07 agosto 2008

HISTORIA DE LOS HORNOS DE PENAGUILA

Historia de los hornos de Penáguila

A través del presente artículo vamos a efectuar un análisis de la historia de los hornos de Penáguila, concretamente, el período del SS. XIII-XIV.
Introducción de la situación económica de las villas reales de la Vall d’Albaida y l’Alcoià entre los SS. XIII Y XVI
Los dominios de la corona catalana-aragonesa en el reino de Valencia durante la baja Edad Media se estructuraban en torno a unas células contributivas, unos distritos fiscales básicos, las llamadas bailías locales. Las bailías venían configuradas a partir de las poblaciones, los municipios, y en su interior se producía el intercambio de rentas entre los contribuyentes, las comunidades locales, y el estado monárquico. De este modo, el numerario que se extraía de las bailías locales eran depositados de forma periódica en el baile general, es decir, el que se encontraba en la capital del reino de Valencia, como encargado de centralizar todos los ingresos patrimoniales de la corona.
Pues bien, los ingresos de la corona venían conformados por el terç-delme, es decir, la participación de la corona en el diezmo eclesiástico (un 25%), los tributos arancelarios sobre la circulación de mercancías (un 20%), el tributo jurisdiccional sobre la propiedad, conocido como la peita de las villas reales (un 13%), los derechos
+dministración de justicia (un 13%) y los monopolios sobre la transformación y distribución de la producción agraria –molinos, hornos, carnicerías- un 12%).
A finales de la Edad Media las exigencias bélicas y el costoso proceso de fortalecimiento del estado habían obligado a poner en marcha nuevos expedientes fiscales que cubrieran las crecientes demandas de numerario por parte de la corona. Fue a partir del S.XV cuando en la Corona de Aragón y el reino de Valencia, se construyó el nuevo sistema financiero dando lugar a lo que se conocía como la “fiscalidad del estado”, el impuesto público. De este modo, encontramos que en la Corona de Aragón y en el reino de Valencia, se constituye organismo financiero propio del reino frente al sistema hacendístico real. Por tanto, fruto de este nuevo sistema fiscal, aparecen las diputaciones de la Generalidad, cuya finalidad era gestionar la finalidad del estado y de representar los intereses de la sociedad política del país ante la corona. Las generalitats eran unos gravámenes arancelarios establecidos para la importación y exportación de productos textiles y alimentarios. Por el contrario, encontramos un impuesto conocido como “compartiments”, que se utilizaban para financiar algunos de los donativos que las cortes efectuaban a la corona.
Será a mediados del S.XIV cuando se produjo una situación semejante en las corporaciones municipales. Los municipios para hacer frente a las demandas económicas de la corona, fueron obteniendo privilegios para imponer y recaudar impuestos públicos en sus respectivas jurisdicciones. En el reino de Valencia, los ingresos económicos de los municipios recaían en dos elementos: la fiscalidad directa e indirecta, y la emisión de deuda pública. La tributación directa venía a plasmarse en la peita municipal (un impuesto sobre el patrimonio inmueble). Por el contrario, las sisas o imposiciones, eran una tasas recaídas sobre los productos alimentarios al por menor.
La fiscalidad del estado venía a nutrir la sociedad política del país, aglutinadas en las asambleas estamentales y en las entidades municipales. Sin embargo, de todos modos, la corona recibía una serie de donaciones de los beneficios públicos a través del consenso de las cortes y los municipios. Frente a la finalidad del estado encontramos el Real Patrimonio. El Real Patrimonio era la fuente vehicular de ingresos para la corona sin la necesidad del consenso de las cortes y los municipios. Además, la corona obtenía una gran solvencia económica mediante sus dominios territoriales.
