09 noviembre 2009

"SER ALICANTINO DUELE... ¡¡EN EL MÁS ALLÁ!!": D. JORGE JUAN Y SANTACILIA

                     
"Esta campaña está dedicada a todos los alicantinos que han pasado a mejor vida. Y a los que aún están por ahí abajo y que con el paso del tiempo, obviamente y sin exclusión, irán a hacerles una alegre visita"
                 
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Para informarte y participar en la Campaña de Concienciación Ciudadana "SER ALICANTINO DUELE... ¡¡EN EL MÁS ALLÁ!!", visita ESTE enlace de la Asociación Cultural Alicante Vivo

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"El Excmo. Sr. D. Jorge Juan y Santacilia, natural de Novelda, en el reino de Valencia, Caballero de la Orden de Malta, Jefe de la Armada, Capitán de los Guardiamarinas y Director de su Escuela, Rector del Seminario Real de Nobles de Madrid, que después de haber dominado el mar con barcos de nuevo tipo y construcción, explorando el África como Embajador en Marruecos, recorriendo la América para levantar el plano de la Tierra y Europa para llevar a cabo investigaciones literarias, con las que ilustró sus Academias, como la Española de San Fernando, la francesa, la inglesa y la prusiana, entregó al Señor la vida que de El habia recibido, y que ennobleció con su piedad y buenas costumbres, a los sesenta años de edad, en Madrid, el 21 de junio del año del Señor 1773. Sus desconsolados hermanos Bernardo y Margarita cuidaron de que fuese colocado y levantado un monumento, con el consentimiento del Ilmo. D. D. Juan Zapata, Marqués de San Miguel de Gros, patrono de la capilla".
(Original en Latín. Traducción al castellano de la lápida funeraria de D. Jorge Juan y Santacilia)

LA CURIOSIDAD
 
 
 
 
 
Monumento a Jorge Juan, ubicado en la población de Novelda. Obra de D. Vicente Bañuls Aracil (Fotografías de Juan. J. Amores)
                   
No mucha gente sabe que D. Jorge Juan y Santacilia, marino y científico noveldense, sufría ataques epilépticos; al menos, en los útimos años de su vida. Además, el que fuera miembro de la "Soberana Orden Militar y Hospitalaria de San Juan de Jerusalén, de Rodas y de Malta", padeció dos cólicos biliosos graves,sufriendo parálisis en las manos.
                            
El 14 de junio de 1773, nuestro ilustre regresó a Madrid desde Aranjuez "constipado y con una fuerte ronquera (...) sufriendo dolores en las piernas y en los brazos, los cuales se extendieron al vientre por la noche". El médico del Real Seminario de Nobles , D. Alfonso López Torralba, le recetó lavativas, caldos de pollo y una benéfica tisana. Tras otro de sus ataques epilépticos, entró en coma del que ya no saldría nunca, a excepción de contados momentos.

La noche del día 20 de junio recibió la extremaunción y experimentó, durante unos instantes, una cierta mejoría. Tras el espejismo de esta fugaz recuperación, D. Jorge Juan entró en otro (aún más profundo) letargo del que fue imposible recuperarse, a pesar del tratamiento de choque que le aplicaron los médicos.
                  
Finalmente, tras una larga y penosa enfermedad, uno de los personajes más importantes del siglo XVIII y quizá el ilustre de nuestra provincia más condecorado, fallecía en su casa madrileña el 21 de junio de 1773, "a los sesenta años y seis meses de edad, víctima de un accidente alferético".
                       
Los restos mortales de D. Jorge Juan fueron expuestos, según su amigo y secretario D. Miguel Sanz, "con la debida fúnebre decencia (...) en la sala de su Casa, donde se celebraron en tras altares cuantas Misas se pudieron". Fueron innumerables las personas que desfilaron ante su féretro, "que gustaron pasar por el dolor de volverle a ver; y como aún así conservaba el mismo buen color y semblante agradable (...) opinaron sobre suspender algún día más el entierro".
              
Las exequias del Jefe de Escuadra de la Armada Española se celebraron en la noche del día 22 en la Parroquia de San Martín. Los compañeros de Jorge Juan llevaron el ataúd a hombros hasta el túmulo funerario y, de allí, hasta la cripta abovedada donde quedó sepultado, "con la idea de ponerle allí una decente lápida con un honroso epitafio latino que perpetuase su memoria"
           
Fue entonces cuando comenzó un "baile" con sus restos que duró varios años.
               
