03 agosto 2007

LA MUERTE DE FRANCO

En el verano de 1975, la sensación de desmoronamiento del régimen estaba completamente extendida.

Mientras Franco pasaba sus vacaciones anuales en Galicia, se aprobó una ley antiterrorista, que desembocaría en el ultimo episodio negro de la vida de Franco.
El 28 de agosto, cuatro consejos de guerra sentenciaron a muerte a tres miembros de ETA y a ocho miembros del FRAP.
La oleada mundial de protestas fue mayor aun que la ocasionada por el juicio de Grimau. Hubo manifestaciones y ataques contra las embajadas de España en la mayoría de los países de Europa, y el Papa Pablo VI pidió clemencia, al igual que todos los obispos de España.
Pero Franco hizo caso omiso de todo ello.
El 26 de septiembre de 1975, el consejo de ministros dio su conformidad a cinco de las sentencias de muerte.
Al amanecer del día siguiente fueron ejecutadas.
Si, como el Caudillo había dicho, el perdón posterior a los juicios de Burgos de 1970 había sido un signo de fortaleza del régimen, las ejecuciones del 27 de septiembre de 1975 fueron el signo de su decadencia final.
Por aquel entonces, Franco estaba perdiendo peso y tenía problemas para dormir.
El 1 de octubre de 1975 Franco apareció ante una enorme multitud concentrada ante el Palacio de Oriente. Tenia evidentes dificultades para respirar mientras desgranaba las mismas paranoicas frases hechas de siempre. El problema de España era debido, según declaró "a una conspiración masónico-izquierdista de la clase política, en contubernio con la subversión terrorista-comunista en lo social".
Se despidió de la multitud llorando y con ambos brazos alzados.
El Príncipe de España, Don Juan Carlos, estaba a su lado.
¡Otro gran demócrata!
La exposición a los cortantes vientos otoñales de Madrid el 1 de octubre provocó una sucesión de crisis de salud en Franco que concluyo con su muerte.
En la mañana del 15 de octubre, Franco se despertó con dolores en el pecho y los hombros: había sufrido un ataque cardíaco.
A pesar de ello, se negó a suspender su programa de trabajo y el día 16 recibió once audiencias oficiales y visionó varias películas al anochecer. Desesperado por mantener una imagen de normalidad, Cristóbal Martines Bordiu reveló el pánico que sentían los círculos franquistas durante una cacería. Se hizo con la pistola de uno de los guardias civiles que lo escoltaba, disparando con rabia el cargador contra un blanco de piedra caliza, al tiempo que decía "¡Hay que estar preparados! Van a venir a por nosotros, pero lo que es a mí..."
En contra del consejo de sus médicos, Franco insistió en presidir la reunión del consejo del viernes 17 de octubre. Se negó a que los ministros se reunieran en su dormitorio o a asistir a la sesión en una silla de ruedas. Sus médicos, alarmados, cedieron solo si se avenía a llevar unos electrodos conectados a un monitor cardiaco.
En el curso de la reunión, uno de los ministros dio cuenta de una visita hecha por el príncipe Juan Carlos a La Mancha. Cuando menciono que la multitud había coreado "¡Franco!¡Franco! ¡Franco!", el corazón del Caudillo comenzó a latir de una forma tal que los médicos que se hallaban en la habitación adyacente quedaron convencidos de que había llegado su fin.
Durante esa misma reunión, llego la noticia de la "marcha verde" marroquí sobre el Sahara español, lo que le provocó una recaída.
El sábado 18 de octubre, Franco se levantó y trabajó en su despacho por última vez, probablemente redactando su ultima voluntad y su testamento.
Al día siguiente, oyó misa y comulgó. A las once de la noche del 20 de octubre, sufrió otro leve ataque cardiaco. Incapaz de dormir, se quejó de fuertes dolores en los hombros y zona lumbar. Había tenido un tercer ataque cardiaco. No obstante, fue capaz de susurrarle a Arias que enviara a Solís a Marruecos a "gitanear" con Hassan II y ganar tiempo.
