24 julio 2009

ALICANTE: UNA CIUDAD BOMBARDEADA (2º PARTE)

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Autores:
Begoña García y Jordi Henales
Fotografías:
Extraídas del documento original, con permiso de sus autores.
Agradecimientos:
Miguel Ángel Pérez Oca, escritor.

               
RESPUESTA DE LAS AUTORIDADES.  
  
Los ataques aéreos cogieron desprevenida a la ciudad, todavía no contaba con refugios, ni con defensas antiaéreas. La población se refugiaba donde podía: en sótanos, bajos de las casas, bajo los colchones, o en edificios sólidos con el Teatro Principal y la Plaza de Toros.
               
Berna  y su familia corrían por la ladera del Castillo de Santa Bárbara: “Entonces no había refugio,  y nos íbamos a casa de una tía mía, que es la misma calle, salíamos de mi casa y teníamos que ir 5 o 6 casas, y luego una subida, y mi tía tenía una casa que le daba al Castillo”.
                       
“Mi mamá conocía a una señora que se llamaba Paquita, y ella y su hermana vivían por el Garbinet, Entonces, claro,  empezaban a bombardear más y nos daba más miedo y mi madre, por la tarde, nos cogía y nos íbamos a casa de esta señora. Por detrás del Castillo nos íbamos siempre arrimándonos a los pinos, nos íbamos así. Así estuvimos hasta que hicieron los refugios.”
                      
Ante esta situación, fue necesario movilizar toda clase de recursos, personas y adoptar medidas contra los efectos de los bombardeos aéreos.
          
 LA CORPORACIÓN MUNICIPAL.

En principio, la única autoridad que tiene poder de intervención en el tema de los bombardeos es la Corporación Municipal.
                   
Las primeras medidas tomadas se llevaron a cabo a través del Cuerpo de Bomberos y de Sanidad, destacándose en las Actas Municipales la labor extraordinaria y eficaz que realizó este Cuerpo y las necesidades que precisa para una mejor actuación.
                
Pero estas medidas no fueron suficiente para una población que se vio castigada reiteradamente por los ataques de la aviación franquista. Se crea el Comité Provincial de Defensa Pasiva, que dicta una serie de medidas a las que la población debe sujetarse estrictamente. Se pide a los ciudadanos que colaboren en “crear el espíritu de disciplina y serenidad, aun en los momentos más difíciles”.  Se indica lo que se debe hacer en caso de un inminente ataque aéreo, como el toque de sirenas durante el ataque, cesando el toque en cuanto finalice el bombardeo, la abstención de los vecinos de disparar arma alguna, no salir a la vía pública, toque de queda a las once de la noche salvo para los que realicen servicios especiales, ocupar las plantas bajas de las casas y no salir durante el bombardeo, penalización a aquellos que enciendan algún tipo de iluminación tras el apagado del alumbrado,el control de los carruajes oficiales, que los espectáculos públicos finalicen a las once de la noche y en caso de ataque, el público permanezca en sus asientos guardando silencio. En caso de ataque antes de las once de la noche, los bares, cafés y restaurantes no deben permitir la salida de ninguna persona. Se intenta tranquilizar a la población refiriéndoles que “las defensas antiaéreas y auxiliares de la población están constantemente alerta, y los organismos responsables y autoridades velarán por el estrecho cumplimiento de estas instrucciones, que serán exigidas inexorablemente”.
             
La Corporación Municipal, atendiendo a las normas dictadas, se encargan de asumir la construcción de refugios en condiciones para el albergue de la población civil en caso de gravedad. Esto conlleva el problema de la financiación de estas obras, decidiéndose el establecer una cuota de 2 pesetas por cabeza de familia y 1/1000 sobre la renta mensual para los comerciantes e industriales. Se exige la tributación obligatoria de los vecinos y habitantes que estén de paso por la ciudad. El cobro de este cupo lo realizarán los vigilantes nocturnos por medio de talonarios. Pero esta medida será insuficiente y el problema de la financiación sera un tema recurrente en las Actas Municipales durante el transcurso de la guerra.
                    

