04 abril 2011

COMUNICADO DE ALICANTE VIVO SOBRE EL DERRIBO DEL SILO DE HARINAS MAGRO DE SAN BLAS




Ante la noticia publicada acerca del derribo tras las elecciones del conjunto industrial del Silo de Harinas Magro y la fábrica anexa al mismo, manifestamos nuestro absoluto desacuerdo respecto a la decisión tomada.

Denunciamos que no existe referencia ninguna al derribo del silo en el proyecto de Adif, que se ha desprotegido un patrimonio cultural alicantino catalogado para dejar vía libre a un acceso temporal de vías en superficie, y que ni el Ministerio de Fomento con Adif (responsables del mantenimiento y protección de las edificaciones singulares ferroviarias históricas de España), ni la Generalitat Valenciana (que tiene al Silo de San Blas incluido en su catálogo de patrimonio), ni el Ayuntamiento de Alicante (que desprotegió esta construcción del catálogo municipal de edificaciones protegidas), han omitido toda actuación que repercuta en su conservación.

Es incomprensible e injustificable el ritmo de destrucción del patrimonio arquitectónico que sufre la ciudad de Alicante, que en apenas unas décadas ha visto cómo prácticamente se han extinguido las muestras más singulares de nuestra arquitectura popular, señorial e industrial por toda la ciudad.
Con el paso de los años, nos vamos encontrando cada vez más con una ciudad genérica, sin identidad propia y con una tematización y homogeneización del paisaje urbano alarmante, en el que parece ser que ya no caben las singularidades y los hitos que aportan una imagen y una personalidad única a Alicante.

Ya no encontramos viviendas señoriales por el ensanche, la mayoría de las construcciones decimonónicas del Centro Tradicional y el Casco Antiguo se están abandonando y derribando sistemáticamente para ser reemplazadas por vergonzosas imitaciones de lo que nunca se tuvo que haber eliminado, las Torres y sobretodo las casas señoriales de nuestra huerta se caen a pedazos olvidadas más allá de las monótonas urbanizaciones que han devorado la ciudad…

Foto de Juan Carlos Soler

Y en cuanto a las construcciones industriales, de las que Alicante gozó en su paisaje urbano durante décadas, y que le aportaron su época de gran crecimiento en la primera mitad del Siglo XX , apenas podemos contarlas con los dedos de una mano, pero a modo de cuenta atrás.

Lo que en el resto de Europa se conserva y se admira, para ponerlo en valor y perpetuarlo en el tiempo, pudiendo contar así la historia de las ciudades y las sociedades a las generaciones futuras, a modo de legado cultural, aquí en Alicante molesta y estorba. Nuestra ciudad está perdiendo sus señas de identidad en un proceso contrario al criterio técnico e histórico.

No podemos sino alzar la voz y afirmar que el derribo del Silo de Harinas Magro será una nueva herida en nuestra memoria, que no podrá cicatrizar ni podrá reemplazarse. Entendemos que no existe justificación coherente para haber tomado esta decisión, y que todo el oscuro proceso de llegada del AVE a la ciudad de Alicante, está anteponiendo intereses políticos y económicos a cualquier otro factor.

El silo de San Blas ni siquiera ha sido catalogado en el inventario del patrimonio cultural afectado por el proyecto, siendo por tanto esta parte de la memoria del proyecto inválida y decididamente parcial y ridícula, tratando de derribar el silo a conciencia desde un inicio, como si no hubiera existido nunca, y registrando en el inventario otras construcciones de mucha menor entidad, e incluso hallazgos que rozan el ridículo, como trozos de cerámica rotos dispersos por el entorno de las vías del ferrocarril.

La protección de este edificio, con una ficha propia, en el nuevo PGOU, y su posterior desprotección en el catálogo definitivo sin ninguna explicación, confirma que si bien tiene interés patrimonial para los técnicos, algún otro interés no definido ha supuesto la exclusión del catálogo para su derribo.

No podemos anteponer intereses como la creación de una playa de vías temporal a la supervivencia de una construcción singular, es algo que habla muy mal de esta ciudad y su respeto por la historia y la cultura.

Entendemos que no debemos vivir en una ciudad momificada y congelada en el tiempo donde se conserve toda muestra de historia previa, pero nuestra situación actual es diametralmente opuesta: apenas quedan muestras de ciertos periodos de nuestra historia por nuestro tejido urbano, y debemos tratar la situación siendo conscientes de la responsabilidad y la repercusión que nuestras decisiones actuales tendrán en el futuro.

Reivindicamos la conservación del conjunto histórico de edificaciones ferroviarias de la estación de Alicante-Término: Estación, pabellones ferroviarios y Silo de San Blas. La desaparición de los mismos supone un ataque directo al patrimonio de todos los alicantinos, a los que se nos está quitando un bien que nos pertenece históricamente, y que nunca más se podrá reponer.

