13 octubre 2007

EL LAPIZ DE GASTÓN CASTELLÓ: ALICANTE (I)

MONASTERIO DE SANTA FAZ
Si el cronista Bendicho escribió, refiriéndose al monasterio de la Verónica, “que aquesta Casa se edificó en la soledad, por que se entienda que no se encuentran todos los bienes en las ciudades”, hemos de añadir que no solamente la abundancia de los bienes se encuentra en el solitario sosiego de los campos, y no en el bullicio urbano, si no que, la esencia espiritual reside en las iglesias o monasterios campesinos.
Para nosotros, los alicantinos, el monasterio de la Santísima Faz, que por designio providencial, se levanta en la antigua barrancada de Lloixa, es norte y guía de todos nuestros afanes y vicisitudes, remedio anímico, consuelo dulcísimo y esperanza cierta. Relicario de piedra dorada, que alza sus cúpulas azules de tejas vidriadas sobre el campo torrado de la huerta, en la que los cándidos allozos, los aureos limoneros, perfumados naranjos y olivos bíblicos (que fueron el crisol de rancios apellidos locales), flanqueados de macizas torres que nos hablan de las enconadas luchas contra los piratas argelinos.
En lo alto, el cielo azul, que vibra con la esquila del Monasterio, tañida por dulces monjas clarisas.


ESTAMPAS ALICANTINAS
Por las laderas del Benacantil baja, ensanchándose, la calle de San Rafael, la de las albas azoteas con palomares rumorosos y ropa tendida coreada de brisas marineras, la primera que ha comenzado a remozar sus modestas casitas, vistiéndolas de colores claros, la que ya puede recibir a los exóticos viajeros ávidos de tipismo, que preguntan, invariablemente, si en la ciudad existen “des vieux taubourgs”, principio esperanzador del futuro barrio de Santa Cruz, dignamente reconstruido y urbanizado, el lugar que guarda las prístinas esencias de nuestro pueblo.
Plácemes al Municipio que tanto calor presta a tan romántica empresa.


ARRABAL ROIG
Relicario de Alicante marinero “traspasado de Mediterráneo” que alza sus fachadas polícromas al sol saliente entre barcas varadas de finas líneas y apagado verdor de palmeras. El que recuerda las viejas hazañas de Dragut y Barceló y sabe de largas singladuras por los anchos caminos del mar. El que da su mejores hijos a nuestra flota, templados con el agua salada del Cocó y fortalecidos en la dura lucha contra el levante, para que se mantenga latiendo en el espacio y en tiempo el honroso pareado:
“Pera a fragates y bergantins, ningú com els alacantins”.

 
La Asociación Cultural Alicante Vivo se reserva el derecho de moderación, eliminación de comentarios malintencionados, con lenguaje ofensivo o spam. Las opiniones aquí vertidas por terceras personas no representan a la Asociación Cultural Alicante Vivo.