06 julio 2007

ALEXANDER FLEMING Y LA PENICILINA

En una ocasión, le preguntaron al desaparecido astrónomo y científico Carl Sagan cual era, a su entender, el invento más influyente en la historia de la humanidad. Sagan respondió "los antibióticos, por supuesto", cuando la mayoría de pseudo-intelectuales pensaban que iba a decir la imprenta. Argumentó que "sin ellos, la humanidad se habría extinguido en el siglo XX debido a las 10.000 infecciones diferentes que existen".
Yo estoy completamente de acuerdo con él.
Quién más... quién menos, hemos necesitado a lo largo de nuestra vida unas buenas raciones de antibióticos.
El bacteriólogo británico Alexander Fleming debe su fama al descubrimiento de dicha sustancia, la penicilina, un antibiótico que revolucionó la medicina moderna. La utilización de esta sustancia permitió tratar diversas enfermedades que, hasta bien entrado el siglo XX, se consideraban incurables.
El bacteriólogo descubrió el antibiótico en 1928, de una observación fortuita (como suele ocurrir con los grandes inventos). Fleming, durante un estudio sobre las mutaciones de determinadas colonias de estafilococos, comprobó que uno de los cultivos había sido accidentalmente contaminado por un microorganismo procedente del aire exterior, un hongo identificado como el Penicillium notatum. Una vez aislado éste, Fleming supo sacar partido de los limitados recursos a su disposición para poner de manifiesto las propiedades de dicha substancia. Así, comprobó que un caldo de cultivo puro del hongo adquiría, en pocos días, un considerable nivel de actividad antibacteriana. Realizó diversas experiencias destinadas a establecer el grado de susceptibilidad al caldo de una amplia gama de bacterias patógenas, observando que muchas de ellas resultaban rápidamente destruidas; inyectando el cultivo en conejos y ratones, demostró que era inocuo para los leucocitos, lo que constituía un índice fiable de que debía resultar inofensivo para las células animales.
Ocho meses después de sus primeras observaciones, Fleming publicó los resultados obtenidos en una memoria que hoy se considera un clásico en la materia, pero que por entonces no tuvo demasiada resonancia. Pese a que Fleming comprendió desde un principio la importancia del fenómeno de antibiosis que había descubierto, la penicilina tardó todavía unos quince años en convertirse en el agente terapéutico de uso universal que había de llegar a ser.
El antibiótico comenzó a utilizarse de forma masiva en la Segunda Guerra Mundial, donde se hizo evidente su valor terapéutico. La situación de guerra determinó que se destinaran al desarrollo del producto recursos lo suficientemente importantes como para que, ya en 1944, todos los heridos graves de la batalla de Normandía pudiesen ser tratados con penicilina. Desde entonces, se ha utilizado con gran eficacia en el tratamiento contra gran número de gérmenes infecciosos.
En realidad, la penicilina inició la era de las sustancias que han permitido aumentar los índices de esperanza de vida en prácticamente todo el mundo. De hecho, el modelo de preparación de los antibióticos proviene de la penicilina. De la misma manera, la relativa simplicidad del núcleo de la estructura de esta sustancia, así como la facilidad de las sustituciones en sus radicales extremos, han permitido que, en la actualidad, se encuentren numerosas penicilinas semisintéticas o sintéticas.
Con un cierto retraso, la fama alcanzó por fin a Fleming, quien fue elegido miembro de la Royal Society en 1942, recibió el título de sir dos años más tarde y, por fin, en 1945, compartió con Florey y Chain el premio Nobel.
Falleció en Londres el 11 de marzo de 1955.
D.E.P

 
La Asociación Cultural Alicante Vivo se reserva el derecho de moderación, eliminación de comentarios malintencionados, con lenguaje ofensivo o spam. Las opiniones aquí vertidas por terceras personas no representan a la Asociación Cultural Alicante Vivo.