30 agosto 2007

CRÓNICA DE LOS ÚLTIMOS DÍAS (VI): LOS ITALIANOS EN ALICANTE

CRÓNICA DE LOS ÚLTIMOS DÍAS (I): LAS LISTAS
CRÓNICA DE LOS ÚLTIMOS DÍAS (II): UNA CIUDAD FANTASMAL
CRÓNICA DE LOS ÚLTIMOS DÍAS (III): CONCENTRADOS
CRÓNICA DE LOS ÚLTIMOS DÍAS (IV): ESPERA DESESPERADA
CRÓNICA DE LOS ÚLTIMOS DÍAS (V): LA CRÓNICA
En la mañana del jueves 30 de marzo, todas las noticias son desoladoras en el puerto. Por gente que ha ido llegando durante la noche y la madrugada, sabemos que el enemigo es dueño ya de Valencia, Cuenca, Jaén, Ciudad Real, Almería y Albacete.
Hay incluso quien afirma que está también en Murcia y ha desembarcado en Cartagena.
Aunque algunas de esas informaciones pueden ser prematuras, no tardarán en ser superadas por la realidad. El redu
cto republicano es la ciudad en que nos encontramos y no va a durar mucho. Las divisiones que han entrado en Alicante están motorizadas, como ya sabemos.
-Si quieren, estarán hoy mismo en Alicante.
Ignoramos qué ha sido del Coronel Casado y sus acompañantes del Consejo Nacional de Defensa que a mediodía del miércoles continuaban en Valencia. Sabemos que salieron de la ciudad en las primeras horas de la tarde, cuando la “quinta columna” era dueña de la población, pero no han llegado a Alicante. Los componentes de la caravana que partió después de ellos abandonasen la ciudad del Túria, llegaron al puerto sin encontrar rastros suyos en el camino.
Sólo cabe una explicación: que muriesen en el camino.
La preocupación dominante siguen siendo los barcos, y la mayoría se muestran francamente pesimistas. Nadie se explica lo sucedido con los buques que anoche se acercaron a la bocana del puerto y dieron media vuelta sin decidirse a entrar. Más que en la presencia del “Canarias”, se piensa ahora que los propios capitanes de los barcos no se atrevieron a atracar, temerosos de la reacción de los millares de personas armadas y desesperadas. Algunos, que creen estar más enterados, sospechan una turbia maniobra de la Mid-Atlantic, compañía propietaria de la mayoría de los buques que debían de intervenir en la evacuación.
–Aunque la Mid-Atlantic está formada con dinero del Gobierno de la República, los que ahora la rigen pretenden quedarse con todo y no quieren arriesgar ninguno de los barcos.
La sede de la compañía está en Marsella. Hace diez días, el Consejo de Defensa mandó allí a Trifón para arreglar el envío de los buques necesarios. Aunque Trifón no encontró las facilidades esperadas, logró superarlas y hacer que los buques salieran hacia Valencia, Alicante, Cartagena y Almería. No es posible que anoche se ordenase a los capitanes por radio que dieran media vuelta.
Esto por los menos piensan los socialistas que están en el puerto
Rodríguez Vega, Zabalza, Antonio Pérez, Gómez Osorio y casi todos los miembros de la Junta siguen insistiendo en que vendrán barcos hoy mismo. Pero de todas formas...
Consideran que, aparte de sus premiantes llamadas por radio y teléfono al Gobierno francés para que nos ayude, no sobraría una petición más directa y personal con el Mid-Atlantic.
Como hay una plaza libre en el avión de la Air France en la línea Casablanca-Marsella, que hará escala en Alicante dentro de una hora, desean que los republicanos del puerto designen a una persona que, en representación de todos , la ocupe y pueda presionar dentro de unas horas en la sede de la Mid-Atlantic.
Tras un rápido cambio de impresiones, republicanos, comunistas y confederados deciden que el designado sea un socialista. Como Rubiera, que quiere compartir la suerte de cuantos nos encontramos e
n el puerto, se niega a ir, lo hace en su lugar Pascual Tomás.
A las doce de la mañana, una avión comercial, volando relativamente bajo, cruza sobre Alicante con rumbo al Norte.
-Ahí va nuestra última esperanza -murmuran algunos.
