15 diciembre 2007

OTRA LEYENDA DEL CABEÇO D´OR

Cuentan que unos viajeros que estaban recorriendo España por la mitad del siglo XIX, en su camino hacia Alicante, después de haber visitado Jijona, se desviaron de su camino unas leguas al objeto de conocer la Caverna de los Canelones.

Después de admirarla y comentar entre ellos que era lo más bello que habían visto en todo su viaje, preguntaron a sus guias (dos esbeltos y ligeros mozos de Busot), si sabían algo de su historia.
Respondieron que sí, pero rehusaron relatarla allí.
Una vez fuera de aquel admirable recinto, les contaron esta historia:
Había un rico y grande señor árabe en Denia, llamado Cabeza de Oro, que tenía muchos barcos, siempre navegando en busca de niñas bonitas para su harem.
Cierto día, uno de sus bajeles apresó otro donde iba una hermosísima dama cristiana que viajaba para reunirse con su esposo, que era un noble aragonés que se hallaba en Italia, y se enamoró perdídamente de ella. Aunque agotó cuanto medios le sugirió su mal deseo, nada pudo conseguir de la honesta matrona, y ardiendo de ira, y con ayuda del diablo, que era su gran amigo, cavó esta gruta donde la encerró y dejó encantanda, colocando un gran peñasco en su entrada que solo él podía mover.

Todos los días venia Cabeza de Oro a visitar a su víctima, pero siempre se encontraba con la misma resistencia, y lloraba tanto a su perdido y amado esposo, que de sus lágrimas se formaron al cabo de los años los estanques o balsas de la cueva.
En tanto, su esposo había recorrido buscándola la mayor parte de la tierra, y guiado por la Virgen Nuestra Señora, de quien era muy devoto, llegó a esta gruta a tiempo que Cabeza de Oro se hallaba en ella.
Sin considerar lo que hacia dio con su espada en la gran roca que cerraba la entrada, y como aquella tenia la figura de la cruz, deshizo el encanto rompiéndose la peña en dos pedazos y uno de ellos cogió debajo al maldecido moro, cuyo nombre se dio al monte.
Los dos fieles ya reunidos se dirigieron a su país, hicieron vida santa y se fueron al cielo.
Amen
fotos: MARBLENET

 
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