06 septiembre 2010

DON TRINO

Gracias a la amabilidad del Diario La Verdad y, especialmente, de D. José Francisco Picó, periodista del citado periódico, la Asociación Cultural Alicante Vivo ha podido reivindicar, coincidiendo con el 156 aniversario de su muerte, la figura del Gobernador Civil, D. Trinitario María González de Quijano e Iturregui.
  
"D. Trino", como él mismo firmaba sus escritos, luchó desde su cargo contra la terrible epidemia de cólera morbo que asoló nuestra ciudad y provincia en agosto-septiembre de 1854.
  
Desde nuestro colectivo nos llenamos de orgullo al saber que existen medios, tradicionalmente tan vinculados a nuestra sociedad, con una apuesta tan clara hacia la cultura e historia, demostrando de nuevo que la divulgación es el arma más poderosa contra el olvido.
  
¡¡Gracias!!
                           
 
 
 
                
La tradición y sabiduría popular nos enseña que a los héroes, sean quienes sean, se los recompensa con la admiración eterna de aquellos que conocen sus hazañas. Por desgracia, la ciudad de Alicante no posee muchos héroes que puedan ser recordados. Aún así, cada verano debemos homenajear a un hombre que salvó con su vida a miles de alicantinos. Un hombre que, en aquel verano de 1854, se convirtió a su pesar en un héroe tras su malograda lucha contra una de las plagas más mortíferas del ser humano: el 'cólera morbo'.
                     
Don Trinitario María González de Quijano e Iturregui, nació en Guetaria (Guipuzcoa) el 8 de mayo de 1808. Con apenas quince años, ingresó en el Real Cuerpo de Guardia, llegando a ejercer el cargo de Alférez de Caballería. Sin embargo, pronto abandonó su carrera militar por la política, convirtiéndose en un miembro destacado del Partido Liberal y Progresista, mostrando desde el principio un fuerte rechazo a la dictadura del General Ramón María Narváez.
                     
En aquellos años, el Gobierno abolió las garantías constitucionales e impuso la 'ley del terror' a sangre y fuego. Los afectos progresistas sufrieron una persecución despiadada y fueron confinados en las cárceles de Cádiz hasta su posterior destierro a las Canarias, las Marianas, Cuba o Filipinas. Don Trino Quijano, calificado de 'bullanguero progresista', fue uno de ellos.
                 
Tras varias cartas enviadas a sus amigos, algunos de ellos ciertamente influyentes, en las que contaba sus penurias en prisión, se pone en contacto con el propio General Narvaez y S.M. La Reina Isabel II, consiguiendo la reducción de pena y su puesta en libertad.
                   
Laboralmente activo en su nueva vida, comenzaron a darse los primeros casos de 'cólera morbo' en Alicante. Era el año 1854. La gente empezaba a morir a causa de la enfermedad y no había nadie para ponerse al frente del Gobierno Civil. El día 16 de agosto, fue nombrado en ese cargo a voluntad propia Don Trino Quijano. Contaba 47 años de edad.
                
Nuestra ciudad tenía aproximadamente 18.000 habitantes, todos ellos potencialmente enfermos de cólera. En los primeros días de la plaga, alrededor de 8.000 alicantinos huyeron a los pueblos de la provincia, pensando que la enfermedad quedaría atrapada entre nuestras murallas. Pero se equivocaron. Hoy, 156 años después, sabemos que el cólera provocó 1.964 muertes en los 47 días que duró la epidemia. Un 20% de la población total
              
El día 23 de agosto, Quijano publicó un bando en el que obligaba a los dueños de los cafés y horchaterías a dispensar, noche y día, sustancia de arroz para los enfermos, y a todos los farmacéuticos para que facilitaran gratis toda clase de medicamentos, mediante receta que abonaría en su debido momento el Gobierno Civil. Del mismo modo, advirtió que serían sancionados los especuladores que vendieran artículos de primera necesidad a sobreprecio.
              
Durante los días siguientes, Quijano repartió dinero de su propio bolsillo a las familias más pobres para que compraran alimentos, al tiempo que concedía ayudas económicas de tres reales diarios a las familias consideradas 'pobres de solemnidad'. Estableció guardias de tres médicos y cuatro practicantes en los bajos del Ayuntamiento entre las diez de la noche y las cinco de la madrugada, otorgó exención del pago de impuestos para los alimentos y prohibió los cordones sanitarios que mantenían aislado a Alicante. Todo ello, mientras visitaba a los enfermos, que se le morían en sus brazos.
Durante la semana del 23 al 29 de agosto, la epidemia se extendió por la provincia; y nuestro Gobernador acudió a caballo, presuroso, a localidades como Alcoy, Cocentaina y Monforte. En todos los pueblos era tratado como un héroe, y su labor llegó pronto a oídos de la Reina Isabell II, que le concedió el 5 de septiembre la Gran Cruz de Isabel La Católica.
                                
Exhausto por los viajes, Quijano cae agotado. Pero lo que en un principio achacaban los médicos al cansancio, se acabó convirtiendo en contagio del cólera. Se le diagnosticó la enfermedad el 14 de septiembre, precisamente cuando el mal empezaba a remitir en la ciudad. Una de sus últimas frases fue: «Sé que voy a morir pero muero contento porque voy a ser yo el último de la procesión».
                 
Aún así, enterado de que Castalla estaba infectada y no había médico, pidió un caballo para acudir con personal sanitario. Pero le fue imposible ni siquiera subirse al animal. Delirando y entre grandes sufrimientos físicos, murió a la una y cuarto de la madrugada del día 15.
               
«Con el dolor más profundo anunciamos a nuestros lectores la muerte de Don Trino González de Quijano, dignísimo Gobernador Civil de Alicante. Quijano ha muerto, no en servicio de una fracción política, sino en defensa de la humanidad. Alicante lamenta la irreparable pérdida de un padre: Alicante debe consagrar un monumento a su memoria» (Diario 'Unión Liberal'. Madrid).
              
En Alicante, diversas personalidades decidieron elevar un monumento en recuerdo y gratitud a su memoria. La elección fue la Plaza de Santa Teresa, una de las pocas plazas románticas de Alicante y que, curiosamente, hoy en día es conocida popularmente como Panteón de Quijano. Su monumento representa alegóricamente las virtudes filantrópicas del fallecido: la fe, el valor, la caridad y la templanza.
            
Allí descansa en la actualidad, olvidado para la mayor parte de alicantinos, descendientes de aquellos por los que Quijano dio su vida. Incluso su monumento, sufragado por suscripción popular por muchos de los pueblos que él intentó salvar, ha necesitado varias décadas de degradación y abandono para que un Ayuntamiento decida restaurarlo por fin.
          
Hoy, 156 años después, el Panteón de Quijano es actualidad. Pero&hellip ¿por cuánto tiempo? ¿Cuándo olvidaremos de nuevo la figura y los actos de aquel héroe que murió por todos nosotros? Ojalá sirva este artículo en el aniversario de su muerte como recuerdo eterno a la figura de Don Trino. Ojalá sirva este texto como una fiel lección de esa 'otra' Historia, más pequeña y humilde, es cierto, pero que ha servido también para forjar la realidad en la que hoy vivimos. 
           
 
SE PUEDE LEER LA BIOGRAFÍA COMPLETA DE TRINO QUIJANO EN ESTE ENLACE DE ALICANTE VIVO

 
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