29 enero 2009

LA CRUZ DE (TODOS) LOS CAÍDOS


                                              
Corría el fatídico año de 1939. El 1 de abril, un día después de la toma de Alicante, se daba por finalizada la Guerra Civil. Una de las primeras tareas que se encomendó la Gestora franquista presidida por D. Ambrosio Luciáñez fue el perpetuar la memoria de los caídos del bando sublevado. Esto ocurrió en la sesión del 21 de abril de 1939. Se acordó erigir en la Plaza del Teniente Luciáñez (hermano del alcalde) una cruz conmemorativa.

El 18 de octubre de 1939 se adjudicaba su construcción con un coste de 14.884'10 pesetas. El lugar elegido en un primer momento fue, como hemos dicho, el Paseíto de Ramiro. Posteriormente se pensó en el Paseo de Canalejas y al final, por indicación del Ministerio de Fomento, se levantó frente a la Plaza de Calvo Sotelo, en el lugar donde se alzó el monumento a Maisonnave (que estaba en el interior de la plaza desde mediadios de los 30) y que iba a sustituir a la cruz provisional que allí se alzaba. El presupuesto subió por el cambio de materiales. Ahora se presupuestaba por 19.500 pesetas y se adjudicaba a José Espuch Canet.

La cruz de hormigón armado recubierto de aplacado de piedra fue obra del arquitecto D. Miguel López en colaboración con D. Miguel Abad Miró.

La Cruz de los Caídos debía estar terminada para el primero de abril de 1940 pero no fue así. Fue anunciada para el 2 de junio, pero coincidía con la II Concentración Provincial de Organizaciones Juveniles. Al final se optó por trasladar la concentración al 9 de junio e inaugurar la cruz el día previsto con su inevitable misa de campaña. Algunos alicantinos jocosamente comenzaron a llamarla "el Sacacorchos".


No fue el único monumento que conmemoró a los Caídos por Dios y por España. Años después sería inaugurado el Monumento a los Caídos de la Vega Baja, eso sí, trasladado de lugar porque los terrenos previstos los había comprado el Estado para levantar la fábrica de aluminio.

Nos trasladamos al año 1986. Nostálgicos del viejo régimen y el exalcalde y portavoz de Alianza Popular en la Diputación D. José Manuel Martínez Aguirre decidían conmemorar el 50 aniversario del fusilamiento de José Antonio y el 11 aniversario de la muerte del dictador lanzando desde una avioneta banderas nacionales y claveles con los colores rojo y amarillo. Tras la misa en San Nicolás en la que se recordó a Franco como benefactor de la Iglesia (cada uno barre para su casa) se trasladaron los presentes hasta la Cruz de los Caídos a la espera de la que iba a ser una espectacular lluvia rojigualda. Una vez allí Francisco Marcet, líder provincial de la Asociación Don Pelayo, informó a los presentes que el acto había sido prohibido por el Gobierno Civil. Tras un breve paseo, los presentes, cantando el Cara al Sol, se dirigieron a protestar ante las puertas de la citada sede. Una vez allí se les informó que la avioneta había desistido en lanzar banderas y claveles al serle advertido desde Aviación Civil que el permiso lo tenía caducado.

El alcalde Lassaletta, seguramente cansado ya de estos alborotos decidió tomar cartas en el asunto y modificar la inscripción y por tanto el significado, de la Cruz de los Caídos. El 6 de marzo de 1987 el Información publicaba en portada la nueva inscripción de la cruz que rezaba (nunca mejor dicho) así "1936-1940. A TODOS LOS HOMBRES Y MUJERES QUE MURIERON EN DEFENSA DE SUS IDEALES".

La nueva cruz fue inaugurada un simbólico 8 de marzo de ese año por el alcalde y por el Gobernador Militar D. Juan Segura, los cuales colocaron una corona de laurel arropados por concejales, diputados, políticos, el Presidente de la Audiencia, Comandante Militar de Marina, Coronel del CIR y multitud de alicantinos. De esta forma Alicante honraba a todos los caídos en la Guerra Civil.

Pero no fue ésta la última vez que la cruz dió que hablar. A finales de 1989 se anunciaba que la Cruz de los Caídos debía retirarse para construir el aparcamiento de Maisonnave. Su destino: el Cementerio. En su lugar se alzaría un monumento al V Centenario del título de Ciudad.

Volvía la polémica. Pese a que el PP no se negó a la retirada del monumento, su portavoz Dª Maribel Díez de Lastra se negaba a ahora al traslado. A ella se sumaba la representante de los vecinos del Edificio Cortefiel. Pero todo estaba pensado. La cruz sería cubierta por sacos atados con alambre y embalada entre varias planchas de madera. La base de piedra con la inscripción se pensaba mantener colocándole una llama eterna y un estanque que recordara a las víctimas. En la nueva rotonda que quedaría anexa se pensaba colocar un monumento al V Centenario como ya hemos comentado.

Pero las páginas de opinión se llenaron de cartas a favor y en contra y el alcalde, a la espera de que se apaciguaran los ánimos, decidió dejar para más adelante el traslado, que como todos sabemos nunca se produjo.

Aquella bonita plaza ajardinada quedó arrasada y convertida en un bodrio provisional cubierto de grava con traviesas de tren formando jardineras, una rotonda inutilizada y un monumento dañado por las máquinas de la obra.

En el año 2002 se reformó definitivamente la plaza de Calvo Sotelo incluyendo el desaparecido jardín de la Cruz de los Caídos. Desde ese momento el republicano, laico y masón Maisonnave salía de la plaza y quedaba a la sombra de la Cruz que desde 1987 recuerda a todos los Caídos.

Fuentes:
- Diario Información
- La escultura pública en el espacio urbano de Alicante (R. Mª Castells González)
- Crónica de Alicante. Tomo II (Enrique Cutillas Bernal)

 
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