13 octubre 2007

EL PADRE BELDA

Así relata, nuestro ilustre y admirado Emilio Soler, los primeros recuerdos que tiene del Padre Belda:
"El día de la Primera Comunión es una fecha que difícilmente se olvida (...) Mi memoria, que se pierde indefectiblemente en el tiempo, queda fija en la foto en blanco y negro, pegada sobre un cartón decorado con purpurina para darle más valor, en la que se contempla un niño más o menos rubio, de unos 8 años de edad, arrodillado frente al sacerdote que le está dando la comunión. Yo, en aquellos momentos, no podía imaginar que algunos años después, bastantes, iba a tratar personalmente al sacerdote al que le había tocado estar presente en la fotografía: el Padre Belda".
El Padre Belda era bien conocido en los ambientes arqueológicos valencianos y, desde luego, por sus extravagancias, entre todos los clientes que frecuentaban el Bar Iglesias (ubicado en la Plaza del Doctor Gomez Ulla, junto al MARQ). Un padre Belda del que su sotana sucia y raída hablaba bien a las claras de su labor diaria.
Josep Belda Domínguez había nacido en Bocairent en el año 1890.
Estudió en la Universidad Pontificia de Valencia y se ordenó sacerdote en 1914. Según sus biógrafos adquirió relevancia arqueológica por sus trabajos pioneros en el Morro de la Barsella (Serra Grossa Alicantina) y, sobre todo en el Tossal de Manises.
El Padre Belda, genio y figura, fué director del Museo Arqueólogico de la Diputación Provincial de Alicante, con algún problema administrativo que otro, y entre sus publicaciones debemos destacar "Las figuras femeniles de la necrópolis de la Albufereta", "Benidorm y su contornos arqueológico" o "Investigaciones submarinas en la Isla de Tabarca". Josep Belda fallecería en el año 1969 en Quart de Poblet, población valencian de L'Horta.
De los trabajos del Padre Belda en la Illeta de Campello durante la década de los cuarenta, tomó buena cuenta Francisco Figueras Pacheco, aunque por desgracia no se conocen en absoluto el paradero de los importantes materiales hallados en el lugar y, por si fuera poco, ha desaparecido cualquier documentación o rastro de los mismos. Tal vez consecuencia de lo imprecisa que resultaba la arqueología alicantina en aquellos años.
Pero lo que sí podemos contemplar actualmente si nos acercamos a la Torre Vigía del siglo XVII en la costa campellera, junto al puerto, es un yacimiento de gran interés arqueológico y en el que los visitantes podrán retroceder más de 2.000 años en el tiempo para admirar unos compartimentos excavados en la roca que han sido interpretados como una piscifactoría romana.
Además, los restos encontrados permiten a los expertos (Abad, García Martín, Pastor Mira, Olcina, entre otros) situar allí un poblado ibérico construido en torno al siglo V a.c.
Como señalan las informaciones arqueológicas que hemos manejado, en el MARQ se encuentran depositados materiales de éste yacimiento, pero nos los hallados por el Padre Belda.

info: Emilio Soler y el Diario Información

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