07 noviembre 2009

MIGUEL HERNANDEZ. CAMINO DEL CENTENARIO.

En el 30 de octubre del 2010 se cumplirán cien años de la llegada al mundo de Miguel Hernandez Gilabert. De él se ha contado mucho y aún me consta, queda por contar. El texto que sigue es un entramado digno de las Parcas, que pretende relatar uno hechos acaecidos a Miguel Hernandez entre su llegada a la carcel de Alicante y su muerte.

UN POCO DE HISTORIA FAMILIAR
Para comprender este relato he de remontarme tiempo atras.

Julio Oca y Magdalena Pérez el día de su boda.

Julio Oca era hermano de Arturo Oca, mi abuelo. Julio casó con Magdalena Pérez, y Arturo con Concepcion Pérez, mi abuela y prima hermana de Magdalena. Es lógico ver que los dos primeros apellidos de los 5 hijos de Julio y Magadalena y los 6 de Arturo y Concha, eran Oca Pérez.

Hoy solo sobreviven dos hijos de Julio. Eugenio y Maria Magdalena, y por parte de Arturo y Concha, mi madre, Magdalena.

Aclarado este punto, tengo que decir que este año ha sido duro. Duro porque Maria Luisa Blay, viuda de Julio Oca Pérez, y meses despues, Isabelita Masanet, viuda de Eusebio Oca Pérez, fallecieron. Eusebio Oca Pérez y Julio Oca Pérez eran inseparables. El primero sufrió de muy niño un accidente al caer por la tápia de los Salesianos. Durante los dos años de convalecencia, uno de sus profesores y amigo del Doctor Ramón Oca y del padre de Don Agatangelo Soler, acudió casi a diario a la cama de Eusebio. Así, gracias a este ángel, Eusebio pudo seguir sus estudios. Ese buen hombre, salesiano, se llamaba Recaredo de los Rios. Años después, los estudiantes de magisterio, Eusebio Oca y Julio, participaron en el rescate del Padre Recaredo que iba a ser ahorcado por la chusma que había incendiado el templo de los Salesianos. Al comienzo de la Guerra Civil, el comandante Julio Oca, padre de los antes nombrados, partió a Valencia a rescatar a su primo Simón, sacerdote y a dos primas teresianas. Los ubico en Pinoso. El padre Recaredo recibió la misma oferta que fue rechazada al pensar que en Villareal (Castellón), su lugar de nacimiento y con su familia, estaría a salvo. Se equivocó. Cinco hombres con documentación poco clara fueron retenidos en el cuartelillo del pueblo. A la noche un grupo de asesinos los sacaron y dieron muerte, sin más, a las afueras de Villareal. Su delito, ser salesianos.

Julio Oca, el comandante, participó en la batalla del Jarama, donde fue herido. Condecorado como héroe y enfermo, se le destinó a ser comandante encargado de la instrucción de los nuevos reclutas que llegaban al Cuartel de Benalua. Allí tuvo lugar otro hecho a resaltar. Lo hablé tiempo ha con mi amigo José Soler. Una mañana, se presentaron un grupo de paisanos armados en busca de dos de los reclutas. Uno era Agatangelo Soler, el hijo del contertulio farmaceutico del Doctor Ramón Oca; el otro, el propio Comandante. Pistola en mano impidió el acceso al acuartelamiento de aquellos matones. Esta acción le valió a Julio el no ser expulsado del Ejercito tras la victoria franquista. Solo fue jubilado. Murió joven. Antes de que su hijo Eusebio saliera de la carcel.

Juliete y Eusebio acabaron en la cárcel. Eusebio no quiso marchar en el mes de marzo del 39 de Alicante, quizas en el Stanbrock. Juliete siendo menor de edad, se había apuntado en las Brigadas Intenancionales. Eso le costó una condena de dos años de carcel que quedó en menos de un año. Eusebio, represaliado como maestro y presidente de la FUE, padeció seis años de los veinte a que se le condenó. Después, fue exiliado a Barcelona.


¿Os suena esta foto?. Siempre la hemos visto nueva, sin deterioro. Esta forma parte del Archivo Municipal del Ayuntamiento de Alicante.


En el 4 de enero de 1939, nació Manolito. Manuel Miguel. Era el segundo hijo de Miguel Hernandez. Juliete, hijo de Eusebio Oca, el 18 de febrero del 39. El primer hijo de Miguel hernandez se llamó Manuel Ramón. Siempre Manuel. Como su suegro, el padre de Josefina, guardia civil asesinado en Elda al comienzo de la contienda.

