10 junio 2007

UN ARSENAL EN LA VÍA VERDE


Hace unos meses me decidí a coger el coche y subir hasta el Pont del Vidre para usmear entre las entrañas de la pequeña loma que tiene en su lado sur.
Había escuchado que allí en ese túnel, durante la Guerra Civil, se almacenó munición republicana y más tarde, a partir de 1939, del ejército regular de la victoria. Incluso mi querida amiga Dolores “la Serila” me contó que durante la Guerra, ella se hizo un novio madrileño que había venido de centinela al arsenal.
Como mi pasión es la arqueología, me decidí a analizar el conjunto como arqueología contemporánea. Así que examiné todos los grafitos que había en las entradas de los túneles, fotografiando los que se ajustaban a las fechas de funcionamiento del arsenal.
Encontré bastantes nombres de personas con apellidos de Agost y de Petrer (en realidad casi son los mismos) y con dataciones de 1936 a 1938. Además, junto a las bocas de entrada, se apreciaba aún las marcas de las enormes visagras que sostenían las puertas del arsenal.
Ahora que ya había visto el interior, me dirigí a la ladera de la loma para llegar hasta los restos de la garita de vigilancia del almacén. Como es costumbre en Agost, subiendo encontré un pequeño monte Testaccio con restos de botijos y cántaros que seguramente apagarían la sed del "desgraciado" que tuviese que vigilar allí en pleno mes de julio.
Una vez arriba, comprobé que la garita conservaba sus paredes intactas. El habitáculo resulta bastante curioso, porque tenía unas dimensiones reducidas, donde no cabía más que una mesa, un par de sillas y la chimenea. Tenía dos puertas: para agilizar la salida en caso de emergencia. Escudriñé el interior en busca de cualquier resto: casquillos, monedas, restos de estancia humana...y encontre grafitos en el interior de la garita, seguramente producto del tedio de los centinelas. Estos grafitos se pueden fechar a partir del 1 de abril de 1939, ya que se trata del yugo y las flechas, símbolo fascista alienado del escudo de los Reyes Católicos.
El interior no daba para más. Me dirigí hacia el muro que protegia a los guardias ante un posible asalto. Estaba hecho con argamasa y piedras de tamaño mediano, y cubría la parte frontal de la garita, prolongándose ladera abajo en dirección nordeste.
Hasta aquí era todo, aunque me di cuenta que en la pared de tierra (justo antes de entrar en la boca sur del túnel) habían unas escaleras que accedían al camino que rodeaba por fuera la loma y el túnel. Bajé a examinarlo y vi que ese agujero se ensanchaba hasta casi 1,80 m. Pese a estar excavada en tierra, presentaba un estucado en cemento con mucha arena que aislaba todo el suelo y las paredes. Dentro no había nada mas que polvo y un par de estacas incrustadas en la pared.
Cuando ya me marchaba, me pareció interesante hacer unas cuantas fotos al lugar.
Todavía me queda pendiente averiguar hasta cuando estuvo en uso el arsenal, pues tengo localizado a uno de los peones que lo construyeron.
Gracias al arsenal y a un taller de reparación de aviones republicanos ubicado a la entrada del pueblo, Agost vivió la Guerra con la amenaza de un posible bombardeo, aunque nunca llegó a ser objeto de un ataque aéreo. Esta es la única manera de explicarnos la construcción de un refugio antiaéreo que circulaba desde el Carrer Fora (calle San Ignacio) hasta el Ayuntamiento. Este refugio todavía existe, auque la mayoría de las entradas se sellaron al comenzar el duro decenio de los 40.
Hoy por hoy, cuando cae una lluvia intensa, la entrada del Ayuntamiento se abre para achicar el agua con una bomba.
Como curiosidad resaltar que, en una puerta lateral de la Capilla de Comunión de la Iglesia, se ha encontrado un grafito raspado en la pared que apareció al desprenderse la capa de estucado superior.
En él podemos ver un avión Savoia italiano, que fue uno de los modelos que martirizaron a la ciudad de Alicante durante la Guerra Civil.

 
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