18 octubre 2008

LA PLAZA DE LA PUERTA DEL MAR


Es un lamento, pero también una flagrante realidad: carecemos de nobles piedras, de bustos de bronce oxidado, de edificios antiguos.
Ya Antonio Valcárcel, conde de Lumiares, en 1780, nos pegó un repaso como para sacarnos los colores: «(...) tantas inscripciones destrozadas, tantas estatuas deshechas, tantas medallas consumidas, no han sido capaces de mover la desidia, viendo estos apreciables monumentos víctimas del pico y del fuego». Aunque seguimos sin enmendarnos.
Y es que hay ciudades que se devoran a sí mismas y otras que guarnecen sus señas en el reverso.


Tal vez, con objeto de paliar el verecundo déficit, la Corporación decidió embellecer la emblemática y destartalada plaza de la Puerta del Mar, con una fuente luminosa. Antes, con buen criterio, se procedió a las obras de pavimentación, aceras y encintados del amplio solar, con un presupuesto que ascendía a 528.110 pesetas. Después, y en pleno de 29 de abril de 1960, se acordó, con carácter de urgencia, consolidar el subsuelo en torno al paraje de ubicación de la referida fuente, cuya iniciativa se tomó el 7 de diciembre de 1959.


De inmediato y prescindiendo de la exposición pública y demás trámites inherentes a la aprobación de cualquier proyecto, por cuanto gozaban del privilegio de obras de ejecución inmediata, se adjudicaron a don Avelino de Uz Rodríguez, «contratista acreditado ante este Ayuntamiento». Agatángelo Soler y sus ediles andaban jubilosos y con premuras. La Explanada iba a disponer pronto de un digno elemento ornamental.


Se encargó el proyecto de la fuente luminosa al ingeniero catalán Carlos Buigas, quien ya había puesto en pie la de la exposición de Barcelona. Y el alcalde se marchó a visitarlo para ultimar detalles.
El diámetro total de la fuente tendrá diecisiete metros y medio; el de la taza central, once. Y el caudal máximo de los trece chorros previstos será de ciento cincuenta litros por segundo, que caerán por el vertedero al estanque formando así una cascada luminosa. Fuerza y luz, con ochenta y tres kilovatios y medio. Se presupuestaron 750.000 pesetas para su construcción.


Las ciudades de agua que brinca al aire tienen la ventura de sucederse en imágenes y la gracia de en calmar los acaloramientos. Algunas noches de verano, a los automóviles que circulan cerca de la fuente, los parabrisas se les llenan de taraceas.

Fuente: D. Enrique Cerdán Tato.
Gateras 1992

 
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