Es conocido el hecho de cómo la coincidencia en el tiempo de dos acontecimientos dispares marcó la historia de Nueva Tabarca y de sus habitantes: por una parte, el cautiverio de los tabarkinos en las cárceles de Túnez y Argel tras la toma de la Tabarka tunecina; y por otra, la necesidad del Rey Carlos III de poblar la Isla Plana para evitar que fuera base de operaciones de los piratas berberiscos que asolaban la costa levantina, para lo que encargaría al Conde de Aranda la fortificación de la misma, pero sin éxito a la hora de conseguir que residiera alguien en la isla de forma permanente.
Pero lo que no disponíamos era de un relato en primera persona que nos explicara cómo y en qué circunstancias se llevó a cabo el proceso de redención de estos cautivos y el traslado de los mismos a la isla alicantina. Y esto lo encontramos en el manuscrito que se conserva en la Biblioteca de la Universidad de Alcalá de Henares, titulado Nuevo aspecto de la Topografía de Argel, su estado, fuerzas i gobierno actual comparada con el antiguo, firmado en 1778 en Madrid por Fray Alonso Cano y Nieto.
Fray Alonso Cano y Nieto, Obispo de Segorbe |
El
manuscrito nos sitúa el 5 de abril de 1768, cuando el Rey Carlos III de
España firmó una orden que se transmitió a las tres órdenes redentoras:
Trinitarios Calzados, Trinitarios Descalzos y Mercedarios. Dicha orden
mandaba concertar un canje de cautivos argelinos por los españoles que
habían quedado en Argel tras la última gran redención de los años
1754-1755, sirviendo como mediador el embajador marroquí en España,
Hamet Elgazel. El Conde de Aranda recomendó a Carlos III que, para
apoyar la redención, se procediese al envío de cuatro navíos de guerra
que hiciesen de escolta y actuasen a su vez como medio de intimidación.
Para llevar a cabo la acción eligieron como padres redentores a Alonso Cano, Manuel López Pintor, que ya había estado en los hospitales de Túnez y Argel, Laureano de Cuba, el mercedario Antonio Manuel de Artalejo, Juan de la Virgen, trinitario descalzo, Francisco Jesús Nazareno y José de la Virgen. Embarcaron el 7 de octubre en las naves San Vicente, San Isidro, Santa Isabel y la fragata Santa Teresa, además de una tartana. A los cinco días de navegación se encontraban en la bahía de Argel.
Centrándonos en el polifacético autor del manuscrito, se sabe que Fray Alonso Cano y Nieto, nacido en 1711 en Mota del Cuervo, fue arqueólogo, Catedrático de Teología, historiador, arquitecto, escritor, cartógrafo, Calificador de la Santa Inquisición, censor, Obispo de Segorbe, Embajador en Roma, Examinador Sinodal, Consejero Real, y lo que es más sorprendente, espía a las órdenes del Rey Carlos III. A través de su mediación, empeño e interés personal, jugándose incluso su propia vida, conseguiría liberar a más de 3.000 cautivos de las cárceles argelinas, según relación de hechos y nombres que se guarda en el Archivo Histórico Nacional.
En su manuscrito, que narra con todo lujo de detalles esta relación, vemos efectivamente que aparece el autor como calificador de la Suprema, teólogo de su Majestad en la junta de la Inmaculada Concepción, censor de libros, académico de la Real Historia, examinador sinodal del Arzobispado de Toledo, Ministro provincial de la Provincia de Castilla, León, y Navarra, y de los reales Hospicios de Argel, Túnez, y colegio de Roma del Orden de la Santísima Trinidad Calzada, redentor de cautivos, y redentor general por su religión.
Pues bien, el 26 de octubre los padres redentores saltaron a tierra, y procedieron al canje de 26 capitanes o patronos de barco a cambio de los arraeces argelinos. El resto se continuó según la norma de un argelino por cada dos españoles. Hubo sin embargo problemas, ya que muchos propietarios de cautivos preferían el dinero al canje, e incluso llegaron a elevar sus quejas al Bey de Túnez, Mohammed Ben Othman Pashá, que llegó a sufrir un atentado contra su vida por no obligar a los redentores a efectuar los intercambios como pedían. Y el 6 de noviembre quedaba casi concluida la redención, pasando a los barcos 110 cautivos por canjes y 25 de regalo por los moros que sacó de España el embajador marroquí.
Para llevar a cabo la acción eligieron como padres redentores a Alonso Cano, Manuel López Pintor, que ya había estado en los hospitales de Túnez y Argel, Laureano de Cuba, el mercedario Antonio Manuel de Artalejo, Juan de la Virgen, trinitario descalzo, Francisco Jesús Nazareno y José de la Virgen. Embarcaron el 7 de octubre en las naves San Vicente, San Isidro, Santa Isabel y la fragata Santa Teresa, además de una tartana. A los cinco días de navegación se encontraban en la bahía de Argel.