                       
El resultado de la subvención mensual del vecindario no es el esperado, y la Corporación decide solicitar al Gobierno de la República una subvención para la construcción de estos refugios. La respuesta del Gobierno es que les es imposible financiar estas obras, por tanto deben optar por otro tipo de soluciones.
            
La medida más importante que se realizó fue la tomada en julio de 1937, la constitución del Comité Local de Defensa Pasiva, que será el encargado de todo lo referente a la defensa de la población, como la construcción de refugios, la implantación de sirenas, antiaéreos, etc...  
                
La Corporación Municipal, por lo tanto, pasa a ocuparse de asuntos más generales en materia de defensa, como el recibir las peticiones y denuncias de los ciudadanos, autorizar la toma de medidas concretas, la solicitud de créditos para la financiación de la defensa de la población y a la elaboración de los partes de bombardeo de manera meticulosa y casi exhaustiva, detallando en cada uno los edificios siniestrados, daños causados, número de bombas que cayeron y número de víctimas producidas.
                    
Entre las denuncias cabe destacar la  llamada de atención a la DECA (Defensa Contra Aeronaves) sobre el toque de falsas alarmas, “evitando errores y procurando que las sirenas toquen al unísono
             
Respecto a las peticiones que se hacen al Ayuntamiento, encontramos un gran número de ellas referidas a la construcción de refugios en diversas zonas de la ciudad, tanto por parte de la ciudadanía como de entidades e industrias. Un ejemplo es la petición de un refugio en los jardines de la Fábrica de Tabacos, “donde se podrían cobijar las cigarreras ancianas y familias en un momento de peligro que pudiera producirse en horas de trabajo. Sería fácil la construcción al contar con material por parte de la Fábrica y la ayuda de los empleados”.  Se indica que hay un refugio cercano en la Plaza de Castellón que está en construcción, pero si la Fábrica subvenciona su propio refugio, se le da el permiso solicitado.
                                       
Otro tipo de peticiones va en relación a las víctimas de los bombardeos. Se solicita la ampliación de todos los servicios de Asistencia Social. Particularmente, el barrio de Benalúa solicita la creación de botiquines de urgencia en la zona, ya que si tienen algún herido de importancia no se le puede atender en condiciones, teniendo que trasladarlos a la Casa de Socorro, y debido a la lejanía pueden llegar en un estado muy grave.
                  
Lo más reclamado a la Corporación Municipal es la necesidad de subvención para la construcción de refugios. La Junta Local de Defensa Pasiva, realiza peticiones reiteradas al Ayuntamiento para solucionar este problema. De ahí que se tomen determinadas medidas, como el nuevo impuesto, la solicitud de créditos bancarios a entidades como la Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Alicante, a la que se le solicitan 1.100.000 pesetas, teniendo la autorización del Consejo de Hacienda para realizar la petición del préstamo.
              
Una de las resoluciones tomadas frente a la necesidad imperiosa de proteger a la población civil es la de obligar a toda entidad o particular que construyan edificios de habitación civil o popular, industriales u otros destinos, de proveerlos a sus costas de refugios contra los bombardeos. En las Actas Municipales se recogen las condiciones que el Arquitecto Municipal propone para la construcción, detallando ampliamente la capacidad que deben de tener, los tipos de materiales a utilizar y la forma de construcción según sea el impacto de las bombas, aportando datos concretos para todo tipo de situación probable.
             
Las agresiones a la ciudad de Alicante se hicieron eco en el panorama nacional, recibiéndose escritos como el del Sindicato General de Abogados de Madrid, afecto a la UGT, testimoniando el “profundo dolor que les produce los constantes bombardeos de que está siendo objeto la población por la aviación fascista internacional.”
            
