20 junio 2013

FURIA VIKINGA SOBRE TUDMIR (PARTE 2)



Awryula.

A Orihuela, citada en el Tratado del 713, llegaron los vikingos tras las referidas peripecias en una fecha del 859-860 indeterminada.

De gran antigüedad según autores como Bellot y con antecedentes romanos, la Awryula de los árabes ejerció un destacado protagonismo en el territorio de Tudmir en los siglos VIII y IX, mientras localidades de la importancia histórica de Cartagena yacían eclipsadas. Al-Udri ponderó su fortaleza. Sin embargo, la localidad atacada por los vikingos no parece especialmente importante en la geografía urbana de Al-Andalus.

 Antiguo grabado de Orihuela

 Al igual que otras áreas del Occidente romano experimentaría el declive de la vida ciudadana con matices todavía debatidos por la historiografía. Al parecer, según la interpretación de ciertos vestigios arqueológicos, desarrolló un importante hábitat en altura entre los siglos VI y VII, antecedente probable de la fortaleza del IX. Ibn Idari la califica de “hisn” o de punto elevado fortificado. Los primeros restos de la ciudad o “madina” cercana al río Segura datarían de época posterior, del año 950 al 1000.
La comprensión del “hisn” andalusí ha dado pie a un vivo debate en las últimas cuatro décadas. En nuestro caso englobaría una pequeña urbe de tradición cristiana parapetada tras sus defensas en altura, distinta de una fortificación de nueva creación por los conquistadores islámicos. Dominaría en un grado variable un territorio de extensión no establecida para la época que nos ocupa, quizá jalonado de pequeñas unidades de poblamiento. Más que como la emanación de unas comunidades enlazadas familiarmente dispersas por alquerías, acogidas en caso de alerta a sus murallas, el “hisn” de Awryula parece el embrión de una futura “madina”, reducto de una aristocracia local heterogénea, díscola al poder de la Córdoba omeya y capaz de suscitar la envidia de otras aristocracias en un país de Tudmir lacerado por las rivalidades.  

El acceso naval.


 Ibn Idari destacó en el ataque a Orihuela el detalle de la reunión de las distintas unidades navales vikingas (dispersas en pequeñas operaciones saqueadoras) a la hora de lanzar una embestida fuerte. El factor sorpresa resultó clave en el éxito, y no se tuvo que recurrir a instrumentos poliorcéticos como los arietes o a añagazas del género de las gastadas por los normandos de la misma expedición ante Luni, entre la Liguria y la Toscana, cuando se fingió el funeral de uno de sus comandantes falsamente convertido al cristianismo para irrumpir en la fortaleza.

Orihuela atrajo por su nombradía local y su accesibilidad desde el mar.

El Golfo Ilicitano constituía un gran entrante marino entre la falla del Bajo Segura y el plegamiento del Altet en tiempos prehistóricos. Los sedimentos transportados por las crecidas de los barrancos de las serranías adyacentes y por los ríos Vinalopó y Segura fueron colmatando con parsimonia su área. En el siglo IV antes de Jesucristo la erosión marina y la eólica ya habían creado un cordón de separación de dunas, dibujando una importante albufera que comprendía gran parte de la Vega Baja, la Laguna del Fondó, los Almajales, los Saladares y la Albufera de Elche. Los sedimentos que el Vinalopó aportó al Segura en la actual Rojales forjaron un brazo que separó el espacio húmedo del Norte (ocupado por la Albufera ilicitana) del meridional, el que ocuparían las Lagunas de La Mata y de Torrevieja. Esta gran zona de marjal brindó a los pobladores de los cabezos de los siglos VIII-IX grandes recursos cinegéticos y pesqueros, como ha puesto de manifiesto Sonia Gutiérrez. Alcanzaría celebridad entre los siglos XIII y XVII la explotación de sus salinas, sin desdeñarse sus posibilidades ganaderas.

Los vikingos, navegantes avezados de grandes ríos y lagos en sus naves de quilla plana, no tuvieron ningún problema a la hora de irrumpir por el acceso de la restinga de las dunas a la altura de la actual Guardamar. Siguieron el Segura río arriba, flanqueado por varios cabezos, hasta alcanzar el “hisn” de Orihuela. Ibn Idari nada menciona de incursiones saqueadoras en los alrededores tras su toma.