Centrándonos en el polifacético autor del manuscrito, se sabe que Fray Alonso Cano y Nieto, nacido en 1711 en Mota del Cuervo, fue arqueólogo, Catedrático de Teología, historiador, arquitecto, escritor, cartógrafo, Calificador de la Santa Inquisición, censor, Obispo de Segorbe, Embajador en Roma, Examinador Sinodal, Consejero Real, y lo que es más sorprendente, espía a las órdenes del Rey Carlos III. A través de su mediación, empeño e interés personal, jugándose incluso su propia vida, conseguiría liberar a más de 3.000 cautivos de las cárceles argelinas, según relación de hechos y nombres que se guarda en el Archivo Histórico Nacional.
En su manuscrito, que narra con todo lujo de detalles esta relación, vemos efectivamente que aparece el autor como calificador de la Suprema, teólogo de su Majestad en la junta de la Inmaculada Concepción, censor de libros, académico de la Real Historia, examinador sinodal del Arzobispado de Toledo, Ministro provincial de la Provincia de Castilla, León, y Navarra, y de los reales Hospicios de Argel, Túnez, y colegio de Roma del Orden de la Santísima Trinidad Calzada, redentor de cautivos, y redentor general por su religión.
Pues bien, el 26 de octubre los padres redentores saltaron a tierra, y procedieron al canje de 26 capitanes o patronos de barco a cambio de los arraeces argelinos. El resto se continuó según la norma de un argelino por cada dos españoles. Hubo sin embargo problemas, ya que muchos propietarios de cautivos preferían el dinero al canje, e incluso llegaron a elevar sus quejas al Bey de Túnez, Mohammed Ben Othman Pashá, que llegó a sufrir un atentado contra su vida por no obligar a los redentores a efectuar los intercambios como pedían. Y el 6 de noviembre quedaba casi concluida la redención, pasando a los barcos 110 cautivos por canjes y 25 de regalo por los moros que sacó de España el embajador marroquí.
Los trinitarios ante el Bey de Argel |
En
esta situación apareció un temporal que obligó a los barcos españoles a
levar anclas y dejar la bahía de Argel. Mientras, los padres redentores
permanecían en tierra. A finales de noviembre, una parte de los
redentores partieron con los rescatados, mientras que otra, encabezada
por nuestro protagonista Fray Alonso Cano, permaneció en Argel para
rescatar a los cautivos de Tabarka, obedeciendo así las órdenes secretas
dadas por el gobierno de Carlos III, según relata el autor:
La escuadra española regresó a la bahía de Argel el 23 de febrero de 1769, llevándose a cabo los últimos canjes tres días después. A la mañana siguiente embarcaron finalmente para España. A su llegada a Alicante se hizo un recuento de los habitantes de Tabarka, que fueron utilizados para poblar la entonces denominada Isla Plana, frente a la costa alicantina, que a partir de entonces recibiría el actual y correcto nombre de Nueva Tabarca. Así lo relata Fray Alonso Cano en su escrito:
Retomamos ahora la historia tomando como fuente la obra titulada Vida de S. Felix de Valois, Patriarca y Fundador del orden de la SS.ma Trinidad, Redención de Cautivos, traducida del francés, comentada y ampliada en concreto con los hechos que nos atañen por el Ministro del Convento de Toledo Fray Juan Diego Ortega, editada en 1776 en Madrid por Joachin Ibarra, Impresor de Cámara de Su Majestad, que se encuentra depositada en la Biblioteca de la Abadía de Montserrat.
Entre nuestras Instrucciones, se nos diò una secreta y separada, por la qual se nos encargaba que conluydos los Canges y rescates delos cautivos Españoles, y sobrando caudales, solicitasemos el rescate del Pueblo de Tabarca, y lo condugesemos con la redempcion à España. Hallabase este miserable pueblo despues de veinte y ocho años de cautiverio, destituido de toda esperanza de socorro humano. Su pequeña Isla de Tabarca reducida aun solo Pueblo Catholico dependiente en lo Espiritual del Arzobispo de Genova, y situada en la costa de Berberia, se havìa mantenido en su libertad y religión por el espacio dedos siglos hasta que el Bey de Tunez en el año de 1740 la sorprendió con alevosia, y se llevò àtodos sus moradores cautivos.
Sitiada despues Tunez, y entrada à saco por los Argelinos, mudaron de Dueños, y fueron conducidos à Argel en el año de 1756, desde donde havia reclamado en vano la commiseracion del Papa, y de otros Principes Catholicos, manteniendose constantes en la fè, à pesar de su desconfianza de ser jamàs rescatados.
