25 enero 2009

¡RABIA!


Desde la perecedera existencia de un humano egoista, lo que está pasando en el Puig Campana es una catastrofe.
El origen lo desconozco.
Lamentaría que algún estúpido haya dado el primer paso para esta catastrofe. Yo quisiera levantarme cada mañana y ver el perfil de mi montaña favorita enérgico, desafiante, rosado, casi rojizo al atardecer y cuando lo rodeas, lleno de verde, de vida.
En cada epoca la suya, verde limpio; brillante entre el invierno y la primavera; luminoso casi divino, gris, quebrado, en verano; pardo en las llanuras y verde oscuro en los bosques intermedios, con esos madroños rojos como el fuego que ahora consume sus laderas en otoño.
Siempre lleno de vida: primavera y mariposas, verano y moscas..., (bueno ¿y que?) otoño, insectos menores y en invierno alguna que otra bolsa de procesionaria.
Y vuelta a empezar.
Solo una vez he estado en su cumbre con nieve recien caida. Blanco lo he visto muchas veces. He visto ponerse y salir el sol decenas y decenas de veces desde su cumbre, colgado en una pared. He visto mares de nubes sobre las que no sobresalía nada. Solo mis compañeros y yo y por debajo una manta blanca, informe, divina.

Foto de Paskki. SOSEGADOS

Pero también he visto esta y otras montañas en pleno incendio. He colaborado tres o cuatro veces en sofocarlos.
Quizas por eso quiera con pasión a bomberos, Civiles, voluntarios...

He visto llorar al mas cachas de los bomberos al no poder atajar el fuego. Tengo un amigo que sobrevivió a que se estrellara su avion cisterna sobre el pantano de Beniarres. Sus compañeros murieron. Iban a coger agua para apagar un fuego.
Pero todo esto no es nada.
No es nada salvo instantes de felicidad los pasados al recorrer las laderas ahora en llamas. Donde su cruzan el Puig y el Ponoch he manchado mis pantalones con la madera tiznada del último incendio. A los pocos años, los muñones de aquellos arboles asesinados estaban rodeados de otros jovenes que, lamentablemente, pueden estar condenados al mismo final.
No es un consuelo pensar en que el tiempo cura casi todo. Que esta primavera veremos florecer nuevas plantas que iran creciendo y multiplicando hasta disimular bajo su sombra el suelo calcinado.
La vida se abrirá paso y sonreiré.
Pero ahora, en este momento, solo quisiera llorar.
Mis recuerdos son míos y yo he visto renacer muchas montañas quemadas. La sierra de la Grana y su bosque cimero, la sierra de Salinas, el propio Puig, Cabeço, els Plans, Benicadell, Ponoch...
Lo malo es que muchas de las veces ha sido un asesino de la naturaleza el que ha prendido el fuego. Pero peor es pasarse las leyes por el forro y construir Tierras Miticas.
Yo sería partidario de limpiar y facilitar el renacimiento de la vida.
Si queremos, Podemos.


Eusebio Pérez Oca

 
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