También llega a Europa. En París se celebraba una “gran conferencia sobre bombardeos aéreos” y a ella asistió Santiago Martí, el alcalde socialista de la ciudad, donde se hizo mención a los bombardeos sufridos por Alicante.
             
La cuestión del bombardeo del 25 de mayo de 1938 llegó al Parlamento Británico, que decidió enviar a Alicante una comisión de investigación. Esta comisión elaboró un informe publicado en Nuestra Bandera. “La comisión declara que ninguna fábrica de la ciudad se ocupa de la producción de material de guerra. No existen en la ciudad depósitos de material de guerra, ni tampoco tropas”. Sobre los bombardeos del 25 de mayo, del 25 de julio, del 6 y 10 de agosto, la comisión dictaminó que eran “un ataque deliberado a una zona civil”.
              
Otra de las repercusiones internacionales, de las escasas que hubo, fue la nota pública del Cuerpo Consular Extranjero manifestando su condolencia al Gobernador civil.
                   
JUNTA LOCAL DE DEFENSA PASIVA
                           
La Comisión o Junta Local de Defensa Pasiva se crea en Alicante el 10 de Julio de 1937, con la finalidad de encargarse de todo lo referente a la defensa de la población, como la construcción de refugios, la compra de sirenas y antiaéreos  y todo lo referente a la protección de la población civil.
            
A ella se remiten todas las peticiones de construcción de refugios, siendo el órgano competente para la realización de éstos. Se recogen en sus actas innumerables peticiones de los ciudadanos sobre este tema, y las complicaciones emergentes para la construcción. Se reciben peticiones de la MZA para proteger a sus obreros, de la Escuela Graduada de la calle Bailén, pidiendo una nueva entrada reservada a los niños, o la Escuela Modelo, subvencionando ella misma casi todo el proyecto y un sinfín de peticiones de vecinos pidiendo nuevos refugios o el arreglo de los ya existentes. La Junta, a día 16 de marzo de 1938, aprobó 32 refugios, pero las peticiones siguen llegando, sobre todo tras el bombardeo del 25 de mayo al Mercado Central. La Junta no puede comprometerse a llevar a cabo otras obras nuevas por un grave problema: la financiación de las obras.
           
A lo largo de todas las actas encontramos el problema de la financiación. Se había fijado un impuesto de 2 pesetas a cada cabeza de familia, pero debido al déficit y la necesidad imperiosa de construir más refugios, se ven obligados a elevar la cifra a 4 pesetas por familia y a 4 pesetas por factura a los hoteles de 1ª categoría. El cobro de estos impuestos se hacía a través de unos sellos que se pagaban en los estancos y que se pegaban en una hoja complementaria que llevarían las nuevas tarjetas de racionamiento que se facilitarían a primeros del año 1938, excluyendo del pago a los parados.
                 
                   
La recaudación de este impuesto no da los resultados obtenidos, y se comienzan a admitir donaciones particulares, colaboraciones como la de la junta de detallistas de hortalizas, que contribuyen con 300 pesetas mensuales, la iniciación de una suscripción con carácter voluntario a favor de la Junta de Defensa, resaltando la nota de prensa sobre un donativo antifascista de 250 pesetas y la colaboración de distintas entidades políticas que aportan su contribución monetaria. Todo ello se ve incrementado tras el brutal bombardeo del Mercado, tras el cual, la misma Corporación Municipal, después de  dolerse del terrible suceso, adopta la medida de colaborar personalmente con el dinero de sus miembros. Es destacable el disgusto que sufre la Junta porque el sindicato de Banca y Bolsa sólo aporta 500 pesetas. Sin embargo, proponen una gratificación al propietario de las casas de Garrigós, en la plaza del Puente, donde existe un refugio para que permanezca en el mismo y facilite al público su entrada. Esta utilización como refugio de los actuales pozos de Garrigós, la recuerda José Sánchez: “Yo era muy pequeño, tenía unos 6 años, y ahí, en ese rincón, me sentaba metiendo la cabeza entre las rodillas. Justamente ahí.”, comenta señalando el lugar. “Aún había agua, y pusieron unos tablones de madera para que pudiéramos entrar y no caernos”.
                
