09 agosto 2007

SALVADOR RUEDA: UN POETA Y UNA ISLA

Salvador Rueda Santos nació en Málaga el 3 de diciembre 1857.
Hijo de jornaleros humildes, este poeta muy relacionado con nuestra amada Isla Tabarca, tuvo una formación autodidacta:"Aunque de niño en mi casa pobre yo no servía más que para vagar a todas horas por los campos, pretendiendo descifrar los profundos misterios y las grandes maravillas, mi padre siempre me amparó por desgraciado y me tuvo un sitio en su corazón. Aprendí administración de las hormigas; música, oyendo los aguaceros; escultura buscando parecido a los seres en las líneas de las rocas; color, en la luz; poesía, en toda la naturaleza."
Leyó a Jorge Manrique, Garcilaso y Góngora, autores que le marcaron profundamente. Fue estudiante de latín, monaguillo, jornalero, guantero, carpintero, droguero, corredor de guías del puerto de Málaga, pirotécnico y oficial primero del Cuerpo facultativo de Archiveros Bibliotecarios y Arqueólogos.
Marchó a Madrid, donde Gaspar Núñez de Arce le proporcionó un empleo en la Gaceta de Madrid. Su poesía fue muy bien acogida en Hispanoamérica y allí marchó el poeta, que agradeció la hospitalidad en su poema "El milagro de América" (1929). Rueda fue solemnemente coronado en La Habana en 1910.
Tras su jubilación, decidió visitar la isla de Tabarca. Allí descansó una buena temporada y viendo que la muerte no tardaría en llamar su puerta, se dedicó a redactar un curioso testamento, donde dejaba muy claro cómo quería que le enterrasen. Aquellos últimos deseos decían así: "Mis restos, metidos en una fuerte caja lo mismo de ancha por los dos extremos, sin clavarles la tapa, se pondrán sobre dos firmes soportes de madera en la habitación derecha de la fachada que mira al mar y a Alicante, donde he dormido, padecido y soñado buena parte de su vida, no pudiendo nunca meter mis restos en tierra, pues, padeciendo de catalepsia, tengo infinito terror a lo cerrado y a la soledad. Ruego con todo mi corazón a las mujeres, hombres y niños de esta isla que tanto adoré que tengan un religioso respeto a mi tumba, en la cual no podrá nunca, bajo ningún pretexto, verificarse otro enterramiento que el mío. Deseo del digno sacerdote que vigilará el recinto, y al que le dejo una manda más arriba, que me acompañe un pájaro en una jaula, para seguir oyendo la divina armonía del mundo".
A pesar de todo y pese al ofrecimiento que le hicieron las gentes de Tabarca de vivir allí con los gastos pagados, Salvador Rueda decidió al final vivir pobremente en su Málaga. Su vida transcurría ahora en su casa de La Coracha de donde partía cada día para ir a comer a la Casa Laureano de la Calle Camas.
El día 18 de enero de 1931, por una suscripción popular, el Ministro de Fomento pone la primera piedra del monumento que se le erige y que podemos ver actualmente en el Paseo del Parque, obra de Paco Palma García.
Salvador Rueda moría en 1933 en su humilde casita de La Coracha, en Málaga.
Este gran poeta, de trazos alegres y coloridos, nos dejó un precioso homenaje a la isla que le vio caminar en sus últimos días.
Sólo él podía reflejar con su frescura, todo lo hermoso que tiene Tabarca

Isla Nueva Tabarca
Isla gentil;
que siempre te deseo;
de una guitarra tienes la figura
donde se ata la larga encordadura
está la soledad de mi recreo.
Dibujada en mi espíritu te veo
igual que un instrumento de hermosura
orlado de la mar por su bravura
que te azota con rudo bamboleo.
Para vivir,
qué hogar tan venturoso,
para soñar,
qué sitio tan dichoso,
para escribir,
qué mágico retiro
¿Quién fuera el ancho mar,
guitarra mía
que retiene tu caja de armonía
como un inmenso estuche de zafiro!
Salvador Rueda. 22 julio de 1912

 
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