13 agosto 2007

LA LEYENDA DEL CAVALL VERT

La triste historia de la expulsión de los moriscos de tierras alicantinas, dio lugar a una leyenda que, como todas, tiene su parte de verdad y su parte de fantasía.La parte verdadera quedó inmortalizada en el nombre de una hermosa montaña alicantina, “El Cavall Vert”.
El 29 de septiembre de 1609, Felipe III dictó el decreto de expulsión de los moriscos, como vimos en ESTE enlace. Previamente, habían desembarcado en nuestro puerto los tercios de Lombardía, Flandes y Nápoles.
El general de campo, Agustín Mejía, ordenó al capitán Diego de Mesa que fortificara las poblaciones de Pego, Perpuchent, Alcalá, Gallinera y Ebo, con el fin de que estos moriscos quedaran aislados de los rebeldes de Alahuar, Jalón, Castell y Guadalest.
Se intentó pactar con ellos, pero ante las negativas moriscas, el 15 de Noviembre se dio la órden de atacar.
Al mando de los insurrectos estaba un antiguo panadero, llamado Amed Al Melleni. Como tantos otros moriscos, ni aceptaba ni entendía por qué debía abandonar la tierra donde su extirpe llevaba 900 años, donde reposaban sus mayores, donde le vieron nacer y la tierra que trabajaba.
Melleni (como ya hiciera 350 años antes Al-Azraq) convocó a todos los moriscos.
Tras una encarnizada lucha, los moriscos se vieron obligados a remontar la Vall de Laguar.
Primero cayó Fontilles, y retrocedieron para guarecerse en el último reducto:el Castell dePop, fortaleza emplazada en uno de los picos del “Cavall Vert”.
El 21 de Noviembre, se rindió definitivamente este castillo.
¿Qué sucedió, os preguntaréis?
Con esta cuestión, dejamos la historia para adentrarnos en la leyenda.
Leyenda, por otra parte, inventada por los cristianos para mitigar la matanza brutal de moriscos.
La cresta de la montana del “Cavall Vert” tiene forma de silla de montar. Cuentan que Melleni, su familia y sus seguidores, desesperados, subieron a la silla del Cavall (precipicio de 800 metros de altura). Allí otearon el horizonte infinito, con la esperanza de que llegara por lontananza el caballo volador venido de Oriente.
Por desgracia, la esperanza “verde” no llegó jamás, y los moriscos, antes que entregarse, se arrojaron por el inmenso precipicio.
La cuestión es que Vall de Laguar y sus hermanos Alcalá, Gallinera, Ebo, Forna y Pop eran auténticos baluartes contra la reconquista cristiana. Jaime I tuvo una constante batalla contra las sucesivas revueltas. La batalla definitiva del 21 de Noviembre de 1609 fue tan importante para los cristianos que el arzobispo de Valencia, Juan de Rivera, instituyó la procesión que conmemora el acontecimiento.
Tras la expulsión, el valle se quedó vacio. Los moriscos habían mal-vendido sus pertenencias para llevárselo en metálico. Quedaron nada menos que 180 casas deshabitadas que fueron repobladas más tarde por mallorquines.
Pero no todos fueron expulsados.
Algunos pudieron quedarse para mantener las tareas agrícolas de la zona.
También los niños. Ellos gozaron de libertad para elegir su destino.
Así consta en el archivo de Pego. Un documento del 19 de diciembre de 1609 anota lo siguiente: “Pego te dos chiques, la una de 11 anys y l´altra de 4, Chaume Mestre, un chiquet de mamella, altre de 11 anys y altre de 7....”
Y así, sucesivamente, hasta un total de 71 moriscos.
Para ellos, el “Cavall Vert” si había llegado a salvarlos.
Enlaces Relacionados: El Tesoro del Castillo de Pop

 
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