09 mayo 2007

WENCESLAO FERNANDEZ FLOREZ

Wenceslao Fernández Flórez, nació en La Coruña en 1885, la cosa es que tras iniciarse en el periodismo trabajo primero en su Galicia natal y posteriormente en los diarios más relevantes en Madrid. Pero su ingenio brillaría sobre todo en el campo de la novelística, su obra se asienta en una penetrante ironía, a veces sarcástica y deformadora de las cosas, la crítica llevada al pesimismo y teñida de humor. Títulos como "La tristeza de la paz", "La procesión de los días", "Luz de luna" o "Volvoreta" en 1917 con la que alcanzaría su plenitud literaria. En una segunda etapa llegaría "El Malvado Carabel", "Las siete columnas", "Relato inmoral", "Las gafas del diablo" o "El bosque animado".
Logró el premio del Círculo de Bellas Artes con su novela Volvoreta (1917) y en 1926 recibió el Premio Nacional de Literatura.
En 1929 fue nombrado hijo adoptivo de Alicante, dejando para la historia, el título de: "Alicante, la casa de la primavera".
Aunque de ideología conservadora, seguidor y admirador de la política de D. Antonio Maura, no escatimó sus críticas, a veces acerbas, hacia la política y los hombres políticos del reinado de Alfonso XIII lo que le valió una buena relación con el gobierno de la II República. Pese a haber sido condecorado en 1935 con la Banda de la República, al estallar la Guerra Civil fue inmediatamente objeto de amenazas de muerte acusado de no haberse mostrado partidario del Gobierno del Frente Popular.
Tras su exilio en 1945 ingresó en la Real Academia Española y en 1959 recibió la Cruz de Alfonso X el Sabio.
Pese a lo subversivo de su obra para con el régimen, gozó el autor de gran prestigio bajo el franquismo y fueron muchas de sus obras adaptadas al cine. Murió en Madrid en 1964.Tras su muerte el progresismo democrático, no le perdonó sus escarceos de un lado a otro y se ha silenciado su nombre y su obra. Vamos, como buen hijo (adoptivo) de la terreta... a Dios rogando y con el mazo dando...
“...A un rey fratricida sigue un monarca parricida. Y batallas, batallas, más batallas; sangre en las llanuras, en las montañas, en el agua de los ríos; sangre en el lecho de los príncipes, en los terciopelos del trono; venenos, puñales, mandobles, arcabuces... Un terrible folletín inacabable. Y la Historia, inclinada atentamente sobre aquel largo horror, coleccionando los delitos monstruosos como un detective apasionado, siguiendo -con la lupa ante los ojos- las huellas de la humana ferocidad desde los charcos de sangre aún fresca hasta la que se adivina vertida por el hacha de sílex sepultada en la lejanía de los siglos; tejiendo la más bella corona para quien supo provocar la mayor hecatombe; colocando la Fama sobre un Himalaya de esqueletos... "

 
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