17 mayo 2008

LA DESAPARICIÓN DE LA ADUANETA

El edificio, vallado y lleno de carteles, en 1984.


Dicen los que más saben que estudiar el pasado es un buen modo de aprender, y no repetir errores en el presente y el futuro. Y es que parece que el hombre tienda a considerar como favoritas las piedras con las que tropieza, y que le guste caerse una y otra vez en los mismos agujeros. Especialmente en Alicante... porque como podremos comprobar con este artículo, aunque pasen los años, las cosas siempre funcionan igual.
Nuestro patrimonio se cae, desaparece o incluso lo roban. Y todo siempre sigue un mismo patrón de aburrimiento, despiste y cortinas de humo. La gente se harta, se aburre, acaba desesperanzada y mira hacia otro sitio cuando el tema está tan quemado que ya ni interesa.

Esto sucedió durante años con un edificio ejemplar de Alicante. Era la Aduaneta, y siguió exactamente los mismos pasos que hoy vemos en tantos otros edificios emblemáticos en el patrimonio de Alicante: Tabacalera, Estación de Benalúa, Cine Ideal, Correos, y tantas otras construcciones en nuestro centro histórico. Así que, ante las pruebas, os propongo un juego: cambiad en los titulares "Aduaneta" por cualquier otro edificio, y veréis como la noticia parece publicada hace unos días. Sigue una evolución clara, y van pasando los años: pasa de llamarse "Aduaneta" a "Vieja aduaneta", se valla, se llena de carteles, pasan los años, el proyecto de rehabilitación se modifica, se retrasa... se plantea la demolición, la reconstrucción... origina quejas, suciedad, acaba hartando a los vecinos... y finalmente, cuando parece que se recuperará, se derriba, y desaparece para siempre.

Echad a temblar cuando comprobéis que una noticia sigue los mismos patrones, pues en Alicante se ha comprobado con muchos precedentes que en cuanto alguien pone su punto de mira sobre un edificio histórico, ya hay poco que hacer para conservarlo.

EL EDIFICIO
La Aduaneta en 1976.

Este edificio, heredó el nombre popular de "Nueva Aduaneta" de un popular comercio que albergó en su planta baja, con una fachada de madera propia de los comercios del Siglo XIX, y cuyo cartel se pudo leer hasta bien entrados los años 90, con reclamos tales como "artículos para caballeros" y "novedades para señoras". La Nueva Aduaneta (llamada así para no confundirse con la Aduaneta situada en la Plaza de Calvo Sotelo) se trataba de una espléndida casa señorial de planta baja y tres alturas, cuya construcción fue datada por las técnicas constructivas en la época del Siglo XVIII (del que ya no quedan muchos testimonios en la ciudad), aunque los expertos nunca fueron capaces de documentar su antigüedad con exactitud.

Planta de la vivienda inicial y la ampliación.

La aduaneta se ve de fondo en esta imagen de la Calle Princesa (ahora Altamira), junto a los árboles que asoman del Portal de Elche.

Una escena similar a la anterior, unos metros más hacia delante, en el cruce con la Rambla.

Esta casa fue el resultado de la unificación de dos edificaciones, posteriormente regularizadas con una fachada unitaria. Tres crujían creaban el zaguán situando al fondo la escalera principal, descentrada, que también actuaba de patio.
Su fachada principal suponía ya en su época una clara diferenciación de los esquemas de los caserones típicos del XVIII en los que predominaba la asimetría, de ahí que muchos alicantinos pensaran que se trataba de una construcción más moderna, pero otros elementos eran propios de la arquitectura dieciochesca.

En el Archivo Municipal no es un caso aislado, puesto que desgraciadamente, nuestra ciudad cuenta con algunos vacíos de documentación ocasionados por los episodios bélicos registrados en el pasado que incidieron en el deterioro o destrozo de parte del fondo documental archivado (incluso la explosión de la Armería El Gato lastimó parte del archivo).

La Aduaneta, en 1984.Todavía se conservaba parte de la madera en su planta baja.

Sus fachadas recaían a las calles Doctor Manero Mollá, San Francisco y la principal, al Portal de Elche. Fue un edificio inherente a la identidad del centro de Alicante, hasta que se planteó su demolición para edificar, desatando entonces partidarios y contrarios a su conservación. Como siempre sucede en Alicante, los árboles no dejaban ver el bosque, y la suciedad que tenía el edificio impedía que la población apreciara los auténticos valores arquitectónicos y monumentales de este edificio, que de haber sido mantenido y restaurado, hoy sería un gran motivo de orgullo al final de la Rambla, y un excelente enlace con el centro tradicional.