La vida es curiosa. Días después del aniversario de la muerte de Miguel Hernandez, falleció la tia Maria Luisa, viuda de Julio Oca. Ocas de media España se dieron cita en el tanatorio, cerca del cementerio. Tras dar tierra a la tia, Juliete, Carlos y Merceditas acudieron en mi compañia a visitar, primero la tumba de mi hermana Conchi y despues la de Miguel Hernandez y su familia. Juliete, el mayor de los hermanos, miraba la tumba con melancolía. Aproveché para hacerle una foto. Al comenzar el centenario de Miguel, me creo en la obligación de aportar algunas historias. Unas contadas por mi madre, otras por la viuda del Comandante Julio Oca, por Eusebio Oca, Isabelita, su viuda o mis primos.

Julio Oca Masanet contempla la tumba donde reposan Miguel, Josefina y Manuel Miguel. Para él, Manolito. Compañeros de juegos a la puerta del "Reformatório de Adultos de Alicante". Mi padre. Miguel Pérez, cuando leía lo de Reformatorio, sonreía con tristeza.

Juliete está en comunicación con diversos personajes de Alicante con el fin de aportar documentación sobre Miguel Hernandez, y que está en poder de mis primos. Se de un encargo a una grandisima pintora de Alicante de un retrato de Miguel. Vá a a ser un gran año. Y Alicante Vivo vá a estar ahí. Nuestro articulo "MIGUEL HERNANADEZ. ALGUNAS PINCELADAS" ha servido, junto con un original guardado en determinado archivo y en el que pone "Dibujo de Oca", para determinar la autoria del retrato del poeta muerto con los ojos abiertos. Hay mucho material. Yo solo voy a contar una pequeña historia y a enseñar unas fotos. La historia, ésta en particular, la sé por mi madre y por Isabelita. Después, fue confirmada por alguno de sus hijos.

LA CARCEL DE ALICANTE
Si la Parca Clotho inicia el hilado de cada vida, que ya es trabajo, Láchesis es la encargada de enrrollar, medir, unir, desunir, etc... los hilos de la vida. Al final de cada vida, Atropos, corta el hilo.

Si tomamos los hilos de la vida de Miguel Hernandez, Miguel Pérez y Eusebio Oca a finales de marzo de 1939, veremos qué lejos estaban unos de otros. El poeta iba camino de Huelva para pasar a Portugal; el militar rendia sus tropas, una División en Pozo Blanco; y el maestro esperaba en su casa a que fueran a por él, a detenerlo.

Evidentemente, no podrían encontrarse más lejos uno de otro. Los dos Migueles coincidieron en la carcel del Conde de Toreno, en Madrid, y después en Ocaña. Ya habían coincidido en Jaen, en la toma del monasterio de la Virgen de la Cabeza. Al llegar a Alicante, Miguel el militar, pesaba 42 kilos. Una niña de Ocaña le llevó la maleta de tres kilos pues se le caía de las manos al atlético soldado. Miguel, el poeta, llegaba con los pies ennegrecidos por la congelación y enfermo de los pulmones. Eusebio llevaba ya más de un año en la carcel de Benalua. Por su condición de inválido, prestaba servicios en la enfermeria. El reencontrarse el militar y el maestro, debió ser muy emocionante. Miguel era novio de Magdalena Oca Perez, prima hermana de Eusebio Oca. Miguel se repuso gracias a los cuidados de sus padres, que todos los días le llevaban comida enlatada y que Miguel repartía con sus compañeros. Lo sufrido en Benalua es largo y terrible. Después llegó Miguel, el poeta. Su familia no podía visitarle pues él y Josefina no estaban casados por la iglesia. Eusebio lo hizo estando en la carcel para poder ver a la dulcisima Isabelita y a Juliete, su hijo, nacido a finales de febrero de 1939.

LAS VISITAS
Aquí es donde quiero ir a parar. Magdalena, mi madre, no podía visitar a Eusebio porque éste era primo, ni hermano, ni hijo, ni esposo..... Josefina no podía ver a Miguel Hernandez pues no estaban casados y Manuel Miguel no estaba bautizado. La solución la aportó Láchesis. Un lio más en los hilos de la vida. Miguel Hernandez era muy amigo desde hacia mucho de Eusebio Oca. Y este tenía un hijo. Magdalena Oca Pérez, mi madre, se llamaba igual que su prima y hermana de Eusebio. Solucionado en parte. Mis abuelos, Isabelita y Juliete, acompañados de Magdalena Oca, mi madre, con su celula de identificación y con el pase de su prima, hacían cola y entraban a visitar a Miguel, el militar. Este salía ayudando a Eusebio, que andaba con dificultad. Miguel y Julio se sentaban juntos. Al otro lado de las rejas, mis abuelos, mi madre y la tia Isabelita con su hijo.


Isabelita Masanet y Juliete, primer hijo de Eusebio Oca, sobrino de Julio Oca Pérez y nieto del Comandante Julio Oca. La foto pertenece a las fechas en falleció Miguel Hernandez. Poco despues.



Manuel Miguel, segundo hijo de Miguel Hernandez y Josefina Manresa. Era unos días mayor que Juliete y fueron intercambiados a la puerta del "Reformatorio" con el fin de que el Poeta pudiera verlo.