A primera hora de la tarde circula la noticia de que esta noche habrá barcos de verdad.
No serán mercantes, sino de guerra, enviados por Inglaterra y Francia.
Muchos, yo entre ellos, nos negamos en redondo a creerlo.
Uno de los miembros de la Junta, que acaba de hablar con Charles Tillon, emplea un argumento decisivo para convencernos. Hace media hora recibieron noticias de que Casado, Carrillo,
Val y otros miembros del Consejo Nacional de Defensa. Los tenientes coroneles Durán y Ciutat, no han muerto en el camino entre Valencia y Alicante, como temíamos esta mañana.
-Embarcaron anoche en Gandía en un crucero inglés y a estas horas navegan tranquilamente con rumo a Marsella.
La noticia atenúa ligeramente el profundo escepticísmo que domina en el puerto. Seguimos discutiéndola apasionadamente cuando nos llega otra, no sabemos si alentadora o deprimente: el diputado francés y varios de los cónsules acaba de llegar al puerto y están conferenciando en el edificio de la Aduana con los miembros de la Junta.
¿Para qué?
No tardamos en saberlo: los italianos de la División Littorio están a las puertas de Alicante, pero no quieren entrar por la fuerza, provocando una lucha inútil a estas alturas, en la que habría centenares de muertos.
-Quieren llegar a un acuerdo con nosotros.
-¿Para que nos entreguemos atados de pies manos?
-No. Para dejarles entrar sin lucha a cambio de la garantía de que podremos continuar en el puerto sin ser atacados hasta que lleguen los barcos.
Aunque la propuesta me parece increíble tiene un fundamento serio. Carlos Rubiera y el coronel Burillo salen del puerto acompañando al diputado galo y a los cónsules para celebrar una entrevista con unos oficiales italianos en el Consulado Francés. A la media hora vuelven con una propuesta concreta. La respuesta deben dársela cuanto antes a los enviados del general Gambara. De no oponernos a la entrada de la Littorio, el puerto será declarado zona neutral y podremos embarcar con toda tranquilidad esta noche, mañana o cuando sea.
Los italianos hacen su entrada a media tarde.
Precedidos de motos y tanquetas, vienen en camiones que desfilan por una parte del paseo de los Mártires, pero sin acercarse demasiado a la entrada del muelle en que nos hallamos. Suben por la Rambla y deben dispersarse por la ciudad. Pronto vemos que algunos andan por el fuerte de Santa Bárbara, que domina el puerto. Algunos que curiosean por la plaza de Dicenta lo hacen en actitud cordial. Los cónsules pueden seguir moviéndose con absoluta libertad. Aparentemente nosotros también. Ni siquiera cortan las líneas telefónicas entre el interior del puerto y el resto de la población.
-Pero estamos en sus manos ¿no?
Es la respuesta general al pesimismo delirante de unos pocos. Que hayan prometido dejarnos en el puerto el tiempo suficiente para que lleguen los barcos es una cosa y que lo hagan, otra muy distinta.
Quizá sea ésta la única forma de que puedan ser evacuados algunos de los que estamos en los muelles, porque de intentar una resistencia desesperada, seríamos aplastados en pocas horas, al no disponer de aviación, artillería ni tanques; ero algunos lo hubiesen preferido.
-Por los menos, moriríamos luchando.
Se acentúa la desesperanza hasta límites insoportables. El loco de la farola ha dejado de vociferar. Se cayó o se tiró desde los alto y creo que ha muerto. Otros mueren tambíen en las últimas horas de la tarde.
El suicidio es una enfermedad terriblemente contagiosa.
Al anochecer se ha convertido en epidemia.

-Vale mas terminar de una vez -dicen como explicación los que quieren justificarse ante quienes les rodean.
-----continuará------
INFO: "El Año de la Victoria". Editorial Gregorio del Toro. 1974
FOTOS:
Memoria Republicana

 
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