Tiempo después de su muerte, los familiares encontraron que el lugar donde yacía el cadáver del marino no era el más adecuado, y solicitaron permiso al Marqués de San Miguel de Gros para que el féretro reposara en la capilla de "Nuestra Señora de Valvanera". Al abrazar la Órden de Malta con el consiguiente celibato, y al no existir un testamento anterior, se determinó que heredaran los bienes de D. Jorge Juan sus dos hermanos: Margarita y Bernardo.
     
El propio D. Miguel Sanz, que había estado más de 20 años al servicio de nuestro científico, fue designado para hacerse cargo de sus pertenencias y de la documentación necesaria para liquidar su herencia.
                  
Pero si la muerte del señor Santacilia fue un remanso de tranquilidad, los avatares que rodearon el destino de sus restos mortales fueron de lo más extraño. Como hemos dicho, el féretro acababa de ser trasladado a la capilla de la Valvanera, en la misma Parroquia de San Martín, ya acompañado de una lápida funeraria escrita en latín que hemos traducido al principio de este artículo. Así consta en el escrito: "la lápida está ya colocada, y trasladado el cadaver en un hueco tabicado que se hizo detrás de ella, en lo interior de la Pared, mirando al Altar y tendido, por haberse hallado el cuerpo entero y acartonado".

Grabado "Viaje a la América Meridional, Jorge Juan y Antonio de Ulloa" (Siglo XVIII). Extraído de la Universidad de Illinois
              
En 1808, en plena guerra de la Independencia, los franceses derribaron la iglesia de San Martín y trasladaron los restos de Jorge Juan a los sótanos del Ayuntamiento de Madrid. Allí quedaron los despojos mortales del marino de Novelda durante muchos años. En la primera mitad del siglo XIX, el Cronista D. Ramón de Mesonero Romanos se empeñó en averiguar el paradero de los restos del insigne científico, y los halló en los sótanos del Consistorio de la capital. Como quiera que la antigua Parroquia de San Martín ya había sido reconstruída, el 10 de septiembre de 1810 se pidió de nuevo permiso al abad para que el cadaver de D. Jorge Juan volviera a reposar allí.
            
Pero el peregrinar de los restos no había acabado aún... ni mucho menos. En el año 1850, la iglesia de la población militar de San Carlos, ubicada en la ciudad de San Fernando (Cádiz), fue destinada a Panteón de Marinos Ilustres, siendo Ministro de Marina el Marqués de Molins. Por Real Órden del 23 de marzo de 1855, se trasladaron finalmente los restos del jefe de escuadra de la Real Armada Española el día 2 de mayo de 1860, quedando situados "en el muro sur de la capilla del Este".

En la actualidad, los restos se hallan detrás de la lápida, donde tocan, "al fondo de la primera capilla y a espaldas del Mausoleo del vicealmirante Cervera", otro célebre marino que se enfrentó a la escuadra norteamericana en Santiago de Chile. Y si alguien duda que en verdad estén allí, nos quedamos con las palabras del citado D. Juan Cervera y Jácome, una vez localizado el enterramiento de su compañero D. Antonio de Ulloa, en la iglesia parroquial castrense de San Francisco en San Fernando (Cádiz), el Gobierno Español, que se tomó su tiempo, decretó en el año 1883 el traslado de sus restos al panteón, razonando así que reposarían "al lado de los de su compañero Jorge Juan, que como sabios y marinos brillaron en el siglo XVIII"
(Extracto del libro "Los Viajes de Jorge Juan y Santacilia"; D. Emilio Soler Pascual. ED.B)

EL PERSONAJE
              
D. Jorge Juan y Santacilia nació el 5 de enero de 1713, en la finca “El Fondonet”, cercana a  Novelda. Al ser bautizado en Monforte del Cid y no constar en su partida de bautismo el lugar de nacimiento, siempre existió una pequeña "disputa" entre ambas localidades por atribuirse el título de Ciudad Natal. Lo que sí conocemos con seguridad son los nombres de sus padres: D. Bernardo Juan y Canicia, de Alicante, y Dña. Violante Santacilia y Soler de Cornellá, de Elche, ambos de ilustre linaje,  viudos y casados en segundas nupcias, con domicilio en Alicante, en la Plaza del Mar.
      
