Remigio Soler López es el artista benaluense por excelencia. Él es parte intrínseca de la historia artística, cultural y fogueril de la segunda mitad del Siglo XX en Benalúa y en Alicante. A pesar de haber recibido galardones, tener obra expuesta en muchos lugares, y de ser uno de los mejores artistas de imaginería y tallas de madera en activo, en su ciudad nadie le ha hecho un reconocimiento como es debido, y su obra se apila en un estudio oscuro, apartada de la mirada del público, esperando a que algún día, alguien se acuerde de Remigio como el gran artista alicantino que es.
Nació en Alicante, e inicialmente vivió en el casco antiguo, hasta que quedó solo en el mundo cuando apenas levantaba cuatro palmos del suelo, y desde entonces se vio obligado a resolver su porvenir, aunque para ello sólo contaba con el mérito y el vigor de sus inquietudes.
Tuvo que partir a Barcelona en los años de la postguerra, viviendo las penurias propias de aquel momento tan duro en España.
Cómo nació en él la idea de convertirse en artista no lo sabemos. Tampoco lo sabe él, pero el aprendiz de escultores y pintores, el muchachito que cada mañana se encontraba frente a la vida y los azares, fue asimilando sin prisas, con entusiasmo y con fe.
En la la capital catalana inició su formación artística, que continuó posteriormente cuando, a los 18 años, volvió a Alicante, y quedó tan prendado de Benalúa que, tres años más tarde, decidió venir a vivir definitivamente a la calle Arquitecto Guardiola, una de las que él considera mejores calles.
Desde entonces hasta ahora, el interés por conocer las raíces de Benalúa, la idiosincrasia de sus moradores, el pálpito cultural, artístico y deportivo e incluso la industria, ha hecho de Remigio Soler un auténtico enamorado de este barrio, en el que contrajo matrimonio y en el que nacieron sus hijos.
Al hablar con él es irremediable que su condición de artista acabe tiñendo cualquier rasgo de la conversación, lo que hace ver a cualquiera que tiene un espíritu inundado por el arte.
Hasta en la vida diaria del barrio, Remigio trataba de aportar el arte que lleva dentro, y colaboraba junto a los vecinos en la exitosa decoración festiva de su calle, consiguiendo en muchas ocasiones el primer premio.
Remigio Soler nos abrió sus recuerdos amablemente, y nos hizo viajar en el tiempo a través de sus palabras.
Durante años sus obras han viajado por centenares de lugares, incluso con exposiciones monográficas, y ha conseguido hasta tener expuesta hasta una obra en un museo del Vaticano.
Lamentablemente, el dicho de que "nadie es profeta en su tierra", con Remigio se ilustra perfectamente. Nunca ha recibido ningún reconocimiento a su trabajo y su obra. No se cuenta con él para convocatorias oficiales, jurados, conjuntos escultóricos o monumentos...
Es un artista histórico de la ciudad, que hoy vive dedicado a su obra, y desencantado con la actitud de la administración y el Ayuntamiento, que olvidan a este artista en activo sin ninguna explicación.
En la Calle Alberola, número 9, Remigio y su mujer tienen una agradable tienda de manualidades, y en la que los benaluenses se han reunido durante años para aprender técnicas de pintura y decoración.
¡Os recomendamos acudir a ellos cuando queráis hacer alguna incursión en el arte!
Remigio relata por qué no salió nunca de Benalúa: "En la calle Guardiola conocí, entre otras personas, a una chiquilla flaca de 13 años, más negra que una ciruela, llamada María teresa; se acercó a mí y me dijo: "Si quieres te echo una mano". Y a la fuerza de ella echarme una mano, yo le eché la otra y, tras siete años de relaciones, nos casamos. Echándonos los dos una mano, nacieron nuestros cuatro hijos: Isabel, María José, María Teresa y Remigio, todo esto sin salir del barrio. Hoy seguimos echándonos una mano con la misma ilusión".
Su mujer es su gran pilar de apoyo y su historia de pareja de barrio merecería escribirla para ser contada en la posteridad, cuando pasen tantos años que ya nadie recuerde siquiera dónde estuvo su tienda, o que en Benalúa se hicieron las mejores hogueras de todo Alicante.
Precisamente en esta misma calle, en un entresuelo, tiene Remigio su desconocido estudio-museo: un espacio inesperado, repleto hasta el último rincón de arte que nadie puede ver por no existir un apoyo al artista benaluense.
Cuando tuvimos la suerte de entrar y conocerlo creímos estar ante un espejismo. No podía ser real que todas aquellas esculturas y obras estuvieran almacenadas de aquél modo, desconocidas y olvidadas, esperando a ser expuestas en algún lugar a la altura de su valor.
Este es el mundo de un artista: un caos controlado, un desorden necesario que habla de una mente creativa e inquieta. Su mesa llena de dibujos y lápices. Periódicos con recortes que guarda orgulloso de sus éxitos aparecen donde quiera que mires.
Aquí trabaja Remigio, y aquí es donde escuchando su variada (y sorprendente) colección de discos con títulos de todo tipo, trabaja la madera para darle vida y convertirla en arte, y realiza sus maravillosos dibujos, que han sido portadas de libros, carteles, ilustraciones de periódicos...
En las estanterías, y en cualquier recoveco de su estudio, encontramos decenas de libros sobre arte, cultura alicantina, monumentos de la provincia... Y en cada rincón encontramos un trocito de la historia del artista, que nos recuerda su vida llena de éxitos, y nos hace reflexionar acerca del injustificable olvido al que se somete a Remigio.
Es inconcebible que todos sus dibujos estén deteriorándose, doblándose, arrugándose... que sus cuadros se apilen en la oscuridad sin que ninguna mirada curiosa pueda descubrirlos y emocionarse al verlos.
Él es un auténtico enamorado de Alicante, pero lamentablemente, es un amor injustamente correspondido. Ha dibujado auténticas obras de arte que han sido publicadas en periódicos, libros... y muchas veces, ni siquiera ha recibido compensación económica.
Sin embargo, aunque poco a poco, esta situación ha ido enquistándose, nunca ha negado su aportación cuando se le ha pedido algo para Alicante o su querido barrio de Benalúa, como por ejemplo, las portadas del libro de la Iglesia o del Llibret del 75 aniversario de la Foguera.
Es incomprensible que Remigio no tenga un lugar en la ciudad para exponer su obra y que pueda ser disfrutada por los alicantinos por siempre.