Vayamos con un poco de historia... pero contada de esa manera que tanto nos gusta en Alicante Vivo.
Narran las crónicas de aquellos años, que necesitado el Obispo Cebrián de fondos económicos, negoció con la Compañía de Fabricación de Tabaco la cesión de una parte del edificio que su antecesor en el cargo, Gómez de Terán, construyó como Asilo y Casa de Miseridordia.
La decisión tuvo que ser muy polémica en ese tiempo. Un edificio original dedicado a la atención y cuidado de los más necesitados pasaba a convertirse, por órden y gracia del Obispo, en un negocio económico.
Las obras, por supuesto, comenzaron. "Poderoso caballero es Don Dinero". Antonio Jover, eminente y respetado arquitecto, dirigió los trabajos de lo que más tarde se llamaría "Fábrica de Tabacos".
Aquel magno proyecto conoció, al poco tiempo, una terrible tragedia. El 20 de mayo de 1844, un incendio del motor diesel destruyó parte de lo construído por Jover. ¿Designios Divinos? Parece ser que no. Nuestra Santa Faz no sólo no quería que aquel edificio sucumbiera bajo las llamas, sino que se encomendó la tragedia a ella, conjurándose la amenaza.
"La pela es la pela"
El pueblo entero de Alicante acudió al lugar de la catástrofe, temeroso de la desaparición de "la fábrica", pues la Tabacalera ha sido siempre (con permiso de Alcoa), "la fábrica" por antonomasia. Y es que volvemos a lo de antes: su papel en la economía era fundamental.
La cuestión es que, con o sin Santa Faz (para qué engañarnos), allí pudieron morir 5000 personas..., la mayor parte mujeres.
Es mucho..., lo sé. Pero mucho más si tenemos en cuenta que en 1844, Alicante sólo tenía 25.000 habitantes. Aquellas mujeres representaban no sólo un cuarto de la población, sino un cuarto de la población "fértil".
Por ello, en el interior de la factoria, se puso un hermoso recuerdo a la intercesión del sudario.
Durante sus casi dos siglos de existencia, la Fábrica ha producido todo tipo de tabaco: picado común fuerte (puuuf, había que ser muy macho para probarlo), cigarrillos "caldo de gallina" (¿?¿?¿?), los "ideales", los "Celtas sin boquilla" (aquellos que te hacían brotar el pelo), los "Ducatos" y los famosos puros "farias de Alicante".
El número de personas que trabajaban en la fábrica fue evolucionando con el paso del tiempo: al principio eran 2500 operarias, que en 1869 aumentaron a 3997. Aquella fue la época de mayor empleo, con más de 5500 trabajadores de uno y otro sexo.
Pero en 1908, las operarias tuvieron el valor de destruir una remesa de máquinas nuevas que quería incorporar la empresa para agilizar el trabajo y reducir la plantilla. ¿Os suena de algo? La dirección, en represalia, amortizó las vacantes que se iban produciendo; en 1914, ya sólo quedaban 2952 trabajadoras, aunque la de Alicante era la mayor fábrica de España.
La mecanización industrial había comenzado... Y a pesar de que seguían entrando nuevas trabajadoras (hijas de operarias), lo cierto es que en 1930 ya sólo quedaban 2426 trabajadoras que hacían funcionar más de 500 máquinas. El trabajo manual..., había desaparecido.
Cosas del progreso.
Las cigarreras solían vivir en zonas humildes de la ciudad: San Antón, Casco Antiguo, Ensanche, Raval Roig..., aunque muchas venían de Sant Joan, Mutxamel, Benimagrell, Villafranqueza y San Vicente.
Aunque no fue un centro especialmente conflictivo, no faltaron ásperos enfrentamientos con la empresa y entre "cigarreras" y "maestras". Junto con las manifestaciones protagonizadas por los trabajadores del puerto, se bastaban para colapsar la vida económica de la ciudad.
Debemos de tener en cuenta que las condiciones laborales eran penosas: trabajo a destajo y jornadas de 14 horas seguidas.
¡Vamos, como hoy en día!
En una conferencia pronunciada por Ángel Pascual Devesa en la Casa del Pueblo, denunciaba la falta de ventilación de los talleres, la absorción del polvo de tabaco, la obesidad, el reumatismo crónico y las enfermedades del corazón porque "os pasáis la vida en la fábrica; allí coméis, allí cumplís casi todas las funciones de la vida y allí trabajáis, sin ver un rayo de sol".
Después de estar integradas las cigarreras en "La Feminista", se consolidó su organización sindical en la Unión Tabaquera, uno de cuyos primeros objetivos fue la construcción de un edificio social, que los afiliados sufragaron con aportaciones económicas. Se inauguró en 1934 y contaba con escuela para los hijos, salón de actos y biblioteca.
Por desgracia, fue incautado por la Falange al terminar la guerra y se usó como Sede de los Juzgados.
De nuevo, la ironía volvía a hacer acto de presencia.
¡Vivir para ver!
info: Francisco Moreno Saez
Memoria Gráfica de Alicante y Cormarca.
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