08 agosto 2009

UN ANIVERSARIO Y UN GRAN HÉROE

                        
Mañana domingo, día 9 de agosto, se cumplirán 155 años de aquella terrible epidemia de Cólera Morbo que azotó la provincia de Alicante en el año 1854.
               
Del mismo modo, tan triste acontecimiento está inexorablemente unido a un hombre cuyo valor, caridad y templanza ante la epidemia, nunca debe caer en el olvido: D. Trinitario María González de Quijano, gobernador civil de Alicante. Y aunque sólo estuvo en nuestra ciudad un mes (había nacido en Guetaria, Guipuzcoa), con su muerte se inició una leyenda que unió a muchos pueblos y localidades de la provincia.
                    
El cólera, una enfermedad infectocontagiosa trasmitida a través de la comida y el agua contaminada, causó la muerte a más de 236.774 personas en España, afectando a 18.000 habitantes de nuestra provincia. Muchos alicantinos habían huido a los pueblos y fincas de la periferia, pensando que la enfermedad quedaría atrapada entre las (todavía) existentes murallas de Alicante. Por desgracia, la plaga acabó invadiendo toda la provincia. El balance general aproximado de víctimas tras los 47 días que duró la epidemia fue de 1964 fallecidos.
                   
Tras jurar el cargo el 16 de agosto de 1854, D. Trinitario comenzó una frenética actividad jamás igualada por ningún político en nuestra historia, destinada a sofocar los latigazos del cólera: obligó la apertura de todas las tiendas de comestibles, sancionó con duros castigos  a los especuladores que vendían los artículos de primera necesidad a sobreprecio, denunció ante el Obispo de la diócesis, Félix Herrero Valverde, la huída de la mayoría de los sacerdotes y los obligó a retornar para ayudarle a confortar a los enfermos, compró medicamentos y suministros con su propio dinero para repartir entre los más necesitados, redactó un edicto en el que obligaba a la fabricación de horchata de arroz día y noche para servicio público, mandó despachar recetas gratis de medicamentos, concedió ayudas económicas de tres reales diarios a las familias consideradas pobres de solemnidad, otorgó exención del pago de tributos… Y todo ello mientras visitaba a caballo o diligencia todos los pueblos de la provincia, en los que los habitantes morían a decenas.
                            
Isabel II le concedió el 5 de Septiembre la Gran Cruz, pero él siguió sin inmutarse con su trabajo diez días más, hasta el 14 de septiembre. En ese momento, los médicos le diagnosticaron la infección cuando ya remitían los síntomas entre la población. "Sé que voy a morir, pero muero contento porque voy a ser yo el último de la procesión". Delirando y entre grandes sufrimientos, Quijano expiró a la una y cuarto de la madrugada del día 15 de septiembre.
                     
Fue enterrado en el panteón de la Iglesia de Santa María, hasta que D. Francisco Morell y Gómez levantó, por suscripción popular, el Panteón que hoy lleva su nombre y que en breve será restaurado por nuestros amigos de la Concejalía de Cultura. Allí fueron trasladados sus restos mortales, en un acto solemne cívico-religioso, el 16 de septiembre de 1857.
                   
En estos días que escuchamos en prensa, radio y televisión, las noticias no menos alarmantes de la posible pandemia de gripe A, y dejando muy claro que ni el Alicante actual ni los medios sanitarios son comparables a los de antaño, la Asociación Cultural Alicante Vivo cree que la figura de D. Trinitario María es el mejor espejo en el que podemos mirarnos; él demostró que con tesón y altruismo se pueden afrontar las más duras adversidades de la vida.
              
Recordemos pues las fechas de tan sentidos acontecimientos: 9 de agosto y 15 de septiembre de 1854. Los días en que la vida y la muerte lucharon entre sí en nuestra tierra.
           
Nuestra memoria es el mejor agradecimiento que podemos hacer a los héroes, miles de ellos anónimos, que han forjado la historia reciente de Alicante.
 
Descansen en Paz

ASOCIACIÓN CULTURAL ALICANTE VIVO

 
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