10 septiembre 2007

EL PUENTE ROJO DE ALICANTE

El desarrollo descontrolado y el mal planeamiento de la ciudad de Alicante durante la segunda mitad del Siglo XX, llevó a una situación insostenible e incómoda para una ciudad de tamaño medio.

En lugar de haber optado por crecer de manera continuada, continuando las zonas ya existentes y generando un modelo compacto, la especulación que favoreció el desarrollismo de los 60, y la búsqueda de los terrenos más baratos en las afueras, provocó que la ciudad, en apenas 30 años, pasara de tener una concepción compacta y central (los límites de la ciudad los configuraban Benalúa / Ensanche / Plaza de Toros / Raval Roig), donde todos los servicios estaban próximos y los barrios interconectados, a un modelo con forma de "Y", en el que el extremo central lo conformaba la ciudad tradicional, y los barrios surgidos en torno a la Carretera de Madrid y la Carretera de Villafranqueza, los brazos de esta "Y".

Esto ocasionó un problema gravísimo para la ciudad y sus habitantes. El shock fue tremendo para una ciudad que había ido creciendo a un ritmo muy pausado durante siglos, y que en apenas un par de décadas, había absorbido una gran población inmigrante en pleno baby boom.
La ciudad quedaba configurada por dos grandes crecimientos periféricos desconectados y aislados uno del otro, con decenas de miles de personas viviendo en ellos. Para poder ir de La Florida a la Virgen del Remedio había que cruzar por pleno centro urbano, que con la decisión de prescindir del tranvía urbano, se había vuelto un hervidero de coches (España estaba comenzando a motorizarse a ritmo de 600). Al no tener un acceso rápido o cómodo al centro, tuvieron que dotarse de manera autónoma de dotaciones imprescindibles para tanta población: Galerías de Alimentación que suplieran la ausencia de mercados de abastos, plazas que permitieran el paseo y se fueron convirtiendo en iconos y auténticos puntos de encuentro...

En otro momento analizaremos estos barrios, pero sirva como adelanto que se cometieron atrocidades que hoy en día seguimos pagando, y que como consecuencia de este urbanismo negligente e hiperdensificado, aislado de la ciudad, surgieron guetos inseguros, barrios deprimidos, zonas sin dotaciones públicas, y una sensación de "aislamiento" respecto del centro urbano que todavía caracteriza a muchas generaciones que han nacido en estos barrios humildes.
Una pésima y tardía inversión municipal todavía no ha logrado la plena integración y la renovación del planteamiento de estos distritos.

Aunque el Plan General de 1956 ya establecía claramente las directrices que deberían regular el crecimiento de Alicante y la creación de la ciudad que llegaría a la posteridad, y entre ellas aparecía la creación de la Vía Parque y la Gran Vía como elemento integrador del crecimiento radiocéntrico y a través del litoral, éstas no se ejecutaron hasta prácticamente 40 años después, cuando la ciudad se había desarrollado sin ellas, y los síntomas de su inexistencia ya estaban enquistados y eran muy difíciles de subsanar. Fue empezar la casa por el tejado: se crearon los barrios sin las infraestructuras necesarias, y la ciudad se quedó dividida en dos, recordando a Villarriba y Villabajo.

Cuando la ciudad ya superaba los 200.000 habitantes, el Alcalde José Luis Lassaleta, durante su tercera legislatura, dio el impulso definitivo a la creación de la primera circunvalación de Alicante, tratando de poner la primera piedra de una futura red arterial que solventara los graves problemas de saturación de tráfico en el centro, y las carencias de movilidad que tenían los alicantinos.
Para el trazado de la Gran Vía, se habían respetado (salvo en las "Mil Viviendas" y algún punto de Los Ángeles) grandes espacios en las alineaciones, a salvo de las nuevas edificaciones, por donde se proyectó esta avenida. Se decidió que, por ser el tramo Sur al que más gente podría dar servicio, se iniciara aquí su construcción. El nuevo viario circularía entre el cruce con Lorenzo Carbonell en el Polígono de Babel y la Calle Teulada en San Blas, sirviendo a La Florida, Babel, Polígono de Babel, San Gabriel, Benalúa, Ciudad de Asís, San Blas, Polígono de San Blas...
Sin embargo, una gran barrera partía este recorrido en dos: las vías del ferrocarril.