Parece que el autor del proyecto fue Vicente Pérez, maestro de obras, quien también participó en la construcción del Pasaje de Amérigo, del edificio de la Calle Pascual Blasco que albergó la Consellería de Obras Públicas y Urbanismo y en la ampliación del cementerio de San Blas.
En su planta baja disponía de grandes arcadas con arcos rebajados de medio punto, y tuvo una escalera monumental. Su fachada estaba realizada con sillares, y líneas puras, y revestida con una sobrefachada de madera, que en sus últimos años estuvo en evidente estado de deterioro.

Plano de 1865 de Vicente Pérez para la reforma del arco de la entrada.

Aunque no se conservan los planos originales, en cambio sí se encontró una solicitud de reformas, firmada por el aludido maestro de obras, en el año 1865, confirmando que el edificio no sólo ya estaba construido entonces, sino que se encontraba en avanzada edad y requería de alguna reparación para su correcto uso, que posteriormente sería aprobada por el Consistorio. Entre esas reformas, destacaba el movimiento de la puerta principal al centro geométrico de la fachada, para centrarla respecto a la fachada de las dos edificaciones unificadas.

Vicente Pérez, señalaba en su informe enviado al Ayuntamiento que el edificio fue originariamente propiedad de un solo individuo, perteneciendo en la fecha que firma su escrito (28 de Julio de 1866) a Manuel Blanquer, Ignacio Carreras y Antonio Campos. En él, dice que el "edificio ostenta una solidez de grande duración, mayormente cuando su construcción se halla basada de buena sillería, sin haber perdido su vertical en todas sus extensiones y alturas, siendo de notar que en el primer cuerpo de su obra no guarda con respecto a la fachada de la plaza el orden de huecos que tan recomendado está en estos casos por reglas de buena arquitectura para ornato de los edificios".

Finalmente, decía que "como todo el perímetro exterior del edificio se halla afecto a la línea foral por sus tres frentes, es preciso que a pesar de su solidez, como lleva indicado, se remedie el pequeño desperfecto que se nota en el dintel del hueco, cuya modificación está comprendida en las prescripciones de la Ordenanza de Policía Urbana".

Cronología del derribo:

El debate sobre la conservación de este edificio comenzaba ya finalizando los locos años 60, donde el desarrollismo había alcanzado sus cotas más altas y la ciudad se había transformado en otra, vendiéndose al mejor postor el último metro cuadrado de suelo disponible para ser explotado de cara al turismo. La Aduaneta se levantaba sobre un lugar privilegiado, haciendo de costura entre la Rambla, el centro histórico y el centro tradicional, con la zona comercial de las Calles Gerona, Castaños, Teatro... y a dos pasos de la futura zona de expansión comercial de Maisonnave. Además, junto al flamante hotel del Gran Sol, y frente al Portal de Elche, era un lugar ideal para los halcones especuladores.
Por algún motivo que desconocemos, el edificio comenzó a deteriorarse, y sin inquilinos. Y aquí comenzó el culebrón...

El 4 de Octubre de 1977, se proponía a la Comisión Permanente Municipal la declaración de Monumento Histórico Artístico para el edificio de La Aduaneta. Sin embargo, esta propuesta no fructificó, quizá debido en parte a presiones por parte de los propietarios, que en semejante zona de desarrollo urbano, viendo lo que se había conseguido con el Gran Sol a escasos metros de su finca, deseaban demoler el edificio con declaración de ruina, para poder desalojar a los inquilinos y sacarle jugo a aquello del turismo.

El 16 de Marzo de 1972 se publicaba en el Diario Información un penoso artículo firmado por Casinos Rhoso, reivindicando una reforma del Portal de Elche, que al parecer se encontraba en un estado lamentable. Acompañaba esta petición de una valoración personal del edificio de la Aduaneta calificándolo como "viejo y feo" (y no antiguo) con un estilo periodístico muy alejado del actual y más cercano a un artículo de opinión, dudando de su interés arquitectónico, confesando, incluso que ni se había molestado en consultar bibliografía para emitir su valoración.

15 de Marzo de 1972. Ya comenzaba a plantearse si debía demolerse...

