30 noviembre 2007

El eclipse de 1900 en Alicante

Soy de esos que, aún hoy, miran al cielo por descubrir si la luna crece o mengua y por comprobar si las constelaciones visibles sigue en su sitio.
Me atraen de siempre la noche de las Perseidas a la orilla de la playa de El Alted, los relojes solares y la cúpula celeste en su plenitud.
Creo vive en mi esa atracción desde que mi padre me hizo creer que era la luna la que nos seguía cuando volvíamos de uno de esos días de pesca , por los caminos cuarteados de Los Saladares.
Me subyuga lo magníficamente inmenso que es el infinito y lo fácil que es, al mismo tiempo, tapar el sol con un dedo.
Desde tiempos que se pierden por lejanos, el Sol, La Luna, y las estrellas fueron objeto de culto, usados para aterrorizar y adorar por poderosos.
Si al temor a estos astros y sus vicisitudes se les une los siempre agoreros que aventuran el final de los tiempos coincidiendo con el final de un siglo o un milenio surge, entonces, el temor de Dios, el por si acaso, el festival de las delicias y las flagelaciones.
Dice una vieja leyenda de los indios americanos que era tan grande y envidiable el amor que el Sol le tenía a la Luna que provocó la envidia de los demás dioses hasta el punto de que los condenaron a no volverse a encontrar nunca más.
Pero amor busca su lugar como el agua de las ramblas los torrentes. Y ocurre , cada cierto tiempo, que la Luna se planta frente al Sol en un abrazo sideral y entonces, los crédulos y diminutos habitantes de este planeta nos quedamos enmudecidos, boquiabiertos, atemorizados y a oscuras.
Si un eclipse es la "ocultación total o parcial de un astro por interposición de otro cuerpo celeste", un eclipse solar es el que ocurre cuando la Luna, sin poder soportarlo más, saluda al sol a nuestras espaldas, siempre y cuando ésta esté en fase de Novilunio.
Tenemos noticias de dos grandes eclipses solares totales (que no anulares) y que ensombrecieron a parte de la provincia de Alicante, el de 1478 y el del 28 de Mayo de 1900, ambos con una semejanza interesante y bien estudiada por los que realmente saben de esto.
El astrónomo hispanojudio Abraham ben Zacut (1450-1515) profesor de astrología (por entones la astrología y la astronomía era una misma ciencia) en la Universidad de Salamanca, nos cuenta que este eclipse , el de 1478, ya había sido predicho por otro astrónomo , el lusojudio Judah ben Verga, que era autor de unas Tablas Astronómicas ajustadas al meridiano de Lisboa Por tanto, el eclipse total era esperado, al menos por las personas cultivadas aunque, casos hubo, como el del también profesor de la Universidad de Salamanca, Juan de Saldaya, quien describe el fenómeno en los siguientes términos "Aconteció un horrible eclipse en el que se vieron todas las estrellas y del que se seguirán, entre otros grandes males, muertes de pontífices y de príncipes".
Si a lo tenebroso de un eclipse solar total le añadimos un cambio de siglo, como decía, la tenemos liada. Y eso ocurrió el 28 de Mayo de 1900.
Hacia nuestras tierras llegaron expediciones francesas, inglesas, escocesas y , por supuesto, españolas, a pesar de que la anchura de la sombra iba a ser, según los cálculos de apenas 7,1 kilómetros en Elche y su duración no sobrepasaría el minuto y dieciséis segundos, se eligió la zona de Alicante por sus inmejorables condiciones meteorológicas.
La ciudad de Elche , que por entonces contaba con una población de unos 20.000 habitantes, llegó a recibir cerca de 24.000 curiosos y científicos para el evento , lo que supuso graves problemas de hospedaje e incluso de orden público pues hubo de aquel que tuvo que dormir al raso varios días.
La Comisiones Científicas se encargaron de ocupar las terrazas de los edificios más altos de la ciudad con sus equipos y sofisticados aparatos Muchas de las casas solariegas del camino a Santa Pola fueron ofrecidas a algunas de las Comisiones como la francesa que fue a alojarse a la casa del amable alcalde de la ciudad.Claro que Flammarion , que capitaneaba la comision gala, fue recibido en la ciudad en olor de multitudes.