El Primer tramo de la Gran Vía, recién inaugurado, limpio y reluciente, con el Puente Rojo de fondo.

Se requirió de una obra de ingeniería sin precedentes en la ciudad: la creación de un paso elevado que salvara la luz del ancho de la playa de vías que entraban en la Estación de Madrid, evitando así un paso a nivel que retrasaría la circulación y haría la circunvalación muy poco efectiva.
Fue así como nació el Puente del V Centenario, conocido popularmente como Puente Rojo, curiosamente, en el tramo de Gran Vía que recibe el nombre de Avenida del Conde de Casa Rojas.


En la placa que figura en su extremo Sur, se puede leer:
"
Siendo Alcalde el Excmo. Sr. D. José Luis Lassaleta Cano, el Molt Honorable Senyor En Joan Lerma i Blasco, President de la Generalitat Valenciana, inauguro el Primer Tramo de la Gran Vía el 5 de Junio de 1990".


En la actualidad, el Puente Rojo es un vecino diario de nuestro paisaje urbano, un hito y referente en las indicaciones, y una herramienta que va más allá de la conexión de dos zonas urbanas: es un icono de la lectura conjunta de la ciudad.
Representa el esfuerzo que se realizó en los 90 para convertir a Alicante en una auténtica ciudad moderna, y es la cicatriz que atestigua la separación que existió hasta su creación.

Sin embargo, el Puente es hoy una molestia para muchos. Alicante está inmersa en la mayor operación de transformación urbana que sufrirá en su historia después del trazado del Ensanche: el soterramiento de las vías del ferrocarril, que conllevará la creación de un gran parque urbano, varios rascacielos, centros comerciales, una gran estación intermodal... y esto, unido al desarrollo de la zona de los PAUs en la Gran Vïa y el futuro Plan Rabassa, crea una gran presión inmobiliaria por convertir esta zona en "idílica" y urbanizada bajo los estereotipos de barrios lujosos al estilo del actual Campo de Golf.
Por esto, el Puente se mira con recelo: alegan suciedad, oscuridad... pero en realidad lo único que sucede es que está muy mal mantenido, y no interesa cuidarlo. No se pinta, no se cuidan sus bajos, y así se favorece convertir su entorno en un lugar hostil y que no invita al paseo, que ya es muy poco frecuentado por su escaso grado de urbanización y por no existir una apuesta clara por el peatón.
Esto crea una sensación de suciedad e inseguridad que a nadie le gusta, y de nuevo, en Alicante se pretende "limpiar" y "barrer" a ritmo de dinamita en lugar de escoba y plumero.

La dejadez municipal es la única excusa. El puente funciona y en las fotos queda patente que en sus bajos existe una escala más que apropiada para que un gran parque urbano pueda pasar por debajo conformando un auténtico "arco" de entrada a la ciudad. En ciudades como Valencia esto sucede con puentes de muchísima menor escala en los jardines del antiguo cauce del Turia.

Si se adecentara el entorno de las vías, se eliminaran matorrales y se apostara por jardines y una buena iluminación, y el puente se pintara de nuevo, la imagen sería bien distinta, y todos lo apreciaríamos. Hoy en día el grado de descuido es tal que ni siquiera se reparan las juntas de dilatación, creando incómodos y peligrosos baches para los conductores que circulan a diario por el puente.

La zona donde posteriormente se levantaría el Puente Rojo. Las vías seccionaban la ciudad por la mitad.

Perspectiva aérea de la misma zona a mediados de los 90.
Fotografía aérea de 1997. La Gran Vía entre Salesianos y Maristas tenía un aspecto bien distinto y el terreno del PAU es un erial donde acaban los límites de la ciudad.