El truco se repetía. Pero con una novedad. Junto al maestro y al militar, salía el poeta. Se sentaban juntos, enfrente de los mismos más algun familiar de Miguel, el poeta. Hasta aquí nada extraño. Salvo un pequeño detalle. Un detalle de 2 años casi tres. Juliete no iba en manos de Isabelita. Otro niño, Manuel Miguel, estaba en los brazos de la mujer del maestro. De esta forma, Miguel pudo ver a su hijo algunas veces. Juliete jugaba a la puerta de la carcel con Josefina Manresa. ¿Que habría ocurrido si alguien hubiera descubierto el engaño? La clandestinidad agudiza el ingenio. Hechos que hoy nos parecen inocentes eran, entonces, graves delitos. Un cambio de pases. La entrada clandestina de productos farmaceuticos. La supervisión desde fuera por médicos tambien represaliados, como Ramón Oca. Pero hay momentos en que hay que hecharle a la vida un par de narices. Hay que burlar al opresor. También reconocer, en el caso de Eusebio, a personajes como un alto jefe de la Policia que solo por amistad y desde el primer día se preocupo por la familia de Eusebio. Hasta muchos años después. Solo tengo la certeza de que su apellido era Martinez. Buena gente hay en todas partes.

A la muerte de Miguel, el poeta, se hicieron dos dibujos, y se pasó alguna nota en el doble fondo de un capazo con el culo de cuero. Detras de uno de ellos pone "dibujo de Oca". Hoy, está en el Archivo Municipal de Alicante. Está con otros documentos, y es una fotografia hecha por Sanchez, nuestro fotografo. Hay diversos dibujos de Ricardo Fuente, uno en particular de Eusebio Oca en la enfermeria. Corresponde a la colección "ARTE PRESO. DIBUJOS Y ACUARELAS. REFORMATORIO DE ADULTOS DE ALICANTE. COLECCIÓN DE RICARDO FUENTE ALCOCER".


El Poeta muerto. Como en el caso de Lorca, ¿Cuantas maravillas habrían salido de su privilegiada mente de no ser por la inquina, entre otros, de dos miembros del clero?. Almarcha y el padre Vendrell.

Atropos fue cortando hilos. Primero Miguel, el poeta. Años despues, Miguel el militar. El hilo sangriento del Dictador. Y años después, el de Eusebio, el maestro. No tardó Manuel Miguel y Josefina. Este año 2009, Isabelita. Ella era maestra. También. Pasados los años, se le reconoció a Miguel, el militar ya fallecido, el grado de Coronel. Eusebio e Isabelita fueron rehabilitados como maestros. Miguel, el poeta, siempre ha sido un referente de cultura, dignidad, amor, lucha... Aún hoy, existe una sentencia. Condenado a muerte y conmutado a treinta años. ¿Que delito cometió? ¿Luchar para no dejarse asesinar? ¿Ser poeta? ¡Cuanta injusticia! Es preciso revocar estas sentencias. Por coherencia. Una democracia de verdad habría hecho verdadera justicia. Los verdugos aún figuran como mártires, salvadores de la Patria. Cobran ellos o sus familas por el privilegio de haber vendido la Patria a los fascismos primero y a los yankis después. Sin libertad para el pueblo. Con las cárceles llenas. Al igual que las cunetas. Ellos con sus calles, sus fiestas y su bota militar sobre el cuello de un pueblo que a costa de estar oprimido parece no haber despertado. Sindrome de Stocolmo, le llaman. Cobardia le llamo yo.

EPILOGO
"Tío, cuentame cosas de la carcel". Estábamos sentados en 1982, en el Peret, con una horchata delante. Eusebio con Eusebio. El maestro era muy parco en palabras. Había sufrido mucho. Me contó sobre el padre Vendrell. "Obri l´ull". Cuando el anticristo con colt y canana de balas entraba en el patio de la carcel, esta era la contraseña. Pobre del que recibiera la visita. Me habló de los dibujos, del agujero en el costado de Miguel, como entraban gasa y algun medicamento camuflado con la ropa o la comida para curar al pastor poeta. De los registros y los golpes de la policia fraquista en Barcelona. De Gastón Castelló. De tantas cosas. De sus hijos, sus nietos, de los recuerdos, los estudios, la guerra, la triste Josefina y de Manolito. De como cambiaban los pases. Del padre Vendrell. "Si existe el Cielo, Dios habra castigado a esa alimaña". De Vidal Tur, el "depurador". De los juguetes que hacían a medias Miguel, el poeta, y su Eusebio.

¿Cuantas horas, cuantos recuerdos?

Me creo en la obligación de aportar todo lo que retengo en mi mente. Antes, por supuesto, lo contrasto, lo verifico. Miguel, los dos Miguel y Eusebio, merecen mi recuerdo y el de Alicante Vivo. Su memoria no puede desaparecer.

Ni olvido ni perdon.

 
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