Se llega a tal situación, en la que si no se recibe más dinero, habría que paralizar las obras de los refugios. Esto se agrava debido a que hay que pagar a los obreros, que en ocasiones se niegan a trabajar exigiendo que se les de mayor ración de alimentos, cosa que resulta imposible debido a la escasez que se sufre en la ciudad, la compra de materiales adecuados y sobre todo el traslado de éstos a los lugares en construcción. Se pide reiteradamente mano de obra para la construcción, incluso llegando a echar mano de presos o movilizar a todos los hombres entre 18-45 años para intensificar las obras, incluso ya a finales del 38 se pide que se les facilite soldados por falta de personal.
               
Se presenta la posibilidad de que cada domingo se de un espectáculo en beneficio de la Junta de Defensa, y un impuesto por servicio en consumo de bares y cafés, incluso que las antiguas comisiones de Fogueres recauden en cada barrio para los refugios. Al no ser suficiente, se propone la idea de la “semana pro-refugios” en abril del 38, en la cual participaron la Federación local grupo anarquista, la Federación local de Mujeres libres y varios sindicatos, como el de Correos. A pesar del esfuerzo, los ingresos fueron escasos, por lo que al mes siguiente se realiza una “grandiosa novillada” organizada por la Junta de Defensa Pasiva para la obtención de fondos para los refugios, lo cual sí tuvo éxito, recaudándose la cantidad de 31.734'90 pesetas.         
              
            
 La Junta de Defensa debe enfrentarse a otros problemas, como la falta de vigilancia en los refugios, la conservación y reparación de los terminados, constituyéndose para tal efecto una Brigada especial dedicada a ello. Se apoyan para este fin en las Brigadas auxiliares de barrio, que informan a la Junta de las faltas materiales en los refugios y de las acciones incorrectas de la población en el uso de éstos. Pero conforme avanza la guerra, se empieza a carece de elementos voluntarios para estas brigadas, solicitando que se hagan cargo de este tema las organizaciones antifascistas. Se solicita al Comandante militar de la plaza que los servicios auxiliares se encarguen de la vigilancia de los refugios, pero esto no se pudo llevar a ca
                
Otro problema de gran importancia es la cuestión de las defensas antiaéreas y la colocación de sirenas. El Coronel de la plaza considera insuficiente la defensa antiaérea, pidiendo la colocación de cañones antiaéreos, lo cual es imposible debido a que no hay material. Se hacen gestiones para la compra de sirenas potentes, incluso el traslado de algunas a barrios donde no las hay. Pero lo más grave es que se observa una gran descoordinación entre los organismos oficiales en el toque de las sirenas. Tras el bombardeo del 25 de mayo, aparece en prensa las normas dictadas por el Coronel Comandante Militar referentes a las señales de alarma por medio de sirenas completamente distintas a las que la DECA local tiene dadas con anterioridad.
            
Las peticiones sobre la necesidad de estrechar la vigilancia de la ciudad y la intensificación de obras para preservar cuanto antes a la población civil de los ataques aéreos, se incrementan en las Actas Municipales y en las de la Junta de Defensa Pasiva a raíz del trágico suceso del 25 de mayo de 1938. Se vuelve a dar las instrucciones precisas sobre el toque de sirenas, se intensifican los trabajos en los refugios, la vigilancia de éstos y su limpieza,encargándose de la desinfección de todos los refugios de la ciudad y la necesidad de disponer de una señal de alarma que no tuviese ninguna posibilidad de inutilizarse a pesar de las proximidades de las explosiones, ya que son frecuentes las averías.
                                 