La Aduaneta seguirá en pie, como presidiendo el quehacer alicantino desde su privilegiada situación en el Portal de Elche. Esto es lo más importante, siquiera sea por afectivo, de todo lo tratado ayer tarde por la Comisión Municipal Permanente en su reunión ordinaria semanal, que estuvo presidida por el alcalde, don Ramón Malluguiza.
La aduaneta, vida para un siglo: Era un expediente que ya había quedado sobre la mesa en la anterior sesión, y que ayer, con quórum suficiente, fue resuleto por la Permanente. Previamente se había ausentado del lugar de la reunión el teniente de alcalde don Francisco Muñoz, pues había intervenido en el asunto bajo la faceta de su profesión de arquitecto.
Es un expediente contradictorio para declaración de ruina de la finca señalada con los números 2 y 4 de la calle de San Francisco, promovido por sus propietarios, don Agustín Navarro Roca y don Manuel Caparrós Mascarell. O sea, el edificio conocido por La Aduaneta, sobre cuyo estado de conservación o posible ruina ya habían vertido diversos informes algunos técnicos que defendían posiciones de propietarios e inquilinos, informes contradictorios, por lo que se solicitó uno nuevo dimanado de un arquitecto designado por el propio Colegio de Arquitectos. La designación recayó sobre don Juan Luis Candela Díaz, de quien era el informe que anoche conoció la Permanente y que, en síntesis, venía a decir lo siguiente:

Que después de colocar unos testigos en los muros para comprobar los posibles movimientos del inmueble, no se ha podido comprobar que dichos movimientos, por cedimiento del terreno, se produzcan.
Que el inmueble, a juzgar por su estado de conservación -cuyos detalles se pormenorizan-, puede durar perfectamente de cincuenta a cien años más a no ser -dice el informe- que se produzca un terremoto" o la rotura de los alcantarillados, cosa ésta que pudiera modificar el asentamiento del subsuelo.
Que no hay peligro inminente que implique su demolición y que los daños pueden subsanarse con simples obras de consolidación, cuyo coste no llegaría al cincuenta por ciento del valor del edificio.

Tras oír este informe, así como el de la Asesoría Jurídica recomendando que sean tenidos en cuenta para un reflejo equilibrado los anteriores informes, la Permanente aceptó la propuesta de la comisión informativa de Obras en el sentido de desestimar el expediente de declaración de ruina del tan citado edificio.

El 28 de Marzo de 1976 se publicaba este artículo con palabras del director del Museo Arqueológico Provincial de Alicante, don Enrique Llobregat, alabando el edificio.


Lamentablemente, la propuesta para catalogarlo como protegido no prosperó, y bajo la presidencia del Alcalde Martínez Aguirre, el 5 de Julio de 1976, admitió el oficio del Ministerio de Educación y Ciencia en el que manifestaba que, a la vista de los informes técnicos correspondientes, se resolvía dejar sin efectos el expediente de declaración de monumento histórico-artístico con carácter provincial de la casa situada en el Portal de Elche, con fachadas a las calles Médico Manero Mollá y San Francisco.

El 23 de Julio de 1976, parecía que brotaba una esperanza para el edificio, pues sobre el expediente de declaración de ruina del edificio se acordaba comunicar al Ayuntamiento, que siendo el mismo inmueble protegible, cualquier acción que sobre él se pretendiera debería ser supervisada por la Comisión Provincial para la Defensa del Patrimonio Histórico-Artístico de Alicante.

De nuevo, el 2 de Agosto de 1976, en la reunión de la comisión provincial para la Defensa del Patrimonio Histórico Artístico de Alicante, celebrada bajo la presidencia de don José Hernández Belando, delegado provincial de Educación y Ciencia, se trataron entre otros asuntos, el expediente de solicitud de derribo del edificio "La Nueva Aduaneta", sito en el Portal de Elche, acordándose reiterar la imposibiliad de tal acción hasta tanto, en su caso, no se someta a la misma el proyecto del edificio que haya de sustituir al actual, ya que el que no haya sido declarado monumento histórico-artístico, no obsta a la función ambiental que cumple en el área protegible del casco antiguo de la ciudad.

El 2 de Enero de 1977, el Información se hacía eco de los edificios y conjuntos urbanos en grave riesgo de desaparición, recogiendo el análisis de un informe hecho público por la Comisión del Archivo Histórico del Colegio Oficial de Arquitectos de Valencia y Murcia, el "Manifiesto en defensa del patrimonio artístico", en torno a la conservación de un patrimonio cultural que configuró la imagen pública de Alicante. Entre otros conjuntos a conservar, se mencionaba la Aduaneta como edificio de gran valor.