Jorge quedó huérfano de padre muy pronto, a los tres años, pasando a la  tutela de su tío fray Cipriano Juan, Bailío de Caspe, en la Orden de Malta. Estudió primaria en el Colegio de los Jesuitas de Alicante, hoy convento de las Monjas de la Sangre, y a los diez años marchó a Zaragoza donde estudió  Gramática y Humanidades.
           
Con 12 años realizó el primero de los grandes viajes de su vida: se fue a Malta como paje del Gran Maestre Fray Antonio Manuel de Villena. A los 16 años ya había navegado contra los piratas turcos, había sido nombrado Caballero de la Orden de Malta y Comendador de Aliaga. Estos títulos le imponían el celibato de por vida. En 1730, a los 17 años, ingresó en la Real Academia de Guardiamarinas de Cádiz, donde se formó en Geometría, Trigonometría, Astronomía, Navegación, Cartografía, etc. en el ambiente “ilustrado” propiciado por los reyes Borbones.
                  
Como alumno muy aventajado (sus compañeros le llamaban “Euclides” )  fue destinado a un barco de guerra donde hizo cuatro campañas contra los piratas berberiscos, participó en la expedición a Orán, y acompañó a Nápoles al futuro rey Carlos III y sus tropas. En 1734, a los 21 años, finalizó sus estudios de Guardiamarina, siendo ascendido a Sub Brigadier.
                             
D. Antonio de Ulloa
        
Ese mismo año, la Academia de Ciencias francesa solicitó realizar mediciones en el Virreinato del Perú, para establecer la forma de la Tierra y dilucidar si las teorías de Newton o las de Descartes eran las verdaderas; así como establecer el valor del grado de meridiano terrestre con vistas a fijar un Sistema Métrico Decimal universal. El gobierno español impuso la presencia de dos oficiales españoles con suficientes conocimientos técnicos, y fueron designados Jorge Juan y su compañero Antonio de Ulloa, que fueron ascendidos a tenientes de navío para evitar la suspicacia de los académicos franceses.
                   
Mientras el francés Maupertuis realizaba mediciones en Laponia,  ellos partieron para Quito en 1735, con la expedición formada por los académicos Godín  (astrónomo), Bouger (geómetra) y La Condamine (ingeniero).

Instrumentos usados para medir ángulos en vertical y horizontal
   
 
       Grabado de la época, en el que vemos la triangulación entre las montañas de los Andes
         
La medición del tamaño de la Tierra ya había sido hecha por Eratóstenes en el siglo III antes de Cristo, comparando la distancia física entre Alejandría y Siena con la distancia angular de las dos latitudes y realizando una sencilla regla de tres: Tantos kilómetros (entonces se usaba como medida el Estadio Griego) es a tantos grados (la diferencia entre las dos latitudes) como X es a 360 (la totalidad de grados que tiene un círculo). Obtuvo una medida muy buena para la época, equivocándose en unos 300 kilómetros. Ahora se trataba de medir con absoluta exactitud las distancia entre dos puntas cercanas al ecuador y situadas en el mismo meridiano, y la diferencia angular entre esos dos puntos. Las medidas se obtendrían con instrumentos de precisión, realizando triangulaciones en el terreno y precisas observaciones astronómicas. Una vez obtenido el valor de la distancia física de un grado en el ecuador, habría que compararla con la distancia obtenida cerca del polo por Maupertuis. De ser distintas, se obtendría la verdadera forma de la Tierra, que según Newton debía ser achatada por los polos, debido a la inercia y la fuerza de gravedad, y según Descartes debía ser más estrecha en el ecuador, según sus teorías físicas (que se demostraron equivocadas ) sobre los vórtices del éter.  

Mapa de Ecuador, con la línea medida por Jorge Juan

La Condamine
        
Las mediciones, entre las ciudades de Quito y Cuenca, separadas por tres grados, duraron nueve años, interrumpidas en varias ocasiones por las obligaciones militares de Jorge Juan y Ulloa en la guerra contra los ingleses. En tres ocasiones tuvieron que dejar a sus compañeros franceses y dirigirse al puerto de Guayaquil, por orden del Virrey de Lima, para participar en la fortificación de la plaza y en la construcción de dos fragatas a cuyo mando patrullarían por las costas de Chile en previsión de un ataque del almirante inglés Anson.  También tuvieron que trabajar con unos instrumentos bastante defectuosos, que hubo que modificar o fabricar con la ayuda del relojero Hugot. El trabajo se hizo en dos equipos, yendo Jorge Juan con Godín y Ulloa con La Condamine y Bouger; de modo que realizando mediciones por separado podían después compararlas y averiguar, si no coincidían, dónde habían cometido algún error.