Con justicia la vulnerabilidad defensiva en la desembocadura del Segura a lo largo de la Historia fue evocada por el gran historiador Pedro Bellot cuando escribió a propósito de Guardamar en sus “Anales de Orihuela”:

 "La primera vez que fue saqueada y quemada por Scipión con todas las muchas gúmenas y otras jarcias que los cartagineses tenían en ella aprestadas para sus armadas. Cuando los alanos y vándalos y otros septentrionales destruyeron tantas veces esta tierra, no quedaría ella libre, ni cuando los moros la ocuparon. Después de la conquista, siendo de cristianos, ha sido saqueada tres veces...”

 “Año 1357 (...) vino a Guardamar Nicolás Bagomant, hombre de Beltrán de Canelles, catalán, en dos fustas con 200 hombres, y entró río arriba antes de amanecer, y quemó el molino con cuanto había en él, y tomó unos caballos que estaban allí y nueve barcas de Guardamar.” 

 Al igual que el Mediterráneo el gran humedal de la Vega Baja acompañaba los dones de graves peligros.

El choque religioso.

Los musulmanes consideraron a los vikingos “mayus”, idólatras. Nunca se refirieron a su procedencia geográfica o a sus acciones más características. Tampoco tomaron prestada ninguna denominación escandinava o de la Europa cristiana.

 Algunos arabistas como Francisco Fernández González transcribieron la citada palabra bajo la forma de “magos”, inductora de confusiones. Los idólatras eran los seguidores de las religiones no reveladas, en contraposición a las del Libro, y no podían acogerse a la protección legal como los judíos o los cristianos, a los que se les permitía continuar practicando su credo a cambio del pago de una serie de tributos. Sólo se les planteaba la tesitura entre la conversión o la muerte.

 Muchos pueblos fueron calificados de idólatras pese a las diferencias que los separaban entre sí. El sentido de adoradores del fuego que a veces se le ha dado a la expresión cuadraría más a ciertos creyentes persas que a los vikingos, fieles del panteón germánico coronado por Wottan-Odín antes de su conversión al cristianismo.

La confrontación entre vikingos y andalusíes tuvo un claro componente religioso, interpretado como “yihad” desde el prisma musulmán, dando pábulo al establecimiento de rábitas, como la de las dunas de Guardamar desde fines del siglo IX y comienzos del X. Allí el retiro espiritual de los fieles fortalecía la predisposición y la capacidad para combatir en la guerra santa.

Los vikingos no mostraron ningún escrúpulo en saquear los templos de sus enemigos, y nunca intentaron alcanzar un pacto con las divinidades del territorio al uso de los conquistadores romanos. Los guió el afán de ganancia y no el proselitismo. En la Europa cristiana las abadías los padecieron con frecuencia. En la campaña emprendida en el 859 no titubearon en atacar la mezquita de Algeciras, pero Ibn Idari nada nos dice de ninguna mezquita violentada en Orihuela. Se plantean en consecuencia ciertos interrogantes.

Orihuela estaba islamizándose y no podemos hablar de inexistencia de una mezquita en una localidad todavía de mayoría cristiana o mozárabe. Más bien parece que los normandos atacaron una población que en aquel tiempo no se distinguió por el esplendor de sus templos, un “hisn”. Se incursionó en un territorio en el que el mozarabismo se encontraba en un estadio terminal por falta de una jerarquía eclesiástica (según postularon Enric Llobregat y Míkel de Epalza) y en el que la islamización aún aguardaba a ser impulsada con mayores ímpetus, algo que acontecería a partir del siglo X, el del Califato.

Otras depredaciones.

 Los vikingos no atacaron otros puntos de Tudmir. Ya elevada en el Monte Benacantil, la Laqant islámica no sufrió su acometida. Quizá la modestia del botín no merecería la importancia del esfuerzo.

 Viajes de los vikingos

 La armada de los normandos prosiguió su singladura por las costas mediterráneas hasta alcanzar la zona del Delta del Ródano, donde invernaron en una isla de la Camarga. Desde allí se dirigieron a Italia con la mirada puesta en asaltar la mismísima Ciudad Eterna, que confundieron con Luni.

 En el 861 emprendieron el camino de retorno. Tudmir no volvió a experimentar nuevas agresiones, si seguimos el relato escueto de Ibn Idari. En el Rif del Mar de Al-Andalus las naves emirales tuvieron la dicha de apresar dos de sus buques a la altura de Medina Sidonia, una victoria pírrica que complació consignar al historiador musulmán, pues los normandos finalizaron su periplo ricos y famosos.

 Las consecuencias.