Era el tal Nicolas Camille Flammarion un personaje extraño. Superdotado y trabajador , a los dieciséis años ya publico su primera gran obra de título no menos grandilocuente y sesudo "Cosmogonía Universal: estudio del mundo primitivo, historia física del globo desde los tiempos más remotos de su formación has tel el reino del género humano", positivista científico y maestro del espiritismo. Si mientras escribía "El espiritismo no es una religión sino una ciencia, una ciencia de la que conocemos apenas el ABC. La naturaleza abraza a lo Humano; y Dios mismo no puede ser considerado más que como un espíritu de la Naturaleza. Lo sobrenatural no existe. Las manifestaciones obtenidas por intermedio de médiums, así como las del magnetismo y el sonambulismo son de orden natural [..] Los milagros no existen. La Ciencia rige el mundo", ya en 1922 decía : "Las investigaciones acerca de la naturaleza del alma y su existencia después de la muerte deben ser realizadas con el mismo método que las demás investigaciones científicas, sin ninguna idea preconcebid, fuera de toda influencia sentimental o religiosa ¿Hay o no hay manifestaciones de muertos?. Esta es la cuestión. Por mi parte , yo declaro que sí las hay" (Le Journal, 16-6-1922).
Los últimos años del siglo XIX y los primeros del XX conocen el nacimiento de avances ténicos sin precedentes, la fotografía, el cinematógrafo, etc.
Ante tan magno acontecimiento y reunidos en torno a nuestras ciudad tal número de Científicos pioneros en sus materias produjo , como valor añadido a la experimentación y la observación del eclipse en sí, que a lo largo de nuestra geografía cercana abundaran las cámaras fotográficas conservándose imágenes valiosísimas para el conocimiento de nuestras ciudades en dicho año.
Con todo este material , las crónicas de los afortunados articulistas locales, la labor ingente del "cronista" Pere Ibarra (que envio sus observaciones , recortes de prensa, anotaciones etc en manuscrito a la Biblioteca Nacional donde se custodian), los componentes del Institut de Estudis Comarcals del Baix Vinalopo organizaron en el año 2000 una excelente exposición sobre el eclipse de 1900, sin conseguir, desgraciadamente , traer hasta Elche los manuscritos de Ibarra.

El momento del eclipse total de sol que presenció el insigne Flammarion en Elche lo describe con estas palabras: "La luz se debilita considerablemente en su palidez es a la vez extraña y siniestra. El paisaje toma una coloración plomiza y el mar parece más bien negro. Esta disminución de la claridad no tiene ningún parecido con lo que observamos cada día al ponerse el Sol. Asume un tinte angustioso al que uno se acostumbra: con todo y saber que el fenómeno es un hecho natural, no deja de notarse una sensación opresiva. Se siente la proximidad inminente de un espectáculo extraordinario".

También se fueron repartiendo por toda la península siguiendo las ciudades y pueblos que recorría la franja de totalidad. El eclipse entró a la península por Portugal (Oporto y Ovas) cruzando las provincias de Cáceres, Toledo, Ciudad Real, Albacete, Murcia y Alicante.
Las poblaciones fueron Coria, Hoyos, Plasencia, Jarandilla, Navalmoralde la Mata, Puente del Arzobispo, Talavera, Navalherrnosa, Orgaz, Madrilejos, Daimiel, Alcázar de San Juan, Manzanares, Villanueva de los Infantes, Alcaraz, Albacete, Chinchilla, Hellín, Yecla, Villena, Cieza, Monovar, Novelda, Jijona, Dolores, Orihuela, Elche, Alicante hasta salir por Santa Pola.
Entre los expedicionarios que se instalaron en la zona (entiéndase Alicante, Elche y Crevillente), destaca una comisión científica del Instituto Geográfico de Madrid compuesta por D. Francisco París y D. Eduardo Mir, astrónomos de Montpellier (señores Martín y Lebeuf), representantes de la Universidad de Tolosa (señores Bourget y Carreré), Astrónomos del observatorio de París con Mr. Amy al frente, y como no, la comisión española de astrónomos del observatorio de San Fernando que se situó en una fábrica de ladrillos próxima a la finca Villa-Carmen, en la unión de las carreteras dirección Alicante y Santa Pola dirección a Elche.
Las ciudades de Elche, Santa Pola y Alicante recuerdan la presencia del insigne científico en su callejero aún hoy.

 
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