02 noviembre 2012

LA RIADA DE NOVIEMBRE DE 1987. 25 AÑOS DESPUÉS

ALICANTE Y COMARCA





"Persiste el riesgo de las tormentas en el día de hoy" Así lo anunciaba en un pequeño recuadro el diario Información el 4 de noviembre de 1987, día en el que daba la noticia de las desastrosas lluvias que habían afectado a la comarca valenciana de La Safor y el norte de la provincia de Alicante donde se registraron más de 100 litros por metro cuadrado. Denia se convertía en una de las localidades más afectadas por la tromba que comenzó a caer a las tres de la tarde del día 3 del mencionado mes de noviembre. Nada comparable a los casi 500 litros por metro cuadrado que se registraban en la mencionada comarca valenciana. Como si de una premonición se tratara, la contraportada del diario rezaba: "Vuelve el temor a las riadas". Y es que, para Alicante, lo peor estaba por llegar.

Y el cielo se desplomó sobre Alicante.

En la madrugada del 3 al 4 de noviembre un descomunal aguacero cayó sobre Alicante y su área metropolitana, siendo el triángulo Alicante-Santa Faz-El Campello el más afectado. 

A primera hora de la mañana la policía alertaba a los vecinos del caserío de la Santa Faz de la avalancha de agua que se acercaba por el inexistente cauce del Barranco de Lloixa. Llevaba horas lloviendo en el interior de la provincia y ríos como el Coscó de Xixona llevaban un caudal nunca antes visto. Poco antes el agua arrasaba parte de la zona residencial de Los Girasoles en San Vicente, donde cinco personas tuvieron que ser rescatadas de su chalets en helicóptero. "Nadie me dijo que la Calle del Olmo fuera una rambla seca cuando construí mi casa en 1983" se lamentaba Luis García, vecino del barrio. Y es que el Ayuntamiento le había concedido el permiso de obras...

Portada de la edición especial de Información que salió a la calle 
en la tarde del día 4 de noviembre de 1987. Los daños en 
Los Girasoles (San Vicente del Raspeig) y en La Albufereta 
eran foto de portada de dicha edición vespertina.

El agua, inmisericorde cuando de reclamar sus terrenos se trata, se llevaba por delante la vida de Concepción Fernández Candón de 52 años la cual residía junto a su marido y su hijo en la finca Los Olivos, de la que eran guardeses. Sólo hacía cuatro meses que habían trasladado su residencia de Asturias a Alicante. La desgracia quiso que eligieran para vivir el invisible cauce del barranco de Lloixa, que en ese sector todavía se denomina del Joncaret. Su cuerpo fue hallado 3 kilómetros más abajo, junto a unas tapias de la Avenida de Dénia.

 La ambulancia recoge el cuerpo sin vida de Concepción 
Fernández,  que fue hallado en la vía de servicio de la 
Avda. de Dénia.  (Foto: Reme, para Información)

Siguiendo su camino de destrucción, la riada, en forma de ola de fango y escombro, alcanzó Santa Faz a primera hora de la mañana. La totalidad del caserío quedó anegado por las aguas, las cuales bajaron con tal fuerza que amontonaron todos los coches unos encima de otros en la calle de la Verónica, ya en el término municipal de Sant Joan. Fue en esta localidad, concretamente en el Colegio Lo Romero, donde fueron trasladados todos los vecinos de la pedanía gracias a la generosidad de su director Ricardo Ladriñán el cual ante la posibilidad de derrumbe de algunas casas no dudó en abrir el colegio a los refugiados. Por otra parte 41 internos de la Residencia San Rafael fueron trasladados a las instalaciones del entonces Sanatorio Psiquiátrico de Santa Faz, que se libró de la riada del barranco de Lloixa.

Calle Mayor y Plaza de Luis Foglietti, anegadas


El Barranco de Lloixa a su paso por la Calle Barranquet
(el popular Carrer Mitja Galta), ya en término
municipal de Sant Joan d'Alacant


Los Verdes crearon la polémica al afirmar que los refugiados de Santa Faz estaban siendo mal atendidos en Lo Romero. Responsables del colegio negaron esta afirmación.

Las monjas clarisas del Convento permanecieron en su interior custodiando las imágenes y la reliquia de la Santa Faz, que de nuevo se salvó de las aguas. El día 6 daban la alarma: el histórico inmueble estaba anegado por el fango y nadie se había preocupado de ellas. Alianza Popular fue la encargada de entregarles botas de agua.