Casualidad o no, al poco tiempo de que se negara la petición de Monumento Histórico Artístico, se vendió por 50.000.000 de pesetas el día 22 de Julio de 1977, siendo Alcalde de Alicante don Ambrosio Luciáñez. Lo adquirió el Banco Urquijo, con objetivo de destinarlo a su nueva sede principal en la Rambla de Alicante (como habían hecho otros bancos), tras "importantes obras que se precisarían para ello". Según dijeron, el objetivo era recuperar el edificio conservando las mismas alturas de la finca y sus fachadas, y el proyecto incluía una especie de cubo acristalado de mayor altura en la vivienda posterior. Dado que la corporación surgida en Abril del 79 se opuso a dicho proyecto para conservar la anterior casa, la entidad bancaria paralizó el proyecto y vendió el edificio. Tristemente, éste habría sido el mejor destino de la Aduaneta sabiendo lo que después pasaría, pues finalmente, por proteger a la casa trasera, se demolió el edificio en cuestión.

Poca gente puede querer un edificio "en ruinas" como así defendían sus propietarios que se encontraba, si no es para demolerlo y edificar. Aunque el edificio estaba protegido, no era imposible demolerlo, puesto que podía tirarse y conseguir que se construyera una "falsificación" con más plantas y mejores prestaciones si se presionaba adecuadamente al Ayuntamiento. Y poca gente se aventura a comprar, si no tiene asegurado antes el negocio. Por eso, precisamente, alguien compró el edificio...

El 23 de Enero de 1980, en una página repleta de noticias desesperanzadoras (presupuesto para demoliciones por toda la ciudad, o la licencia para la Reconstrucción total de un edificio catalogado del Siglo XIX que se había permitido demoler en la esquina de Rambla a Calle Mayor), aparecía de nuevo un atisbo de esperanza para el mantenimiento de este edificio, pero que afectaría también a su entorno, encontrando aún más presiones por parte de otros propietarios al limitar las posibilidades de sus fincas. La anterior Corporación aprobó un plan de protección para la Aduaneta, que permitía aumentar en cuatro plantas los edificios que se construyeran en la manzana posterior a este edificio.
Sin embargo, la inclusión dentro del nuevo Plan Especial de Edificios Protegibles, supondría su anulación, y el tema quedó aplazado nuevamente de modo indefinido. El grupo socialista se mostró contrario a aprobar la el anterior plan especial (que estaba aprobado sólo en trámite inicial) y en cambio, se mostró favorable de incluirlo dentro del Plan Especial de Edificios Protegibles, lo que representaría una revisión de las condiciones en que tendría que conservarse el edificio y su entorno, mucho más positivas para el mismo.

Esta discusión siguió en las semanas siguientes, con enfrentamientos por parte de los partidos del Ayuntamiento para aceptar la nueva protección o la anterior.

El Ayuntamiento llegó incluso a plantearse en 1983 comprar el edificio, puesto que sería una buena solución y un uso público lo pondría en valor, ayudaría a conservar sus elementos históricos y revitalizaría la plaza. Sin embargo, nada se supo de esta idea. Igual que nada se sabía ya de los nuevos propietarios, de qué iba a suceder con el edificio o de si finalmente sería protegido o no. El día 1 de Febrero de 1984 se publicaba la noticia que decía que su fachada tendría que ser adecentada en un plazo de 15 días, ya que al estar en el catálogo de edificios protegibles, se instaba a los propietarios a realizar unas obras de limpieza y seguridad necesarias para mantenerlo en buen estado, según el artículo 10 de la entonces vigente Ley del Suelo, que obligaba a los vecinos a mantener los edificios protegidos en buen estado de conservación. El plazo dado por el ayuntamiento requería la limpieza de fachadas, ornatos y saneamiento de cornisas. Sin embargo, pasaron meses y la Aduaneta se deterioraba a pasos agigantados. La fachada se había ya cubierto de carteles, y los inquilinos habían desaparecido. El edificio estaba en un estado deplorable, como mostraba esta noticia del 20 de Junio de 1984, a pesar de que los propietarios habían instados por el Ayuntamiento a adecentarlo, algo que no les interesaba para nada, puesto que no era rentable, y no permitiría que el edificio se viniera abajo jamás, para poder edificar sobre su solar.


