27 noviembre 2008

LA PRIMERA "MANIFESTACIÓN" DE LA HISTORIA DE ALICANTE

MENFOTISME: 1-Indiferencia clara y notoria hacia alguna cosa que debería interesar y/o preocupar.
2-. Apellido del alicantino de a pie


Que sí...
Que sí...
Por mucho que queramos negarlo, el alicantino del siglo XXI es un "menfotista" compulsivo.
En otras palabras... ¡nos la suda todo!
Que nos suben los impuestos... pues nos vamos a la playa y tan tranquilos.
Que nuestros hijos estudian en colegios de cartón y hojalata (leasé Benalúa, por ejemplo)... pues nos vamos a los toros o al futbol y "semos" más felices que el Guerra.
Que nuestros monumentos y edificios se deterioran a pasos de gigante... ¡no problemo!, en las Noches del Castillo viene Dyango y el Dúo Dinámico a cantar baladas ñoñas y nos "alavamos" a verlos.
Sin embargo, hubo un tiempo no muy lejano en que las cosas no eran así. Es más, podemos decir que ya en el siglo XIX nos movilizamos (y mucho) contra una medida Consistorial que afectaba a nuestros bolsillos.
Y aunque no lo creáis, conseguimos que los políticos dieran marcha atrás y rectificaran su actitud.
Vamos.... igualito que hoy.
Os lo cuento.


El 19 de mayo de 1896, el Ayuntamiento de Alicante aprobó el presupuesto municipal correspondiente a ese año con una considerable subida: 827.063 pesetas de las de antes (las buenas)
Sin embargo, nada hacía presagiar la tormenta que se avecinaba en nuestra ciudad.
El alcalde, don José Forner y Pascual de Pobil y Martos (Barón de Finestrat, para los amigos) había hecho público que el presupuesto superaba al del año anterior en algo más de veinte mil duros. No nos cabe duda que era una decisión dificil y nada popular, pero necesaria para la ciudad. Así lo manifestaba el propio Barón de Finestrat a la hora de justificar el montante: “ha creído indispensable establecer la subida de impuestos para subvenir con ellos las múltiples obligaciones que hoy pesan sobre el Ayuntamiento y poder al propio tiempo contar con recursos suficientes que le permitan llevar a cabo las mejoras de materiales de reforma, engrandecimiento y ornato de la población…”
Para ello creó cinco nuevos impuestos municipales, creados y aprobados por el Ayuntamiento en pleno. Eran los siguientes:
1-. Sobre muestras, rótulos,escaparates y toldos.
2-. Sobre perros de todas clases
3-. Sobre carruajes, carros y caballerías
4-. Vigilancia de establecimientos públicos.
5-.Verificación de cadáveres.
Para comprender cómo afectaban dichos (nuevos) impuestos en el bolsillo del alicantino de la calle, os mostramos unos datos curiosos: había que pagar una cuota anual de 60 pesetas para los propietarios de perros de “presa y bulldochs”; de 10 pesetas para los propietarios de “Terranova y San Bernado”; y de 5 pesetas para los de “agua, ratonero, galguitos y falderos”.
Además, si tenían carruajes o caballerías, debían pagar 15 pesetas al año por los carruajes de dos ruedas , y 30 pesetas cuando se tratase de cuatro ruedas.
Algo parecido al impuesto de circulación actual, pero al estilo "viejo oeste americanor"


Jamás fue tan dificil la actuación de un alcalde en Alicante, como lo fue la del Barón de Finestrat. Aguijoneado de una parte por las enormes exigencias de la ciudad, y de otra, con la imposibilidad de llevar a efecto las mejoras y reformas apetecibles, por la escasez de medios materiales.
Alicante tenía por entonces alrededor de 40.000 habitantes y 4.344 edificios, con vistas de aumentar en poco tiempo con la aprobación de las obras del Ensanche.
A finales del mes de junio de 1896, se alzó el pueblo alicantino contra los ediles, con motivo de las nuevas tarifas sobre algunos arbitrios municipales. Más de 600 comerciantes e industriales se dieron de baja en la contribución. Se produjo el cierre de tahonas y tabernas, y decenas de parejas de la Guardia Civil de caballería patrullan las calles para mantener el órden.
Grupos de manifestantes apedrearon la casa del alcalde, en la calle de San Agustín. El 2 de julio, el Gobernador Militar declaró el Estado de Guerra; el dia 3 dimitió el Gobernador Civil,; llegaron de Valencia soldados del Regimiento de Lanceros...
Pero al final, el dia 10, hubo una nueva propuesta municipal para rebajar los arbitirios.
Los políticos estaban obligados a desistir en su empeño de subir los impuestos.
Y el 15 de julio, por fin, se eliminó el Estado de Guerra.


Este es el resumen de los hechos, pero conviene aportar la declaración de Estado de Guerra, fechada el 2 de julio de 1896 y ampliar algunos datos más: “Que en virtud de la actitud observada por algunos habitantes de esta culta ciudad, que se han permitido alterar el orden y tranquilidad pública comentiendo actos punibles, queda declarado el Estado de Guerra y publicada la Ley marcial en esta ciudad y su término. Todo atentando contra las vías de comunicación, muy particularmente férreas, telegráficas, y telefónicas, será considerado como delito contra el orden público y contra las fuerzas militares”.
Al siguiente dia, las fuerzas de la Guadia Civil ocuparon los accesos al mercado, entonces en la Explanada, a la vista de una tumultuosa manifestación integrada por unas 400 personas.
“En el Casino arrojaron piedras a su espacioso salón-café. Otros revoltosos intentaron acercarse a la Fábrica de Tábacos, pero lo impidieron las fuerzas de la Guardia Civil”
A los gritos de “muera el aldade”, los manifestantes recorrieron la Rambla, la Plaza de la Constitución, Calle de la Princesa, Plaza del Mar y llegando al Gobierno Civil, que estaba en la calle de Gravina.

El Barón de Finestrat

Diez días después, el 10 de julio, se celebró una sesión ordinaria en el Consistorio, cuya acta ocupó ni más ni menos que 20 folios. En ella, se decidió reducir todos los impuestos. No estaba allí el alcalde, don José Forner.... "Barón de Finestrat". Desconocemos los motivos. Su sillón fue ocupado por don Enrique Ferré.
Al final, todo quedó así: por el uso de pesas y medidas, fijado en 3.000 pesetas, se rebajó a 1.000; la vigilancia en espectáculos públicos quedaba en 2.000 pesetas, y no en las 8.000 pedidas; las 10.000 por ocupación de via pública, desaparecieron del presupuesto; se redujo el impuesto de perros de 3.000 a 2.000 pesetas; se suprimió las 3.000 pesetas para el secretario de la alcaldía y las 1.000 para el inspector de carruajes.
La reducción afectó también a la construcción y conservación de aceras y carreteras: quedó el capítulo en 32.000 pesetas y desaparecieron las 40.000 pesetas propuestas; por jornales para ésta tarea, sólo 17.000 de las 20.000 pedidas; en fiestas, 5.000 pesetas frente a las 10.000 solicitadas; y desapareció la consignación de 5.000 pesetas para la "creación de la banda municipal de música".
El Estado de Guerra fué levantado el día 15 de Julio, cinco dias después del acuerdo municipal.
Y todos tan felices.
La lucha popular había dado su fruto... aunque el futuro de la ciudad era imparable.

Fuente: Fernando Gil Sánchez. "Alicante, de la A a la Z"
Fotos: Ofrecidas por Alfredo Campello Quereda, desde la A.C. Lloixa

 
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