07 julio 2007

FRANCO, EL DRAGÓN RAPIDE Y ALGÚN FUSILAMIENTO

La historia conocida, a grandes rasgos, es más o menos así:

En febrero de 1936, las autoridades del gobierno de la Segunda República, destinaron a Franco a un lugar donde estuviese aislado, no participase en política y donde pudiese ser vigilado: las Islas Canarias.
Sin embargo, aquel aislamiento sirvió de muy poco.
Franco estuvo a la cabeza de la sublevación contra el Estado gracias al inventor Juan de la Cierva y el bimotor Havilland DH 89 Dragon Rapide, que lo llevó hasta Tetuán.
Con el fin de pasar desapercibido en su viaje, Franco
embarcó de paisano. Se había afeitado el bigote (sic) y había roto la documentación militar. Se hacía pasar por un turista inglés. Al llegar al aeródromo de Sania Ramel en Tetuán (capital del protectorado español en Marruecos) y donde residía el Alto Comisario de España en Maruecos, Franco ya iba vestido de general con fajín rojo. Se puso al frente de las tropas allí estacionadas (que le eran incondicionalmente fieles debido a sus años de mando de aquella región) y se dirigió en coche hasta Ceuta, ciudad de la que le separaba unos cincuenta kilómetros aproximadamente.
Allí comenzó todo lo que hoy llamamos Guerra Civil.
Pero hay otra historia que, por menos conocida, no deja de ser menos cierta:
El señor Franco y su primo, Ricardo de la Puente Bahamonde (comandante republicano convencido), crecieron como hermanos hasta que la ideología les separó. «Un día voy a tener que fusilarte», le llegó a decir en broma Francisco a Ricardo.
Pero el Tío Paco no exageró nada.
En 1936, fue el último militar fiel a la República del norte de África.
Para Franco, tenía al enemigo en su propia casa. En la madrugada del 18 de julio de 1936, cuando el ruido de sables ya había sido reemplazado abiertamente por el estruendo de los fusiles en el norte de Africa, muy pocos oficiales de la región se mantuvieron leales a la República. El último en caer, jefe de las fuerzas aéreas del norte de Africa y comandante al frente del aeródromo de Tetuán Sania Ramel, fue Ricardo de la Puente Bahamonde y era, como hemos dicho, primo carnal de Francisco Franco Bahamonde.
El general había llegado a apreciarle, pero fue implacable al ordenar su fusilamiento. En realidad, fue como la confirmación de un viejo augurio.
Ricardo, que también había nacido en Ferrol, era tres años más joven que su primo Francisco.
De la Puente Bahamonde fue enviado a Marruecos como jefe de las Fuerzas Aéreas, con base en el aeródromo de Sania Ramel, a pocos kilómetros de Ceuta. Apenas faltaban tres meses para el inicio de la Guerra Civil y aquél iba a ser su último destino. Al caer la tarde del 17 de julio de 1936, el comandante Bahamonde, ya había tenido noticias de la sublevación en Melilla y de la toma de la base de hidroaviones de Atalayón. No tenía dudas de que sería atacado el aeródromo. En pocas horas su primo, el general Franco, debía aterrizar allí a bordo del Dragón Rapide, procedente de Canarias, para tomar el mando de los sublevados en el norte de África.
De modo que cogió a sus subordinados leales (25 en total) y comenzó a preparar su defensa. Instaló cuatro ametralladoras sobre una torreta e iluminó la carretera por la cual podían venir las tropas atacantes con las luces de todos los vehículos de que disponía.
Ya era noche cerrada cuando se recibió una esperanzadora llamada: Madrid iba a enviar aviones de refuerzo y había que resistir a toda costa.
El teléfono volvió a sonar a las dos de la madrugada. Esta vez era el jefe de la sublevación en Tetuán, el teniente coronel Sáenz de Buruaga. Si Bahamonde no deponía su actitud, una columna de artillería y tropas de regulares cercarían el aeródromo.
Los aviones de Madrid seguían sin llegar, pero Bahamonde se mantuvo firme. Tal y como quedó reflejado en el consejo de guerra, el comandante no dudó en contestar: «¡Tendrán que pasar por encima de los que defendemos al gobierno legal en este momento! ¿En qué concepto me ordena usted que me rinda? ¿Quién es usted para darme tales ordenes?».
Dos horas y media después, el asedio se consumó. El comandante no tardó en comprender que los aviones prometidos por el Gobierno no iban a llegar nunca, que resistir sólo serviría para contribuir al derramamiento de sangre y que su primo había ganado esta partida. A las 05.15 horas de la madrugada del 18 de julio, enarboló un pañuelo blanco y entregó su pistola al comandante de regulares. Él y todos sus hombres fueron detenidos y trasladados a la fortaleza del Monte Hacho de Ceuta.
Unas horas más tarde, en la mañana del 19 de julio aterrizaba en el aeródromo el Dragón Rapide. Franco fue rápidamente informado de la actitud de su primo. El 2 de agosto se celebró el consejo de guerra. A las pocas horas de escuchar las acusaciones, y ante una defensa inexistente, fue condenado a muerte por traición.
EJECUCIÓN O INDULTO
Se envió a Franco el fallo para que, como máxima autoridad, aportara su enterado y firmara la ejecución o el indulto. El general debió de pensar que cualquier condena que no fuera la ejecución sería considerada un signo de debilidad, pero firmar la sentencia de un familiar tan cercano podría ser inquietante.
Y no lo hizo.
Decidió ceder su firma al segundo jefe, Luis Orgaz, quien la rubricó.
El comandante De la Puente Bahamonde fue fusilado el 4 de agosto de 1936, en los muros exteriores de la fortaleza del monte Hacho.
Eran las cinco de la tarde.
INFO: Guerra y Represión.
FOTO 1: Ricardo de la Puente Bahamonde
FOTO 2: El Dragón Rapide en pleno vuelo.
FOTO 3: Dos grandes amigos y Premios Nobel de la Paz
FOTO 4: Llegada de Franco a Tetuan a bordo del Dragon Rapide
FOTO 5: Monte Hacho, donde un servidor hizo la mili. Ese edifico cuadrado es el Cuartel Teniente Ruiz de Ingenieros. Muchas veces hice maniobras por el monte sin conocer la verdadera historia que allí ocurrió

 
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