Franco sufrió otro ataque de insuficiencia cardiaca el 24 de octubre . Sus problemas dentales volvieron a estallar. Comenzó también a padecer distensión abdominal a consecuencia de una hemorragia de estómago.
El sábado 25 de octubre se le administró la extremaunción.
Al día siguiente, tras una segunda hemorragia interna, se dio por supuesto que el fin estaba próximo y varias emisoras de radio emitieron una música adecuadamente fúnebre.
Hacia el 29 de octubre estaba ya recibiendo constantes transfusiones de sangre. Durante todo este tiempo sufría agudos dolores.
El 30 de octubre se produjeron síntomas de peritonitis. Cuando le hablaron de los ataques cardiacos y de las graves complicaciones intestinales, Franco dijo: "Articulo 11, ejecutad el"
Al activar el articulo 11 de la Ley Orgánica del Estado, Franco estaba renunciando a su condición de jefe del Estado.
Esperaban conseguir que Juan Carlos aceptara un nombramiento interino.., pero se negó.
Durante la noche del 2 al 3 de noviembre, la hemorragia intestinal de Franco se intensificó. La cama, la alfombra y la pared mas cercana estaban empapadas de sangre. Para detenerla, los veintitrés especialistas que entonces lo asistían decidieron realizar una operación de urgencia. En el curso de dicha operación de tres horas, supervisada por el doctor Hidalgo Huerta, descubrieron que una úlcera había abierto otra arteria.
Franco sobrevivió a la operación, pero se encontraron con que padecía uremia y tendrían que someterle a diálisis.
Tres días después, mientras la uremia continuaba agravándose, comenzó otra operación de cuatro horas y media en la que le extirparon dos tercios del estómago. A partir de entonces, lo mantuvieron con vida mediante una inconcebible parafernalia de máquinas de soporte vital. Ocasionalmente recobraba el conocimiento y murmuraba "que duro es morir".
El hospital estaba asediado por periodistas. Se ofrecían enormes sumas de dinero a quien consiguiera fotografiar al agonizante dictador. El doctor Pozuelo rechazó fabulosas ofertas, para descubrir después que el marques de Villaverde ya había hecho pleno uso de su propia cámara fotográfica.
El 15 de noviembre comenzó otra tremenda hemorragia. Franco tenía el vientre hinchado a consecuencia de la peritonitis. Una tercera operación se inició a primeras horas de la mañana, después de la cual el equipo de Hidalgo Huerta continuaba siendo muy pesimista. La determinación del séquito de El Pardo de mantener a Franco con vida a pesar de sus intensos sufrimientos no dejaba de estar relacionada con el hecho de que el período de Alejandro Rodríguez Valcárcel como presidente del Consejo del Reino y de las Cortes concluiría el 26 de noviembre.
Franco estaba a duras penas vivo, prácticamente inconsciente y dependía completamente de la maquinaria de soporte vital. Finalmente, su hija Nenuca insistió en que debía dejársele morir en paz.
A las once y cuarto de la noche del 19 de noviembre, los varios tubos que le conectaban a las maquinas fueron retirados por orden de Martinez Bordiú.
Probablemente Franco murió poco después.
La hora oficial que se dio de la muerte fue las cinco y veinticinco de la madrugada del 20 de 1975.
La causa oficial declarada fue shock endotoxico provocado por una aguda peritonitis bacteriana, disfunción renal, bronconeumonía para cardiaco, úlcera de estómago, tromboflebitis y enfermedad de Párkinson.
¡Ojala nunca descanse en paz!
Durante aquella noche, aún en la privacidad y clandestinidad de nuestras casas, muchas familias descorcharon botellas de Champán.
La vivienda de mi familia fue una de ellas.
Uno de los mayores asesinos y genocidas de la historia, moría por fin entre miserias, dolores y angustias.
La vida acababa siendo justa.

 
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