 La pegatina de la Romería de 1987, obra de nuestro 
compañero Eusebio Pérez Oca fue adaptada y reeditada 
para recaudar fondos para los afectados de Santa Faz

No podían faltar enmedio de la tragedia las personas que se aprovechan de la desgracia ajena. Una persona fue sorprendida en Santa Faz robando jamones de un comercio arrasado. Los vecinos daban la alerta y se evitaba así el robo de piezas mecánicas de vehículos y el saqueo de otros comercios de la pedanía que estaban siendo asaltados. La Guardia Civil y la Policía se vio obligada a montar patrullas de vigilancia las 24 horas tanto en Santa Faz como en Tángel. Todos los coches afectados fueron trasladados al depósito municipal de Sant Joan.

El puente de la Albufereta resistió

La riada siguió por diversos hasta llegar a la playa de la Albufereta, arrasando a su paso la finca Lo de Díe, la Gasolinera de Vistahermosa y el almacén de Butano, cuyas bombonas acabaron en la Albufereta. La mediana de la Nacional 332 situada frente al concesionario Mercedes Benz de Vistahermosa agravó el problema y se dió la orden desde alcaldía par que fuera destruida.

 Muy poco puente para tanto barranco, ¿verdad?
 (Foto: Carratalá, para Información)

En la Albufereta la fuerza de las aguas superó con creces las riadas de 1982 y 1963 y durante algunos momentos se temió por la estabilidad del puente, si bien éste resistió el brutal embiste. La playa y sus alrededores quedaron anegados. 24 personas de este barrio fueron rescatadas en helicóptero.

Toda la zona de huerta situada entre Santa Faz y la playa quedó sembrada con los cadáveres de más de 400 cabras que perecieron ahogadas. "Víctima del temporal" rezaba el pie de foto de una de ellas.

Se informaba además de que la playa de San Juan había desaparecido arrastrada por las aguas. Años después tuvo que ser regenerada por completo.

El Río Seco dejó de serlo

Las imágenes más espectaculares y por ello más recordadas las hallamos en El Campello. Allí, la fuerza de las aguas del Río Seco se llevaron por delante los puentes del Trenet, por aquel entonces perteneciente a FEVE y el de la Avenida del Gobernador Aramburu (hoy Jaime I el Conquistador), la popular carretera de la playa. Los restos de ambos puentes acabaron semienterrados en el mar. El que estas líneas escribe recuerda haber acudido a ver in situ los efectos de la riada en El Campello. A ambos extremos del desaparecido puente la gente se saludaba mutuamente, mientras unos cuantos fotógrafos aficionados dejaban para el recuerdo sus instantáneas. La Autopista A-7 abrió sus peajes para facilitar el transporte.

 
 El puente de la desembocadura del Río Seco no resistió
(Foto: Carratalá, para Información)


El puentre del Trenet convertido en una especie 
de "puente colgante". (Foto: Carratalá, para Información)


Curiosamente el viejo puente de la Nacional 332 que une, aguas arriba, Sant Joan con El Campello resistió la brutal embestida de las aguas que llegó incluso a superarlo. El nuevo puente situado junto a él también resistió, si bien el agua arrancó todas las barandillas de protección cuando lo sumergió. Una vez bajado el nivel de las aguas, este puente pudo volver a abrirse al tráfico restableciéndose la comunicación con Alicante. La pista de karts y el cercano desguace situado a los pies del puente desaparecieron.

 
El puente de hormigón de la N-332 
quedó sumergido por las aguas

 
El viejo puente resistió...
(Foto: Ayto. del Campello)

Duante algunos años el río continuó llevando agua, por lo que algún tiempo después las señales de "Río Seco" fueron cambiadas por las de "Río Montnegre"

Los daños en El Campello fueron valorados en más de 2.000 millones de pesetas. Los daños en la línea del Trenet se valoraban en 840 millones. El día 7 era encontrado en El Rincón de la Zofra el cadáver de un anciano. A esto hay que añadir el nuevo golpe que sufrían los campelleros que aún se estaban recuperando de la tragedia acaecida durante sus fiestas de Moros y Cristianos.


ALFREDO CAMPELLO

 
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