El Puente Rojo y sus inmediaciones (el PAU 1 en pleno desarrollo) durante el año 2003.

El Puente Rojo en el 2006.

Alicante es una ciudad sin río, y por tanto, no fueron necesarios puentes durante su crecimiento inicial como en otras ciudades. Sin embargo, tuvimos la suerte de que la ingeniería nos regalara una original muestra que hoy en día, sigue siendo el único nudo efectivo entre el Norte y el Sur de la ciudad, puesto que la fisura del tren sigue existiendo.
Este hito debería preservarse, no sólo porque pese a su breve vida ya es una pieza de la historia de Alicante, sino porque sería un derroche innecesario y un atentado contra los bolsillos de los contribuyentes usar millones y millones de euros en demolerlo y crear un paso inferior y una rotonda en su lugar, cuando el puente está en perfectas condiciones y hace menos de dos décadas que existe (en términos de la construcción, se podría decir que es relativamente "nuevo").

En los siguientes enlaces, podréis consultar las opiniones del Ayuntamiento, la sociedad Avant (promotora de la llegada del AVE a Alicante y del soterramiento), los vecinos, los ingenieros y los arquitectos.

Los arquitectos se unen a Avant en el rechazo al derribo del Puente Rojo

Díaz Alperi impone su autoridad y el puente rojo se derribará con el soterramiento de las vías del tren

El Puente Rojo


Derribar el puente rojo costará 15 millones de euros




Imagen de las sugerentes rampas en espiral que conectan el puente y el paso inferior.
Un día cualquiera, pasando por el puente de camino a casa, al trabajo, al centro...

El puente, visto desde las vías del tren.

Los pasos laterales peatonales tienen una estética realmente impactante e inusual. Su forma tubular y la ausencia de elementos tradicionales como barandillas (innecesarias por el sistema de cerramiento lateral tan plástico), parecen trasladarte en esta secuencia rítmica al futuro.
Evocadora imagen del lateral del Puente Rojo salvando las vías del tren.
Los bajos, con arcos y pilares de hormigón combinados en una estructura mixta con el acero.
El ojo del arco central atirantado con cables de acero.
Ironías del urbanismo alicantino: en el barrio que ha desencadenado principalmente la demolición del Puente Rojo, el PAU 1, proyectan una nueva urbanización que heredará su nombre en homenaje para cuando desaparezca.
Una nueva sugerente vista en la bajada hacia Salesianos y Maristas (ojo! aquí hay un radar de velocidad!)
La torre de acceso lateral, con el antiguo edificio de oficinas de Telefónica al fondo, otro hito de la Gran Vía.
Espléndida toma encuadrando una torre de iluminación del puente con la espiral de acceso.
Torre de acceso lateral. Se aprecia como los carteles de las nuevas promociones inmobiliarias han conformado el nuevo paisaje urbano de esta zona de Alicante en los últimos años.
Imagen de la gran dimensión de los bajos del puente, que reciben suficiente iluminación y tienen una escala muy potente como para poder continuar el parque urbano y albergar un auténtico punto de encuentro digno una vez se haya producido el soterramiento.
Imagen del puente desde el PAU 1.
La plaza urbana bajo el puente.
Los esbeltos pilares soportan los laterales del vano central.

Fotografías de Juan José y Rubén





Desde Alicante Vivo estaremos encantados en que compartas con nosotros tus recuerdos, fotografías o recortes de periódico del Puente Rojo. Buscamos las imágenes de cuando se anunció el proyecto en la prensa, las impresiones de los alicantinos tras inaugurarse el puente y transformar la ciudad...
te esperamos en alicantevivo@ono.com

Si quieres localizar el Puente Rojo, puedes verlo en nuestro mapa de Panoramio.

 
La Asociación Cultural Alicante Vivo se reserva el derecho de moderación, eliminación de comentarios malintencionados, con lenguaje ofensivo o spam. Las opiniones aquí vertidas por terceras personas no representan a la Asociación Cultural Alicante Vivo.