Carta enviada por la Asociación Cultural Alicante Vivo a los medios de comunicación, en referencia al ilustre Balmis y el escaso reconocimiento de su trabajo que tenemos en nuestras calles.
BALMIS Y LOS NIÑOS HÉROES
De la nada surgió
¡El espíritu más humano que la ciencia conoció!
con la ilusión y la esperanza
de dar por entero la belleza de su interior.
Su vida de sacrificio, empeño y tesón
lo hicieron digno de autentica admiración.
Llevaba por donde iba esperanza y salvación.
¡El espíritu más humano que la ciencia conoció!
Personas como Balmis merece la pena recordar
por su entrega y dedicación.
¡Expuesto al peligro! su vida poco le importó
luchando hasta la muerte
por aquello en lo que creyó.
¡El espíritu más humano que la ciencia conoció!
con la ilusión y la esperanza
de dar por entero la belleza de su interior.
Su vida de sacrificio, empeño y tesón
lo hicieron digno de autentica admiración.
Llevaba por donde iba esperanza y salvación.
¡El espíritu más humano que la ciencia conoció!
Personas como Balmis merece la pena recordar
por su entrega y dedicación.
¡Expuesto al peligro! su vida poco le importó
luchando hasta la muerte
por aquello en lo que creyó.
En honor a:Francisco Javier Balmis.
Pepi Sanchez
Pepi Sanchez
Busto de Francisco Javier Balmis en la Facultad de Medicina de la UMH en San Juan de Alicante. Foto extraída de Wikipedia
Agamenón…
Barco y el Atardecer…
Mirando al Mar…
En esta época de monumentos nimios y carentes de sentido, el alicantino encuentra en nuestras calles una nueva oportunidad para avergonzarse del poco aprecio que se tiene en Alicante por nuestro pasado.
Francisco Xavier Balmis, alicantino de nacimiento, y sus “niños héroes” descansan en el panteón de los ilustres olvidados, a pesar de la enorme labor médica que realizó en favor de la erradicación de la viruela.
Ningún monumento hay en estos lares que reflejen el trabajo llevado a cabo por este cirujano y que forma parte de los grandes hitos de la medicina moderna.
Si deciden acompañarnos en nuestra máquina del tiempo, se lo contamos con mucho gusto, con la ayuda de nuestros amigos del Rotary Club de Alicante, cuya documentación nos ha servido de fuente de consulta.
Si bien el honor de descubrir la vacuna contra la devastadora viruela le correspondió a Edward Jenner, es cierto que el mérito de introducirla en las colonias españolas del Nuevo Mundo recayó en Francisco Xavier Balmis y en su ayudante José Salvany y Lleopart
La viruela era una enfermedad infectocontagiosa muy grave, de alta mortandad, que diezmaba la población a pasos agigantados: la fiebre y las hemorragias eran sus síntomas más comunes.
El miércoles 30 de Noviembre de 1803 partió la corbeta María-Pita desde el puerto de la Coruña, portando en sus compartimentos el mayor tesoro jamás fletado por un navío: la vida.Para ello, embarcaron 22 niños (a quienes Balmis llamaba cariñosamente "niños héroes") de la Casa de los Expósitos de la Coruña, que no pasaron la enfermedad, con el fin de ser inoculados sucesivamente en el curso de la navegación, para tener siempre la vacuna activa y en perfecto estado hasta su destino.
Ese destino final (Colombia, Ecuador, Perú, Chile, Bolvia, Venezuela, Cuba, México, Filipinas y Macao) no se ciñó únicamente a las colonias españolas, sino que llegó hasta territorios asiáticos. Destacó de esta manera su labor diplomática, a favor de la ciencia y sobre todo de la humanidad.
Pero su hazaña no se limitó a transportar la vacuna, hecho al que no hay que restar importancia, ya que no hay que olvidar que el país de origen de Edward Jenner no lo podía exportar a sus dominios porque llegaba seca e inservible. También organizó vacunaciones masivas, formando a los facultativos de las zonas en la manipulación, utilización y conservación de la vacuna, culminando tan invalorable hazaña en 1812, fecha en la que regresó a España con su salud quebrada como consecuencia de las penurias sufridas en sus expediciones en pro del ser humano, y con cientos de miles de vidas salvadas.
Consciente de su estado, en 1814 solicitó al Monarca la plaza de Gobernador del Real Sitio de San Fernando.
Y como no hay deuda que no se pague, plazo que no se cumpla, y que todo lo que en este mundo vive es condenado a muerte, a Balmis le tocó pagar tan alto tributo el 12 de Febrero de 1819 en Madrid.
Por su parte, José Salvany y Lleopart había fallecido unos años antes, en 1810, en Cochabamba.
Esos fueron los días en que nuestros ilustres científicos nos abandonaron para siempre.
Tras sus muertes, Alicante censaba 20.000 habitantes. En la centuria siguiente, concretamente en 1920, ya aparecía una población de 63.908 habitantes: un enorme crecimiento demográfico al que contribuyó la labor médica de ambos.
Ante tal situación de cambio, se celebró el primer centenario de la perdida de Francisco Xavier Balmis y Berenguer, descubriendo una lápida, labrada por el cincel del artista D. Vicente Bañuls (hoy desaparecida), que dió el nombre de Dr Balmis a la actual plaza de Alicante, situada entre las calles de Canalejas, Cid y Limones, anteriormente llamada Plaza de Torrrent.
Ojalá nunca se olviden las hazañas realizadas por Balmis, en beneficio de su patria, de la ciencia médica y sobre todo, de la Humanidad.
Por ello, desde Alicante Vivo no creemos que el nombre de una plaza sea suficiente para honrar la memoria de este hombre.
Si el ilustre Agamenón tiene el privilegio de reposar en un pedestal…
¿Por qué no nuestro querido Balmis?
JUAN JOSÉ AMORES LIZA
MIEMBRO DE LA ASOCIACIÓN CULTURAL ALICANTE VIVO
MIEMBRO DE LA ASOCIACIÓN CULTURAL ALICANTE VIVO