27 enero 2009

ECONOMISTAS NO, GRACIAS

Economistas rusos estudiando la forma de ahorrarse una pasta en Kleenex. Extraída de http://miblogdecosasdivertidas.blogspot.com
Si yo fuera economista no se lo diría a nadie, no fuera que se riesen de mí. Porque, admitámoslo, el de los economistas es un gremio que últimamente ha hecho un ridículo espantoso.

Hasta hace poco, los economistas gozaban de un inmerecido prestigio. Eran, o se creían, tan importantes que hasta exigieron que se creara un nuevo Premio Nóbel de Economía para premiar sus gracias. Porque claro, ellos eran los que sabían los secretos del dinero, y en este mundo actual de consumo y dividendos, no hay nada más importante que el dinero, ¿verdad? Pues no, se equivocaban, que más importantes que el dinero son las personas; y no solo más importantes, sino también imprescindibles a la hora de explicar los fenómenos sociales. Y una gran crisis económica es, sobre todo, un terrible fenómeno social que provocan y sufren las personas. Y eso, a pesar de los economistas, es lo importante. Porque, vamos a ver: si ninguno de esos prestigiosos premios Nóbel y famosos augures de las finanzas fue capaz de ver llegar a tiempo la enorme crisis económica mundial que hoy nos aqueja, ¿para qué sirven? Si solo son capaces de explicar lo ocurrido a toro pasado, y ese diagnóstico no nos vale luego para prevenir futuras desgracias, ¿para qué sirven? Si ahora los vemos dar palos de ciego, inyectando grandes cantidades de dinero a los bancos e industrias del automóvil, intentando apagar el incendio que algunos de sus colegas más audaces han provocado, ¿para qué sirven?

Y si al final todo depende de un parámetro denominado “confianza”, que es un estado de ánimo y, como tal, espiritual e intangible, ¿no estarían mejor estudiando Psicología que Economía? Si todas nuestras esperanzas están depositadas en que Obama sea capaz de convencer a sus compatriotas para que arrimen el hombro y venzan a la crisis, los economistas deberían darse un baño de humildad, y deberían darse cuenta de que son las personas las que pueden salvar esta situación y no sus abstrusos cálculos inútiles.

En fin, amigo, no sea usted economista y piense en las personas.

Miguel Ángel Pérez Oca. (Leído en Radio Alicante el 27-1-2009)

 
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