Es el rincón de Albir lugar de encuentros mágicos.
Fue por aquí, exactamente en la sierra de Albir o sierra Helada, donde hace muchos años se reunieron para tomarse una paella tres curiosos contertulios. Se trataba del Viento, la Fiebre y la Vergüenza.
Y se cuenta que después de la comida, mientras se fumaban unos puritos, se ofrecieron mutuamente sus respectivos domicilios. El Viento dijo que moraba (como no podía ser de otra manera) en la Cumbre del Ventos. La Fiebre (un tanto acalorada por el atracón), dijo que se cobijaría en varios sitios costeros, principalmente en Denia. Y la Vergüenza, con voz algo insegura, aconsejó a los otros comensales que aprovecharan esa ocasión pues la vergüenza, una vez perdida, no había sitio donde encontrarla.
La primera parte de la fiesta era totalmente pagana: tomarse, como los anteriores personajes, una buena paella. Después vendrían las canciones y la música. Al atardecer se tumbaban en la playa, y desde allí arrojaban al mar 33 granos de sal o, en su defecto, 33 guijarros. Había otra posibilidad, subirse los pantalones o las faldas y entrar en el agua. Desde allí, la “contribución” era menor: 9 granos de sal o guijarros. Ahora bien, la oración al santo era la misma en ambos casos:
Benet Sant Cristòfol,
verge sóu dignes
Scrit en el cel,
anomenat en la terra.
Els peus dins l´aigua,
els peixets per les cames,
els pelegrins per la cinta,
la palma en la má,
florida y graná la flor de Jericló.
Qui dirà èsta oració
Tres voltes per la nit y tres pel dia,
les portes del cel ofertes trobaría,
i les de l´infern mai les voría.
Después se pedía tres gracias, de las cuales, al parecer, solo se conseguía una. Pero aún se dan más curiosidades en este enclave mágico.
Cuentas los marineros que en las Peñas de Arabí (como ellos llaman a Sierra Helada) existe un gran tesoro que, naturalmente, perteneció a los moros. En Albir, que en árabe significa pozo, se han encontrado muchas monedas, armas y joyas, pero el legendario tesoro está aún por descubrir. Según los marineros, en sus viajes por tierras argelinas, habían oído historias trasmitidas por los expulsado en 1609, que hablaban del tesoro de Sierra Helada. Según ellos, el tesoro se hallaba escondido debajo del pico más alto de la sierra, que naturalmente es el primero que recibe los rayos solares (de que me suena a mi esto).
Así tal cual, la tarea parece fácil..., pero desgraciadamente, la cumbre aparece trazada por igual, sin picos altos ni bajos, como un enorme nivel de agua. Alguien, en este caso la erosión de los tres personajes arriba citados, el Viento, la Fiebre (Sol) y la Vergüenza (perdida) de la construcción arrasadora e incontrolada, nos ha jugado una mala pasada a los eternos buscadores del oro del moro.