05 octubre 2014

UNA PIRÁMIDE EN LO ALTO DEL BENACANTIL



En el año 1961 los alicantinos y turistas que subieron al Castillo de Santa Bárbara se llevaron una sorpresa. A la entrada de la fortificación, en el Revellín del Bon Repós, hoy torpemente habilitado para aparcamiento de autobuses, se encontraron con una esbelta pirámide de sillería. Una placa conmemorativa situada en uno de sus lados indicaba que se trataba de un monumento conmemorativo en memoria del cartaginés Amílcar Barca. Así fue como lo recogió brevemente ABC en su edición del 19 de abril de 1961. Pero ¿por qué se colocó un monumento en honor a Amílcar en ese lugar y además con esa extravagante forma? Pues bien, esta historia tiene dos comienzos diferentes que confluyen en el tiempo con la colocación e inauguración del monumento. Vayamos por partes.


A finales de la década de 1950, el Ayuntamiento acuerda por fin la clausura y el desmantelamiento definitivo del Cementerio Católico de San Blas. A los propietarios de panteones y tumbas se les ofrecieron facilidades para trasladar los restos de sus seres queridos, así como sus capillas al Cementerio Municipal de Nuestra Señora del Remedio. Aquellos cuerpos que no fueron reclamados acabaron en la cripta de la actual Iglesia de San Blas. Por su parte, los panteones que no fueron trasladados pasaron a manos municipales, siendo sacado a pública subasta el aprovechamiento de sus materiales. Sin embargo el Ayuntamiento se reservó el derecho de desmontar y recolocar como monumentos algunos de los panteones singulares. Que sepamos, se colocó una columna funeraria en la rotonda del Castillo de San Fernando transformada en monumento a los Héroes Alicantinos de la Guerra de la Independencia; y otras tres tumbas, vacías, fueron colocadas en el Castillo de Santa Bárbara. A saber: el panteón de Berenguer de Marquina en el Baluarte de Santa Ana, el monumento a Nicolás Peris situado frente a la Torre de Santa Catalina y la pirámide que nos ocupa. A excepción de esta última, todos se conservan en su lugar y han sido recientemente restaurados.

Del panteón piramidal, hoy en paradero desconocido, hemos descubierto que en 1912 era propiedad de Bernardino Roca de Togores y que en su interior estaba enterrado desde 1882 Ramón Sardina, Director de la sucursal del Banco de España en Alicante.  Este panteón piramidal es prácticamente idéntico a otros de carácter masónico situados en diversos cementerios españoles y europeos.

Tanto la pirámide como la columna funeraria del Tossal son visibles en las pocas fotos de conjunto que se conservan del Cementerio samblasino.

Para comprender el porqué de la lápida de Amílcar tenemos que viajar a 1932. En las excavaciones realizadas en el Tossal de Manises fue hallado un fragmento de inscripción que el Catedrático José Lafuente Vidal en su obra “Alicante en la Edad Antigua” interpretó erróneamente como parte una lápida conmemorativa de la tumba de Amílcar. La aparición de dos nuevos fragmentos en 1958 y el encaje en el fragmento de Lafuente, realizado en 1970 por el Director del Museo Arqueológico Provincial Enrique Llobregat, dieron al traste con esta hipótesis que ya de por sí se sustentaba de forma precaria.

Ya pueden suponer de qué forma confluyen estas dos historias en lo alto del Benacantil. La pirámide colocada en 1961 con sus inscripciones conmemorativas y la reconstrucción de la lápida de Lafuente dejaron de tener sentido tras la publicación del estudio de Llobregat en la revista número 4 del Instituto de Estudios Alicantinos y su difusión en la prensa local. Si a esto unimos la conversión del baluarte en aparcamiento de autobuses, el desmontaje del monumento era cuestión de tiempo. 

Fuentes:

- Diario ABC
- Revistas del IEA Juan Gil-Albert
- Archivo Municipal de Alicante


ALFREDO CAMPELLO QUEREDA 
Publicado en ABC Alicante el 14 de septiembre de 2014 
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