28 abril 2009

UN AGNÓSTICO EN LA SANTA FAZ (Mi punto de vista).


                            
Seguramente, la Santa Faz de Alicante es un icono, un icono en sus dos acepciones.
Es un icono bizantino, llegado a Roma tras la caída de Constantinopla en manos de los turcos, y regalado por un cardenal a mosén Pedro Mena. De tratarse de una verdadera reliquia de Jesús, no hubiera salido nunca de la Santa Sede, ni el padre Mena la hubiera tenido guardada en un baúl como un simple souvenir de su viaje a Italia. Así que la leyenda de la Verónica, cuya historia no aparece, por cierto, en los evangelios, surge a raíz de una rogativa que se llevó a cabo en nuestra huerta de la Condomina con motivo de una sequía. El sacerdote que portaba el lienzo perdió las fuerzas a la altura del actual caserío y eso se interpretó como un mensaje divino, alrededor del cual surge el monasterio.
Pero la Santa Faz también es un icono en el sentido simbólico de seña de identidad de los alicantinos; como nuestra Cara del Moro, o como la Dama de Elche para los ilicitanos. Yo, que nunca he sido creyente, voy a la Santa Faz desde los años cincuenta en que acompañaba a mi padre. Entonces, la comitiva oficial organizaba una cuchipanda privada en la finca Lo de Díe, y eran unos pocos miles los peregrinos, que cabían todos en el descampado que hay detrás del Monasterio. Nada que ver con los más de cien mil que van ahora. Y es curioso que conforme ha ido bajando la práctica religiosa en nuestro país, ha ido creciendo el número de alicantinos que peregrinan a la Santa Faz. Pero es que, con todos mis respetos para los católicos practicantes, somos muchos los que no hacemos de esto un acto religioso sino lúdico. Allí nos sentimos todos muy alicantinos y nos gusta compartir el desayuno de bocata, fabes tendres i bon ví con los paisanos, recorrer los puestos para comprar pan de higo y alguna campanita de barro y volver a casa sin haber entrado en el templo ni haber oído misa en la plaza, que está llena con creces de fieles que han acudido por motivos religiosos; que también son muchos, pero no la mayoría.
Las cosas son así, al menos para mí, aunque cada cual es muy dueño de pensar y creer lo que quiera.
  
Miguel Ángel Pérez Oca
(Leído en Radio Alicante. 28/04/2009)

 
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