 
            
Por fin, en 1745-46, Jorge Juan y Ulloa regresaron a España por vías distintas, siendo Ulloa interceptado y preso por los ingleses, que acabaron liberándolo en atención a su labor científica. Recibieron los títulos de Miembro de la Real Academia de las Ciencias de Francia (Jorge Juan), y Miembro de la Royal Society (Ulloa). A pesar de que los franceses pretendieron apropiarse de todos los méritos,  en la actualidad se puede afirmar que el trabajo más exacto y riguroso fue el de Jorge Juan, que sigue siendo válido hoy día con un error mínimo. El nuevo rey Fernando VI los ascendió a ambos a capitanes de fragata.
            
En 1748, Jorge Juan y Ulloa publicaron dos libros sobre sus experiencias: “Relación Histórica del viaje a la América Meridional” y “Observaciones astronómicas y phísicas hechas de orden de Su Majestad en los reinos del Perú, de las cuales se deduce la figura y magnitud de la Tierra y se aplica a la navegación”. La publicación de este texto tuvo problemas con la Inquisición por admitir el Sistema Heliocéntrico Copernicano, que fueron salvadas gracias al insistente apoyo del censor-jesuita padre Andrés Marcos. Con estas observaciones y su comparación con las realizadas en Laponia, quedaba fuera de toda duda que la Tierra está achatada por los polos y que Newton tenía razón.
                        
Grabado de Jorge Juan
          
Jorge Juan también escribió importantes obras como base para los estudios de los Guardiamarinas (“Examen marítimo”), para la construcción de barcos y una relación confidencial (“Memorias secretas”) que elevó al rey denunciando los abusos de los colonos de Sudamérica sobre los nativos.
               
En 1748-49, Jorge Juan ejerció de espía industrial en Inglaterra, donde llevaba una doble vida: miembro respetado de la Royal Society y  anónimo observador de los métodos de construcción de barcos e instrumentos, con el nombre clave de Mr. Josues. Su intención era aplicarlos después en España y modernizar su flota y su industria. Encargó, como particular, la construcción de dos fragatas y contrató 50 operarios expertos para los astilleros españoles. Mandaba informes en clave numérica al Marqués de la Ensenada, hasta que fue descubierto y buscado por la policía, y tuvo que huir de Inglaterra disfrazado de marinero.
              
En 1750 fue ascendido a Capitán de Navío y en 1752 fue nombrado director de la Academia de Guardiamarinas de Cádiz, donde creó el Observatorio Astronómico de San Fernando, a cargo de su antiguo compañero Godín. Dicho observatorio está en activo en la actualidad y se ocupa del control del tiempo cronológico de España por medio de avanzados relojes atómicos.
                            
Cuadro de Jorge Juan
          
En 1754, fue nombrado Ministro de la Junta General de Comercio y Moneda, a la vez que realizaba numerosas obras públicas: diques, canales, minas, fábricas, etc. y perfecciona la cartografía de España.
             
Tras la caída política del Marqués de la Ensenada, al que seguirá siendo fiel y al que visitó en Granada para ofrecerle su corta hacienda, los planes de Jorge Juan serían abandonados por los nuevos políticos de Carlos III, que adoptaron el modelo francés de construcción naval. Disgustado y enfermo de epilepsia, tuvo que pasar una temporada en el balneario de Aguas de Busot, en su Alicante natal.
      
Su salud estaba empeorando. Como ya hemos comentado al principio, murió en Madrid el 21 de junio de 1773, a los 60 años, posiblemente de un "ictus" cerebral.  Había permanecido soltero, siempre al servicio de su patria. “De estatura y corpulencia medianas, apariencia y temperamento amables, parco en el comer y comprensivo y amigo de sus subordinados”. Se le conocía en toda Europa como “El sabio español”.
(Miguel Ángel Pérez Oca. Escritor y Astrónomo)
                 
SU PANTEÓN
(por Alfredo J. Charques Calderón)
 
 
 
 
 
 
 
 
Fachada exterior del Panteón de los Marinos Ilustres
    
D. Jorge Juan y Santacilia está enterrado en el Panteón de los Marinos Ilustres, en San Fernando (Cádiz).  Se puede conocer un poco más la historia de este maravilloso lugar visitando ESTE enlace. Junto a nuestro marino están físicamente (o en forma de homenaje) personalidades de la talla de Cristobal Colón, Julio Guillen Tato, Antonio Ulloa de la Torre Guiral, Pascual Cervera y Topete, Francisco de Paula, Federico Gravina y Juan José Navarro. En su interior, formado por el vestíbulo (de planta elíptica) y la iglesia (de tres naves y cúpula sobre el crucero), podemos ver todos los mausoleos, distribuídos en los tramos laterales del recinto.