La toma de Orihuela no fue un cataclismo que se abatió sobre una sociedad virginal y desprevenida. Tudmir se encontraba en conflicto consigo mismo y con la autoridad emiral, aprovechándose los invasores de la situación según una inveterada costumbre.

Tampoco abrió ninguna caja de Pandora de traumáticas transformaciones. El saqueo de Orihuela no terminó de rebajarla ante la flamante Murcia emiral en la primacía sobre Tudmir, ya que la expansión murciana cuajó en el siglo XI y se acentuó en el XII. Los deseos de control cordobés, ya existentes antes del ataque, no fueron espoleados de forma rápida ante los dolosos acontecimientos. La fundación de la rábita de las dunas de Guardamar, tan valiosa para contener nuevas incursiones normandas, data del 944, sobre una anterior “musalla” o espacio cultual a cielo abierto de fines del siglo IX al parecer.

 El episodio, en consecuencia, tuvo una importancia muy puntual, inscribiéndose en una trayectoria mediterránia de combates piratas, comercio y ansias de dominación mucho más amplia. 

El ataque vikingo simboliza en este difícil comienzo del siglo XXI las complejidades de una de las primeras “globalizaciones”, la protagonizada por los osados normandos, en la que las tierras alicantinas no estuvieron ausentes. Nuestra Historia dispone de una dimensión que sobrepasa con mucho lo meramente local o anecdótico.

VÍCTOR MANUEL
GALÁN TENDERO
Fotos: Alicante Vivo

Fuentes impresas.

- ABBÓN DE SAINT-GERMAIN y GUILLERMO DE POITIERS, Testimonios del mundo de los vikingos, Barcelona, 1986.
 - BELLOT, P., Anales de Orihuela. Edición de J. Torres Fontes, 2 vols., Alicante-Murcia, 2001.
- CRÓNICA DEL MORO RASIS. Edición de D. Catalán y M. S. de Andrés, Madrid, 1975.
- CRÓNICA DE LOS ESTADOS PENINSULARES. Edición de A. Ubieto, Granada, 1955.
- IBN IDARI AL-MARRAKUSI, Historia de Al-Andalus. Edición de F. Fernández González, Málaga, 1999.
           
 Bibliografía.
- AA. VV., Guía islámica de la Región de Murcia, Murcia, 1990.
-ACIÉN, M., Entre el Feudalismo y el Islam. Umar ibn Hafsun en los historiadores, en las fuentes y en la historia, Jaén, 1994.
- AZUAR, R. et alii, La rábita califal de Guardamar del Segura (Alicante): cerámica, fauna, malacofauna y epigrafía, Alicante, 1989.
- BONNASSIE, P., Del esclavismo al feudalismo en Europa occidental, Barcelona, 1993.
- CALVO, F.-IBORRA, J., Estudio ecológico de la Laguna de la Mata, Alicante, 1986.
- DE EPALZA, M., “Costas alicantinas y costas magrebíes: el espacio marítimo musulmán según los textos árabes”, Sharq Al-Andalus, nº. 3 (Alicante, 1986), pp. 25-31 y nº. 4 (Alicante, 1987), pp. 45-48.
- DE EPALZA, M.-LLOBREGAT, E., “¿Hubo mozárabes en tierras valencianas? Proceso de islamización del Levante de la Península Ibérica”, Revista del Instituto de Estudios Alicantinos, nº. 38, Alicante, 1982, pp. 3-31.
- DOZY, R., Los vikingos en España, Madrid, 1987.
- GRAHAM-CAMPBELL, J., Los vikingos. Orígenes de la cultura escandinava, Barcelona, 1995.
- GUICHARD, P., Estudios sobre historia medieval, Valencia, 1987.
- GUTIÉRREZ, S., La cora de Tudmir de la Antigüedad Tardía al Mundo Islámico. Poblamiento y cultura material, Madrid-Alicante, 1996.
- KEEN, M. (ed.), Historia de la guerra en la Edad Media, Madrid, 2005.
- LÓPEZ GÓMEZ, A.-ROSSELLÓ, V. M., Geografía de la provincia de Alicante, Alicante, 1978.
- MUSSET, L., Las invasiones. El segundo asalto contra la Europa cristiana, Barcelona, 1968.
VILAR, J. B., Orihuela musulmana, Murcia, 1976.


 
La Asociación Cultural Alicante Vivo se reserva el derecho de moderación, eliminación de comentarios malintencionados, con lenguaje ofensivo o spam. Las opiniones aquí vertidas por terceras personas no representan a la Asociación Cultural Alicante Vivo.