Empezando ya a profundizar en la materia que nos concierne, en las comarcas de la Vall d’Albaida y l’Alcoià, el patrimonio de la monarquía se encontraba constituido por tres villas reales, Ontinyent, Penàguila y Biar, que venían a proporcionar unos 15.000 sueldos anuales. A mediados del S.XV se incorporan las villas de Bocairent y de Alcoy, por lo que los ingresos de la corona se duplicaron. De este modo, se estima que sobre el año 1440 las cinco balías alcanzaron la aportación de unos 30.000 sueldos.
Distribución de las rentas de la corona en las villas reales de la Vall d’Albaida y l’Alcoià
Bailías
Hacia 1440
Hacia 1525-1530
Alcoy
40,4%
47,1%
Ontinyent
26,8%
21,5%
Bocairent
13,2%
12,8%
Biar
10,1%
10,2%
Penàguila
9,5%
8,4%
También debemos esclarecer que el patrimonio de la corona en el reino de Valencia, no sólo significaba la base principal de los ingresos de la monarquía, venía a suplir los servicios y favores de la nobleza con la recompensa de señoríos y para saldar las deudas contraídas con los acreedores reales. Fruto de esta dilapidación del Real Patrimonio, nos encontramos que la villa de Alcoy, en 1395 la reina doña María la había vendido a dos mercaderes barceloneses por 26.000 florines de oro. Siguiendo la misma línea, en el año 1392 Penáguila había servido como garantía de un préstamo concedido por la ciudad de Valencia a Martín I y, diez años más tarde, pasa a convertirse en señorío privativo de la capital del reino de valencia a través de la venta de Martín I por mediación de 10.000 florines.
Los hornos reales
Los hornos constituían una de las fuentes de la fiscalidad real. En la carta puebla de Biar se concreta que los hornos quedaban bajo el control de la corona. Fruto de este dominio real, encontramos que en el año 1263 en la población de la Vall d’Albaida, Jaime I intercambiaba a Pero Pomar, caballero aragonés, dos hornos que éste poseía en la villa por otra instalación de este tipo. Por lo que concierne a la villa de Alcoy, consta que existían dos hornos que sobre el año 1300 eran arrendador por 681 sueldos y en 1301 y 1302 por 742 sueldos.
Foto: Flickr, autor alfanhui, horno de leña ante el Puig Campana
Se imponía una tasa de forma generalizada, conocida como fornatge, es decir, el derecho fiscal sobre la cocción del pan, que equivalía a un pan de cada veinte. Sin embargo, la corona empezó a ceder la explotación de los hornos y, por tanto, también el fornatge, bajo la enfiteusis. De este modo encontramos que este funcionamiento viene a consolidarse en Ontinyent en 1376, y en uno de los hornos de Biar en el mismo año. Se estima que a principios del Cuatrocientos, todos los hornos reales de Bocairent y Penáguila debían de satisfacer todos sus censos en metálico.
Los censos enfiteutas más altos correspondían a los cuatro hornos establecidos en el núcleo urbano de Ontinyent, que hasta 1507 abonaban de forma conjunta 500 sueldos. Por lo que respecta a Bocairent, los hornos que databan de 1416, pagaban anualmente cada uno una cuota de 35 y 25 sueldos. Sin embargo, podemos observar que el horno más antiguo (1416) de Biar abonaba nueve sueldos, aunque el nuevo horno construido en 1499 se le asignó un montante de 30 sueldos. Por último, la población que registró los sueldos más bajos es Penáguila. El Forn damunt la plaça tenía adjudicados veinte sueldos y el forno davall la plaça abonaba 10 sueldos, que finalmente se vieron reducidos a 7 sueldos a partir de 1514.
Distribución y censos enfitéuticos de los hornos reales de Penáguila
Forn damunt la plaça
1413-1530 20
Forn davall la plaça
1413-1479 10
1480-1483 Destruido
1484-1501 10
1502-1513 Destruido
1514-1530 7
Si bien estas aportaciones eran modestas, podemos observar que la suma del montante anual ascendía a cantidades destacadas. El horno de Biar proporcionaba entre 300 y 500 sueldos anuales. Por el contrario, los tres hornos que funcionaban en Alcoy a partir de la segunda mitad del Cuatrocientos, aportaban el millar y hasta los dos millares de sueldos al año.
Foto: La Tahona. Francesc Catalá-Roca (1955)
Por tanto, atendiendo a las cifras expuestas, se estima que el enriquecimiento de las arcas reales a través del monopolio de los hornos de la Vall d’Albaida y l’Alcoià, eran considerables, aunque no era la única actividad que contribuía al mismo.
ENRIQUE BROTONS

 
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