 
 
 
 
 
 
 
 
Interior del Panteón
         
Para poder acceder al recinto militar, la Asociación Cultural Alicante Vivo, a través de su miembro D. Alfredo J. Charques Calderón, tuvo que pedir dos permisos oficiales diferentes: uno de ellos, en el propio recinto militar, para poder entrar a su interior y ser acompañado por un guía; el segundo, al Museo de la Armada, en Madrid, para poder hacer fotografías de su entorno e interior. Fueron algo más de tres semanas de trámites y espera, que sin duda merecieron la pena.

Resulta curioso que los restos de una figura tan importante para nuestra historia como Jorge Juan, sigan siendo para la mayor parte de los alicantinos un completo misterio. Hasta el día de hoy, no existían en internet fotografías del panteón en donde descansan sus restos, y aún menos de su propia lápida. Por ello, Alicante Vivo ha cedido de forma libre y completa todas las imágenes de este artículo al Ayuntamiento de Novelda, al IES Jorge Juan, Ayuntamiento de Alicante, Concejalía de Cultura, Concejalía de Atención Urbana y Archivo Municipal de Alicante. Esperamos que puedan servir, en un futuro, para ampliar la biografía de nuestro ilustre marino o ilustrar alguna guia sobre el personaje.

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Mausoleo de Cervera y homenaje a Jorge Juan. El ilustre marino noveldense sólo tiene una lápida, tapada por el susodicho mausoleo. Detrás de ella,  descansan sus restos. Entre la pared y el Panteón de Cervera apenas hay hueco para un cuerpo adulto, por lo que tuvimos que introducir la cámara por una de las aberturas laterales y esperar a que las imágenes fueran lo suficientemente buenas. Pedimos perdón si no hemos conseguido instantáneas más nítidas

Queremos mostrar nuestro agradecimiento al personal de la Población Militar de San Carlos, en San Fernando (Cádiz), al personal del Museo Naval, en Madrid, a D. Miguel Ángel Pérez Oca, por la biografía de nuestro ilustre marino, al escritor D. Emilio Soler Pascual, por la enorme labor de investigación realizada para su libro "Viajes de Jorge Juan y Santacilia", y, por supuesto, a D. Alfredo J. Charques Calderón, compañero de nuestra asociación, que perdió su tiempo, trabajo y descanso en diversas ocasiones para cumplir un sueño personal de Alicante Vivo. Este artículo es de todos ellos y a todos ellos debemos otorgarle el mérito. ¡¡MUCHAS GRACIAS!!

Si alguno de nuestros lectores puede facilitarnos más  información sobre Jorge Juan, puede ponerse en contacto con nosotros en esta dirección: 
info@alicantevivo.org

Fuentes:
-"Muerte, funerales y sepultura del científico Jorge Juan a través de la correspondencia de su secretario Miguel Sanz"; DIE MACULET, Rosario y ALBEROLA, Armando, catedrático de Historia Moderna de la Universidad de Alicante. Publicado en la Revista de Historia Moderna. Anales de la Universidad de Alicante nº 18 (1999-2000), pp. 109-124; 

Dicho artículo fue el germen del libro "La herencia de Jorge Juan. Muerte, disputas sucesorias y legado intelectual", coeditado por la Universidad de Alicante y la Fundación Jorge Juan en el año 2002. La elaboración de esta última obra, que aporta datos absolutamente desconocidos hasta la fecha sobre el universo familiar, patrimonial y personal del afamado marino y científico, descansa sobre una ingente base documental inédita (protocolos notariales, epistolarios privados y actas parroquiales) procedentes de diferentes archivos nacionales, tanto públicos como privados.

- Artículo de los inicios de Alicante Vivo sobre Jorge Juan. Pinchar AQUÍ



 
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