LA NOCHE DE LOS CRISTALES ROTOS

Y no nos referimos, obviamente, al exterminio judio ocurrido en Alemania y Austria durante la noche del 9 al 10 de noviembre de 1938, paso previo hacia el inicio del Holocausto.

Aparcar en Alicante es difícil: ¡muy difícil! Desde hace unos meses, además, es prácticamente imposible en la zona de la Plaza de Toros. La construcción del Auditorio Provincial en la zona de Campoamor ha motivado la migración a la calle Teulada del tradicional mercadillo y la peregrinación de centenares de conductores que cada mañana aparcaban en esos terrenos.
Ahora es mucho más difícil hacerse allí con una plaza libre de manera que la alternativa pasa por guarecer el vehículo en el complicado aparcamiento de San Cristóbal o el nuevo y un tanto desconocido parking de la calle Vicente Inglada. Pero la fortuna de hallar un hueco en Campoamor no es garantía de que podamos marchar tranquilos para la cama.
En la mañana del miércoles 20 de agosto al menos dos coches han amanecido con los cristales rotos. En las inmediaciones del colegio público Campoamor un Peugeot 407 mostraba abierta su parte trasera, mientras que los cristales en el suelo evidenciaban el tremendo golpe necesario para acabar con la luneta trasera.

Igual suerte ha corrido un Seat Ibiza perteneciente a la villenense empresa Forte. El cristal izquierdo, junto al asiento del conductor, había abandonado su lugar para trasladarse en mil pedazos al suelo. Esta mañana era uno de los comentarios más recurrentes entre el personal de la cercanas dependencias de la Conselleria de Sanitat.

Por cierto, el de los vidrios rotos no es el peor de los espectáculos de Campoamor. El estrecho camino que ha quedado entre las dos zonas del recinto y que sirve de corredor hacia la puerta del patio del Colegio Público se encuentra absolutamente invadido de suciedad y deposiciones caninas calentadas al sol. El olor, la inmundicia y la indignación en agosto pueden ser mínimas respecto a lo que sentirán los padres de los escolares que a partir del mes que viene tengan que transitar por semejante pasaje de los horrores.

JUAN ÁNGEL
VILLENERÍAS