No debemos permitir que desde la distancia se tomen decisiones que nos afectan sin poder participar en ellas, y que el desprecio por nuestro patrimonio salga vencedor, y sigamos repitiendo los mismos errores que se han cometido en Alicante en las últimas décadas.

La apuesta por la modernidad se ha malinterpretado, y se está considerando que debe reemplazar a todo lo previo, en lugar de hacerse compatible, como se ha hecho durante siglos. Es ahora cuando nuestra sociedad ha creído poder estar en la posición de decidir sobre todo el pasado, cuando hemos empezado a devorar todo lo antiguo, y cuando hemos echado a perder el trabajo de siglos.

Mientras que nuestros antecesores convivieron con edificaciones centenarias, nosotros preferimos abandonarlas, humillar su legado y eliminarlas.

Y mientras que en la ciudad siempre han convivido edificaciones antiguas y modernas, nosotros preferimos arrasar con todo y levantar nuevas moles sin personalidad, que ni siquiera reflejan el espíritu de nuestra época.

Perdimos viviendas señoriales, palacetes y casas de campo singulares. Desaparecieron escuelas y colegios modélicos. Dejamos que se hundieran las viviendas originales que fundaron nuestros barrios actuales. Miramos hacia otro lado cuando se derribaron las antiguas fábricas de la ciudad y muchos edificios singulares del Puerto. Ya no podemos ver las casas de pescadores del Raval Roig y su ermita, porque a cambio tenemos una pantalla de muchas alturas de hormigón, plantando cara al mismísimo Benacantil. Perdimos edificios modernistas, cines maravillosos, teatros, cuarteles, parques románticos, alamedas…

Los esfuerzos de la ciudad de Alicante se focalizan en un crecimiento a costa de nuevas construcciones, olvidamos a nuestro castillo de San Fernando, el cine Ideal, la arquitectura industrial alicantina, las viviendas señoriales… Cada vez queda menos, estamos cerca de no tener nada que proteger ni nada que reivindicar, porque llegará un momento en que no nos quede una sola piedra por derribar.

Sin embargo, nosotros no nos callaremos, no renunciaremos a legar a nuestros hijos un Alicante mejor, y que puedan tener la oportunidad de conocer cómo era el pasado, cómo creció la ciudad que les acogerá, y cómo pudo haber sido de no ser porque quienes tuvieron la oportunidad de tomar las decisiones, optaron porque primaran otros intereses. Seguiremos intentando hacer posible lo imposible, y lucharemos por salvar nuestro patrimonio, y también porque se sepa y se recuerde todo aquello que dejó de existir un día, quienes lo hicieron desaparecer, y porqué. Confiamos en que si conocen esta historia, no serán cómplices y responsables de la destrucción de nuestro patrimonio cultural, y no repetirán la historia de nuevo. Así, podrán sentirse orgullosos todos ustedes, los que hoy intentan borrar las huellas de la historia de Alicante: nadie hará con su obra lo que ustedes han hecho con el esfuerzo de los alicantinos que hicieron crecer a esta ciudad, la embellecieron y la dotaron de maravillosos lugares que ustedes se han encargado de ir destruyendo.

Entristecidos, defraudados, y engañados por todas nuestras administraciones, volveremos a comprobar cómo nos arrancan una vez más una página del maltratado libro de nuestra historia. Contemplaremos cómo conforme derriban este silo, vuelven a robarnos una pieza de nuestra ciudad irreemplazable, y cómo desaprovechan la oportunidad de poner fin a la tendencia destructiva que ha caracterizado a todos nuestros gobiernos municipales desde los años 50.

Nuestra recomendación: comiencen a proteger los edificios singulares de las décadas de 1960 en adelante, porque pronto serán los edificios históricos más destacables de la ciudad. Habrán conseguido reducir las edificaciones históricas a ámbitos que las ridiculizan, y que acotan su existencia a sectores urbanos que no tienen nada que ver con su verdadera presencia original. Conseguiremos un curioso parque temático para turistas que simula una ciudad, que cuenta una historia deformada y desfigurada, y un lugar para vivir sin nada que haga sentir a los habitantes que pertenecen a una historia y a una cultura propia. Será perfecto para conseguir una ciudad monótona más, otro punto en el mapa, otro lugar como cualquier otro. Así se podrán ahorrar escribir aquello de “…la millor terreta del món”, porque no habrá nada que nos diferencie del resto.

No olvidaremos esto, y no permitiremos que nadie lo olvide. Si conservan nuestra historia, podrán llevar con orgullo esta descripción junto a sus nombres para siempre, pero si la destruyen, también.

Y para finalizar, les rogamos que al menos actúen con transparencia y claridad, y si derriban el silo, no se echen culpas los unos a los otros para aturdir y desviar la atención de los ciudadanos, intentando una maniobra de distracción. Reconozcan claramente que no les interesó nunca y que no quisieron protegerlo.

Recuerden que lo único que no podrán derribar nunca, será nuestra memoria, y es muy poderosa.

INFORMACIÓN 4 de abril de 2011

El Mundo 4 de abril de 2011


 
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