18 marzo 2008

EL TELESCOPIO: HISTORIAS DEL CASTILLO DE SANTA BÁRBARA (1)

Miguel Ángel Perez Oca, gran amigo de nuestra web e ilustre entrevistado de Alicante Vivo hace unos pocos días, nos ha enviado el artículo que leerá el próximo día 25 de Marzo en la Cadena Ser, donde tiene un interesante espacio semanal llamado "El Telescopio".
Como bien nos cuenta él mismo, es una auténtica primicia para todos vosotros, ya que este martes no hay programa con motivo de la Semana Santa; así que no lo leerá hasta el día 25.
Esperamos que os guste.
Y, por supuesto, nuestro enorme y reiterado agradecimiento a Miguel Ángel, por su continua amabailidad con nosotros.
Hasta pronto

HISTORIAS DEL CASTILLO DE SANTA BÁRBARA

El otro día acompañé a los chicos del Grupo Resurrección, de los Scouts Valencians, a visitar nuestro castillo.
Les enseñé los interesantísimos grafittis de barcos que hay en la sala de exposiciones que antaño fue una prisión, y los nombres grabados en las piedras del suelo del baluarte que servía de patio a los prisioneros durante la guerra civil y la inmediata posguerra.
Vimos el monumento al alcaide castellano Nicolás Peris, muerto en defensa de su castillo por el rey Jaime II de Aragón.
Nos asombramos de la tremenda herida que dejó en la montaña la explosión de una mina que los borbónicos colocaron bajo la torre del homenaje para desalojar a los ingleses en 1709, cuando la Guerra de Sucesión.
Y les conté la gesta de Pantaleón Boné y sus compañeros, que se alzaron contra el gobierno despótico en defensa de la constitución de 1812. Martín Empecinado, un lugarteniente de Boné, sobrino o hijo del famoso guerrillero, traicionó a su jefe entregando el castillo al general Roncalli, y eso determinó el fracaso del alzamiento y el fusilamiento de los que desde entonces fueron conocidos en Alicante como los Mártires de la Libertad.
Bajamos por la muralla que cierra la antigua ciudad por el Oeste, y al pasar por el baluarte de La Ampolla, junto a la ermita de la Santa Cruz, les conté la historia del artillero Vicente Torregrosa, que de un certero disparo de cañón desarmó el obús que los franceses de Napoleón había instalado junto a la ermita de Los Ángeles. Gracias a este prodigio de puntería, los invasores franceses jamás entraron en Alicante.
Nuestro castillo, asentado sobre el monte Benacantil, de 166 metros de altura, ha protegido a los alicantinos desde tiempos inmemoriales. En su subsuelo se han encontrado restos prehistóricos, ibéricos y romanos. Sin embargo, nadie sabe cuándo fue construido. Su primera mención documental es del geógrafo Al Razi, del siglo X.
Se sabe que Al Sayj al Aslami, señor de Callosa, se sublevó contra Abderramán III y se hizo fuerte en la alcazaba alicantina, y allí se mantuvo hasta que tuvo que rendirse tras un largo asedio.
El príncipe Alfonso de Castilla, que luego sería el Rey Sabio, ocupó sin resistencia la ciudad de Al Lakant y su castillo en 1248, en virtud de un tratado suscrito con el rey musulmán de Murcia que se constituyó vasallo de Castilla. Era el día de Santa Bárbara, y así fue bautizada la fortaleza. Y castellana fue esta tierra hasta que el rey Jaime II se propuso incorporarla al reino de Aragón. Nieto de Jaime el Conquistador y hombre gigantesco, fuerte y temerario, Jaime II tomó por asalto la primera muralla que protegía el albacar exterior, lanzándose el primero al ataque, espada en mano, mientras era protegido en sus flancos por varios caballeros leales, alguno de los cuales murió para salvarle la vida. Entonces, el alcaide castellano Nicolás Peris apareció a las puertas de la fortaleza, con las llaves en una mano y la espada en la otra, y tuvo la osadía de retar al rey a un duelo a muerte, cuyo vencedor se quedaría con las llaves y el castillo. Don Jaime, ciego de ira por la muerte de alguno de sus mejores caballeros, corrió en busca del alcaide y lo mató de un tremendo golpe de mandoble. Y así fue como nuestro castillo fue ganado para la Corona de Aragón. El cadáver del vencido fue descuartizado y entregado a los perros, en castigo a su atrevimiento de desafiar a todo un rey.
Un siglo después, el nieto de Jaime II, Pedro IV el Ceremonioso, mantendría una sangrienta guerra con el monarca castellano Pedro I el Cruel, y Alicante y su castillo fueron tomados y saqueados por ambos bandos en distintas ocasiones; hasta que, en 1369, el bastardo Enrique de Trastamara asesinó a su hermanastro Pedro I en los campos de Montiel. Le ayudó el mercenario francés Du Guesclin que, según dijo, no quitaba ni ponía rey sino que ayudaba a su señor, mientras le retorcía el pie al rey legítimo de Castilla. Vino la paz para Alicante, y su castillo fue reformado y ampliado, conforme el pueblo, a sus pies, prosperaba y crecía; y en 1490 Fernando el Católico le concedió el título de ciudad.
Otro día les contaré a ustedes los importantes hechos acaecidos en el Castillo de Santa Bárbara durante la Guerra de Sucesión.


MIGUEL ÁNGEL PEREZ OCA

 
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