29 marzo 2008

LA NOCHE DE SANTA FAZ

En unos días, el gentío, el bullicio.
Los botijos y la caña de azúcar inundarán "el Llogaret"
Todos querremos llegar al monasterio, unos a pie con la peregrina de caña y romero; otros con la pesada carga del carro del Pryca hasta las trancas de garrafón; los menos ideando mil caminos para meter el coche a la misma plaza, si pudieran.

Todos los caminos conducen a Roma, así por tradición, por costumbre o por devoción, gentes de la comarca y de la provincia acuden a la Santa Faz, pero ¿que pasa el resto de los días del año?
Nada.
No pasa nada.
Los tranvías dejaron de humear y los coches y los autobuses dejaron de jugarse el tipo en la doble curva de la plaza... Se acabaron los semáforos eternos al sol, ahora todo es calma y tranquilidad, espacio y color y eso en una ciudad como la nuestra es de agradecer.
Quizá la remodelación no fuese del todo acertada; quizá se han perdido elementos tradicionales entre las bambalinas de un decorado "Terramítico". La plaza esta vacía, como esperando un revulsivo en forma de café, de lecturas tranquilas, de aire universitario... mientras tanto aguarda en silencio, cargada de soledad viendo pasar al sol y sobretodo a la luna en las frescas noches de invierno.

Nunca acaba esta noche, nunca acaba ya pasa poca gente por la calle, todos duermen, ¡malditos! descansan y esta noche nunca se acaba.

Todo parece tranquilo y en paz, las penas diarias fueron arrojadas como la ropa vieja y usada y esta noche nunca acaba.

Sólo yo voy sin rumbo en la calle, piso la ciudad, la insulto y la escupo pero ese "saber que nadie te espera" hace enemiga a la calle desierta.

Y hace tan siniestra a esa calle poblada, por eso mis pies, por eso mis pies pisan tu espalda. Maldita ciudad, maldita ciudad.

Sólo yo voy sin rumbo en la calle pero los bares ya ni me saludan y las ventanas me cierran sus ojos.

Miro la cartelera del cine no echan nada esta noche, esta noche nunca se acaba.

Ojalá que llegara el fin del mundo esta noche y esta noche no acaba, nunca acaba.
Maldita ciudad, maldita ciudad, maldita ciudad, maldita ciudad.

Acompaña las fotos una letra del polémico cantautor Albert Plá, que refleja la soledad de una tarde fría de hace algunos meses en esta "maldita" ciudad a la que se le puede odiar por momentos y a la que se puede querer toda una vida.

 
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