La escuadra española regresó a la bahía de Argel el 23 de febrero de 1769, llevándose a cabo los últimos canjes tres días después. A la mañana siguiente embarcaron finalmente para España. A su llegada a Alicante se hizo un recuento de los habitantes de Tabarka, que fueron utilizados para poblar la entonces denominada Isla Plana, frente a la costa alicantina, que a partir de entonces recibiría el actual y correcto nombre de Nueva Tabarca. Así lo relata Fray Alonso Cano en su escrito:
Diò lugar asi mismo esta demora para facilitar el rescate del Pueblo entero de Tabarca. Constava este desu Párroco, Ancianos, Mugeres, Niños, y en ellos mas de setenta Matrimonios: los hijos se hallavan separados desus Padres: las Mugeres desus maridos, según la diversidad desus dueños. Algunos se hallavan en Mascàra, Constantina, yotros Pueblos distantes, de donde no hubiera sido facil recogerlos à no havèr mediado esta detencion involuntaria, dirigida visiblemente por una superior providencia à libertar este miserable Pueblo, dela dura Esclavitud en que envegecia.
Desembarazados ya de quanto pertenecia al cabal desempeño de nuestra comision, arrivaron el 23 de febrero de 69 el San Vicente, y Santa Theresa para conducirnos à España, con orden reencaminarnos à Alicante, donde la piedad del Rey tenia ya preparado su destino para este ya feliz, y afortunado Pueblo, verificandose en el àla letra lo que en el de Israel à su salida de Egipto, deno haverse hallado en èl al tiempo del Embarco algun impedido, o enfermo. En ultimo de Febreo hicimos vela dela Bahia de Argel, y con prospera navegación dimos fondo en la de Alicante el dia 4 de Marzo.
Retomamos ahora la historia tomando como fuente la obra titulada Vida de S. Felix de Valois, Patriarca y Fundador del orden de la SS.ma Trinidad, Redención de Cautivos, traducida del francés, comentada y ampliada en concreto con los hechos que nos atañen por el Ministro del Convento de Toledo Fray Juan Diego Ortega, editada en 1776 en Madrid por Joachin Ibarra, Impresor de Cámara de Su Majestad, que se encuentra depositada en la Biblioteca de la Abadía de Montserrat.
En esta obra, su autor explica en la Relación sucinta de la Redención general,
y tomando como fuente igualmente escritos de Fray Alonso Cano, que
fueron rescatadas un total de 1.402 personas, de entre ellas siete
eclesiásticos, un comisario de guerra, un teniente, un contador de
navío, 28 patronos de embarcaciones, 231 personas entre mujeres y niños
de hasta 16 años, y 101 soldados y marineros. El total del coste de la
redención se elevaría a 689.494 pesos fuertes y 14 reales de vellón.
Finaliza este texto haciendo mención de la gran alegría recibida en la llegada a Alicante, pues el Conde de Aranda les hizo entrega de una carta en la que manifestaba la satisfacción de Carlos III por el desarrollo de los acontecimientos:
El numero delos cautivos cangeados por Moros fuè de quinientos sesenta y dos: el de rescatados à dinero quinientos diez y siete: y el de personas de ambos sexos del Pueblo de Tabarca trescientos veinte y tres. En todas mil cuatrocientas y dos, y entre ellas siete Eclesiasticos, un Comisario de guerra, un theniente, y un contador de Navio: veinte y ocho patrones de Embarcaciones, y doscientos y treinta y uno entre Mugeres, Niñas, y Niños, y ciento y un Soldados.
Finaliza este texto haciendo mención de la gran alegría recibida en la llegada a Alicante, pues el Conde de Aranda les hizo entrega de una carta en la que manifestaba la satisfacción de Carlos III por el desarrollo de los acontecimientos:
Reverendos Padres:
Haviendo visto el Rey la que Vuestras Personas me dirigieron con fecha de 4 del corriente en que dan individualmente cuenta delos terminos en que fuè concluyda la comision que de su Real Orden les ha sido encargada por mi, hasta verificar su arrivo, y desembarco en Alicante del Pueblo Tabarquino, y resto de los cautivos ultimamente rescatados y cangeados en Argel; me ha mandado manifestar à Vuestras Personas la Real satisfacción con que Su Magestad queda del acierto con que han desempeñado su encargo. Lo que participo à Vuestras Personas para su noticia, y complaciencia.
Dios guie à V.V. R.R. ms. as. Madrid 13 de Marzo de 1769
El Conde de Aranda
(Artículo compartido del blog "La Foguera de Tabarca")