12 junio 2008

LA VIDA COTIDIANA EN ALICANTE

El concepto de “vida cotidiana” es un asunto peliagudo, motivo de debates sin cuento por parte de sociólogos e historiadores.
Si hacemos abstracción de sutilezas que no vienen al caso, podemos considerar la "vida cotidiana" como un conjunto de hechos y relaciones que vienen condicionadas por esas líneas maestras que parecen ser los grandes motores de la Historia: la economía, la política, la ciencia y la cultura.

Grupo de amigos en Alfonso X El Sabio, en 1934. Las palmeras estaban recién plantadas (Foto cedida por la familia Martínez Gomis)

Lo cotidiano sería, pues, el reflejo provocado por esos motores: la manera de vivir, de pensar y de actuar de una sociedad en el tranquilo discurrir de los días. Un conjunto de relaciones, más o menos previsibles, comunes, y con cierta inclinación a la recurrencia, que debe también lo suyo a los condicionantes geográficos y climáticos.

La visita del "chambilero", en la pascua de 1935, en Vistahermosa (Foto cedida por la familia Martínez Gomis)

Los elementos que conforman la vida cotidiana (el trabajo, el ocio, las creencias, las diversiones, la convivencia familiar, el cortejo amoroso o la nutrición) fueron mucho más estables y duraderos antaño, cuando la industrialización era todavía un sueño para la atávica España agraria.
En estas tierras de l'Alacantí, muchos elementos de la vida cotidiana tradicional son tan sólo recuerdos en la mente de los mayores, o improntas consagradas por la magia de la fotografía.

Los paseos por el muelle y la escollera, tan apreciados siempre por nuestra juventud. Enero de 1936. (Foto cedida por la familia Martínez Gomis)

Sólo a través de estos medios podemos evocar hoy ritos, costumbres y figuras de un pasado no muy lejano, ya desparecido: aquella manera pausada de viajar en los lentos tranvías que recorrían la ciudad y nos trasladaban a los entonces lejanos extrarradios de Mutxamel o San Vicente; los tétricos y solemnes entierros “que nos recordaban la presencia ineludible de la muerte; la gregaria celebración de las “monas de pascua”, cuando los alicantinos invadían las laderas del Benacantil, el cerro de San Fernando y las casas de la Huerta con sus canciones y juegos iniciáticos; el cómodo de combatir los calores estivales mediante tertulias nocturnas en la calle, “tomando el fresco”; las cenas con sandía en el Postiguet...

Una paella durante una excursión dominical al Maigmó, en enero de 1931 (Foto cedida por Enrique Giménez)

Ritos profundamente arraigados, como el paseo dominical por la Explanada tras la misa de doce, o las sesiones matinales de cine durante las fechas navideñas, han pasado, también, a mejor vida, llevándose consigo juegos y tradiciones que, a semejanza de las “chapas” o del “tranco”, tenían lugar sobre la libre superficie de una callejero urbano todavía no dominado por el automóvil. Destino similar hacia el olvido han seguido oficios y personajes que formaban parte habitual del decorado alicantino: el “chambilero” con sus helados, el vendedor de barquillos con su ruleta, el “pelotillero” que expendía sus golosinas a la puerta de los colegios, la “jazminera”, que voceaba su olorosa mercancía los atardeceres del verano...

Una partida de dominó a las puertas del Bar Lledó, en la Calle San Ildefonso, en el verano de 1944 (Foto cedida por la familia Martínez Gomis)

La cámara fotográfica ha podido rescatar alguna de estas figuras entrañables o devolvernos el aire doméstico, casi familiar, de los viejos talleres y comercios donde el blusón, el guardapolvos y el delantal indicaban todavía la categoría profesional de aprendices y oficiales.
Ciertas instantáneas nos permiten recrear aquellas manufacturas que pugnaban por sobrevivir a las máquinas en un esfuerzo tan inútil como generoso, el ambiente completo de la cotidianeidad requerirá siempre del auxilio de la palabra escrita o de la ayuda inestimable de la historia oral para captar cuanto quedó oculto a la curiosidad de los fotógrafos; sentimientos, anhelos, miedos y alegrías que fueron, también, cosa común, previsible y recurrente en unos antepasados que ya comenzamos a ser nosotros mismos.

La "Feria de la Cascaruja", en la Calle Castaños, en la Navidad de 1947 (Sánchez, AMA)

La Feria de Navidad, en el Paseo de Campoamor. 1946 (Sánchez, AMA)

La plácida pesca en el puerto, en 1947 (Sánchez, AMA)

En los barrios populares, había que ir a buscar el agua a la fuente pública. 1950

Las apasionantes partidas de futbolín (Eugenio Bañón)

Un globito para la niña (Gimenez Lledó Tanito)

La turista y el carabinero, en el puerto de Alicante (Gimenez Lledó, Tanito)

La visita al belén que suele instalar la Asociación de Belenistas en la Plaza de la Muntanyeta. 1960 (Foto cedida por la familia Juan Giner)

"Mona" en las inmediaciones de El Campello, en los años 50 (Foto cedida por Juan Sala)

Otra "mona" en El Campello (Foto cedida por Alejandrina Marcos)

Un paseo por la ciudad, en 1960 (Gimenez Lledó Tanito)

En El Campello existía la costumbre de tirar calderilla a los niños, a la salida de bautizos y comuniones (Mogens)

La Explanada, convertida en refugio invernal para jubilados (AMA)

Lo viejo y lo nuevo, en la Playa del Postiguet. (EFE)

La muerte cotidiana. Entierro en Agost en 1960 (Cortés Berruezo)

Fuente:
Mario Martínez Gomis
Memoria Gráfica de Alicante y Comarca

 
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