En julio de 1938 la Memoria de la Junta Local de Defensa Pasiva detalla el estado de la cuestión: “El número de refugios construidos actualmente es de 55 y el número de personas que pueden cobijarse se eleva a 38.140. En 7 de estos refugios se están realizando obras de ampliación que permitirán aumentar su capacidad en 2.450 personas.”  El plan de la Junta era llegar a la construcción de 37 refugios más, de los cuales 7 estaban bastante adelantados, para poder llegar a proteger a 108.590 personas.
             
LA PROPAGANDA.
             
Las acciones de las autoridades civiles se ven reflejadas en la prensa local. La labor de la prensa en connivencia con las citadas autoridades es fundamental. Son los encargados de llevar a los ciudadanos todas las noticias referentes a la situación que se está viviendo. Todos ellos hacen un especial hincapié en las victorias republicanas y los objetivos militares conseguidos, del mismo modo que se mencionan con interés desmesurado la destrucción de contingentes enemigos o de maquinaria bélica destruida. Se percibe en ellos falta de objetividad, ya que el lector obtiene la idea de que las tropas republicanas alcanzan victorias por doquier, puesto que las derrotas no aparecen de la misma manera, dando una errónea imagen de optimismo. Lo que se trata de conseguir es que la población no se desmoralice, se intenta motivar a los alicantinos a que continúen la lucha y no decaigan a pesar de ser atacados.   
                              
El periódico Liberación, de tendencia anarquista, peca en exceso de un lenguaje revolucionario y exaltador, aunque su lectura es rápida y entretenida aportando en ocasiones viñetas que toda la población puede entender. Criticó la falta de decencia de la población civil en los refugios: “En Alicante es una auténtica vergüenza lo que sucede con los refugios. La gente se ha colocado en ellos, y en ellos duerme, come, hace sus necesidades más secretas”.
                 
El diario Nuestra Bandera, órgano del Partido Comunista, es el que más noticias del ámbito local y provincial aporta. Un aspecto negativo es que conforme se acercan a septiembre-octubre de 1938, las noticias locales son dejadas de lado, a no ser que sean de gran notoriedad, y se centran en el ámbito internacional. 
                    
Las noticias de tipo local suelen hacer mención a los bombardeos, pero en pocas ocasiones, pero sí que resaltan mucho el tema de los refugios: su construcción, su conservación, las normas que se deben tomar para acceder a ellos, etc. Quizá, el periódico que más interés muestra por la construcción de estas defensas es Nuestra Bandera. En todos los números hacen mención ante la falta de éstos y su necesidad para la protección de la población.
      
Este diario hace referencia a los grupos de muchachas antifascistas creadas en Alicante y la provincia y la labor emprendida por ellas. Otra característica es que aparece en muchas ocasiones referencias a la labor educativa y están a favor de que los niños y niñas acudan a la escuela a pesar de la situación de guerra que vivía la ciudad de Alicante
                 
El diario Avance, socialista, llegó a publicar: “En Alicante no se ha dado importancia al problema de los refugios. La población civil de Alicante no se halla defendida contra los bombardeos aéreos. Lo que se ha hecho hasta la fecha no es suficiente. En lo que se refiere a la construcción de refugios en Alicante, más que lentos, hemos sido perezosos.”
      
Se trata de mantener la calma, de motivar a la población a que colaboren en la construcción de refugios, recogiendo las palabras del Alcalde: “Si fuera posible, hacer refugios en cada casa, en cada taller, que todo el mundo tenga la seguridad de que tiene donde protegerse”.
             
La relación de las autoridades con los medios de comunicación es sumamente estrecha. A través de la prensa y la radio se dan las instrucciones de como comportarse en los momentos de mayor peligro, se solicita a la población que presten ayuda a las Brigadas auxiliares de Barrio y acaten sus instrucciones, incluso se le pide a Radio Alicante “que en caso de alarma no cese la emisión, retransmitiéndose durante la misma discos de música alegre, así como avisos y advertencias para el público.”  Toda iniciativa es poca para mantener el ánimo de una población duramente castigada.
                
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