme valor didáctico del proceso. Al respecto Tomás Pérez desea que esta Finca sea declarada BIC, y que en un futuro pueda establecerse como Museo de la huerta de Alicante al servicio de la comunidad de estudiantes de la comarca e incluso del resto de la provincia ya que se encuentra en un lugar geográfico idóneo, entre poblaciones como Sant Joan, Mutxamel, El Campello y Alicante.Finalmente más de 200 kilos de aceitunas se transformaron en más de 20 kilos de aceite que fue disfrutado por las personas que asistieron a la esta celebración, junto a otros manjares típicos de la vida en el campo incluido el pan horneado en la propia finca humedecido con el dorado liquido recién exprimido de la aceituna.
info, foto y video: Periódico La Rambla de Sant Joan-Mutxamel