04 junio 2007

FRANCISCO BOIX: UN FOTÓGRAFO EN EL INFIERNO

El mayor problema que tiene la Historia, es su facilidad para ser olvidada.
Por suerte, la Historia cuenta en su haber con héroes que han dado su vida por divulgar las injusticias o atrocidades que se están produciendo.
Francisco Boix fue uno de esos héroes.
Nació en Barcelona en 1920, en el seno de una familia catalanista. Su padre era sastre y había pertenecido en sus años jóvenes a la CNT; se dice de él que era muy aficionado a la fotografía, y parece ser que el joven Boix compartió esta afición con su padre.
Al inicio de la Guerra Civil Boix se unió a las Juventudes Socialistas Unificadas de Cataluña, siempre con su Leica en la mano. En aquellos años empezó a trabajar como fotógrafo de prensa y todos lo recuerdan como un fotógrafo apasionado, pendiente las veinticuatro horas del día de hacer fotografías. No sabemos si llegó a participar en alguna acción armada como combatiente, pero sí estuvo en diversos frentes como fotógrafo.
Cuando se derrumbó la Segunda República, Boix pasó a Francia camino del exilio. Su padre fue encarcelado y liberado en 1942, cuando su muerte era inminente. Boix estuvo internado un tiempo en los campos de concentración de Vernet d’Ariege y de Septfonds. De este último salió hacia el norte en septiembre de 1939 junto con excombatientes republicanos encuadrados en la 28 Compañía de Trabajadores extranjeros. En mayo de 1940 las líneas defensivas francesas fueron destrozadas por la Wehrmacht, Boix fue hecho prisionero por los alemanes, pasó por diveros campos y por fin fue conducido a Mauthausen, junto con 1506 republicanos españoles, a donde llegaron el 27 de enero de 1941.
En Mauthausen existía un Kommando llamado Erkennungsdients, un laboratorio fotográfico destinado a los retratos policiales de identificación de los presos, aunque en la práctica se hacían fotografías de muertes por arma de fuego, suicidios, accidentes, asuntos de naturaleza médica y acontecimientos varios del campo, como las visitas de altas jerarquías, por ejemplo las de Himmler y otros altos cargos de las SS.
A este Kommando se incorpora Boix a finales de 1942, y allí trabajó como fotógrafo y técnico de laboratorio con dos españoles más. Boix y la organización clandestina del Partido Comunista español decidieron ese año de 1942 esconder los negativos del Erkennungsdients.
Como esconder los negativos dentro del campo era muy peligroso, deciden sacarlos de allí. Para ello, se ponen en contacto con españoles que trabajaban en el llamado Bahnholkommando, un grupo de trabajo que salí a diario desde el campo hasta la estación de Mauthausen. El preso Jacinto Cortés y otros españoles de ese kommando habían hecho una cierta amistad con una familia del pueblo. Fue Jacinto el que le pidió a Anna Pointer que ocultase el paquete de fotografías y negativos que habían robado a los SS en el campo.
Cuando Mauthausen es liberado, Boix marcha a París. Allí da a conocer algunas de las fotografías sacadas del campo de concentración en periódicos y revistas próximos al Partido Comunista francés. Enseguida se publican varios libros y las autoridades francesas se interesan por quien podría ser un testigo de gran valor en los juicios contra criminales de guerra que se estaban preparando.
En 1946 Boix declaró como testigo en dos de esos procesos: el proceso de Nuremberg (Tribunal Militar Internacional) contra la cúpula dirigente del Tercer Reich, y unas semanas después en Dachau, en el proceso de la Sección Crímenes de Guerra contra 61 antiguos SS de Mauthausen. En ambos casos las acusaciones presentaron como pruebas las fotografías que Boix había hecho y robado en Mauthausen. Su testimonio y las fotografías presentadas fueron determinantes para sostener varias acusaciones y condenas.
Boix residió en París desde el verano de 1945 hasta su muerte, en 1951. En París trabajó como reportero gráfico en diversas publicaciones, entre ellas L’Humanité, órgano del PC francés. Escribió un libro sobre su estancia en Mauthausen, al que tituló Spaniaker, la forma despectiva con que se referían a los españoles algunos SS, e hizo llegar el manuscrito al escritor André Wurmser.
Cuando en los setenta la escritora catalana Montserrat Roig se interesó por el texto, Wurmser le dijo que se lo había dejado a Pierre Courtade, fallecido unos años después que Boix.
Aún hoy se desconoce el paradero de dicho libro.

MAUTHAUSEN. CUADRAGÉSIMA QUINTA JORNADA.
Martes 29 de enero de 1949.
Sesión de la mañana.
(Se hace entrar al testigo Francisco Boix)
El tribunal recuerda que ayer por la tarde proyectamos seis fotografías de Mauthausen que nos han sido proporcionadas por el testigo que todavía está en el estrado y que fueron comentadas por él. Este testigo indicó particularmente en qué condiciones fue tomada la fotografía que representa a Kaltenbrunner en la cantera de Mauthausen. Depositamos estas fotografías bajo el número RF-332 como documento francés. Permítanme hacer una pregunta más a este testigo y habré terminado con él, al menos en cuanto a lo esencial de esta declaración.
(Dirigiéndose a Boix)
¿Reconoce usted entre los acusados a algunos de los visitantes del campo de Mauthausen a quienes haya visto cuando estaba internado?
(El testigo se vuelve hacia el banco de los acusados, se levanta y señala con el dedo)
Speer
Todos los documentos gráficos que se conservan de Mauthausen, son obras de Boix. Los negativos y las fotografías fueron escondidas en jarras metálicas de leche.






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