El edificio, abandonado a su suerte, se convirtió en un vergonzoso soporte para carteles. Como relataba perfectamente Fernando Gil Sánchez en esta columna publicada el 15 de Febrero de 1985, denunciando esta vergonzosa situación, y de la que recomendamos su lectura:

Asombrosamente, ya habían pasado 20 años del inicio de la polémica, y todo había ido de mal en peor. El 23 de Marzo de 1989, se hacía pública la noticia de que el Ayuntamiento había concedido licencia a los propietarios de cinco inmuebles singulares para demolerlos dado su estado de avanzada ruina y el peligro de derrumbamiento que presentaban, exigiéndoles que los nuevos edificios que se levantaran respetaran en su aspecto exterior las características arquitectónicas y estéticas de los derribados. Entre ellos, estaba la Aduaneta.

He aquí que nos presentamos en los años 90, los propietarios habían ido cambiando de unos a otros, y la historia toma su recta final. El 13 de Marzo de 1990, el Ayuntamiento de Alicante presidido por Lassaleta anuncia la demolición del edificio protegido de la Aduaneta, con el supuesto consuelo de que se exigirá la reproducción íntegra de la fachada original, sin concesión para añadir alturas. Meses atrás, se había concedido permiso para su restauración (rechazando una petición de los propietarios de aumento de una altura), pero ahora se había descartado, y se había dado pie a su destrucción. Nada se hablaba de controles de calidad del proyecto, de rigurosidad histórica... incluso tampoco se habían dado apenas explicaciones de la demolición.
El principio del fin. ¿Este titular no es contradictorio? Protegible y demoler deberían ser términos que no podrían ir en la misma frase. Toda la ciudad creyó en el engaño de que esta operación se realizaría correctamente... pero parecía olvidar la picaresca, seguramente planeada previamente.


Se alegaba que este edificio, que con su imponente estructura de sillares se había mantenido en pie más de doscientos años, estaba en ruina. Lo mismo que se venía diciendo desde hacía 20 años, sin que nada hubiera sucedido. El edificio sólo requería de una restauración y una revisión estructural para posibles refuerzos o mejoras, pero claro, eso no era tan rentable...

Pues bien, dicho y hecho. La Aduaneta se demolió, desmontando su fachada con los sillares numerados para una posterior reconstrucción. Y un gran solar quedó en su lugar. Todo quedó paralizado, y fueron pasando los años. Desde el primer momento en que los sillares se depositaron en acopios en la plaza del Portal de Elche mientras duraron las obras, ya comenzaron a desaparecer algunos. Algunos irían con destino a chalets y fincas privadas. Otros, ni se sabe... pero es posible que toda esta operación estuviera planeada desde un principio, para impedir la costosa reconstrucción, y por fin, olvidarse de "aquellas viejas piedras", de la historia y de la identidad de la ciudad.

Cinco años después, el 15 de Febrero de 1995 como si se tratara de un guión escrito, en el que cada paso tuviera que darse poco a poco para poder llegar a un fin establecido, un informe municipal del Ayuntamiento presidido por don Ángel Luna, que ya hablaba en pasado de la Aduaneta, desaconsejaba volver a construirlo. Esto era el colmo, dos siglos de historia, y veinte años peleando por su conservación, para que ahora, el edificio, desapareciera de forma tan penosa y ridícula. Un engaño a la ciudad, y una herida que no debería olvidarse ni borrarse nunca.

El proyecto presentado por la constructora (a posteriori de haber demolido el edificio, sin haber exigido presentarlo previamente) no gustó en el ayuntamiento y fue rechazado, por ser un pastiche intragable. De repente, se decía en el informe que otras experiencias similares no habían salido bien, y que era preferible levantar un edificio contemporáneo. Paradójico, ridículo, humillante... un insulto a la inteligencia. ¿Nadie podía haber preguntado antes a ver qué tal salían estas operaciones? Seguramente la respuesta es que sí, que lo hicieron, y que al saberlo, firmaron corriendo la reconstrucción, sabiendo que después, jamás se haría.

La oposición municipal, entonces se tiró de los pelos, y acusó al Ayuntamiento de ser responsable de dejar a la ciudad sin patrimonio. Pues bien, con toda la razón del mundo, pero esto era aplicable a todos los miembros (gobierno y oposición) de los sucesivos gobiernos del Ayuntamiento durante décadas, puesto que ninguno protegió ni defendió este edificio como tuvo que hacerse, y todos pusieron su granito de arena, o mejor dicho, su martillo para destruir sus sillares.

Una vez que todo el trabajo sucio estaba hecho, en Marzo de 1996 apareció un cartel en el solar de este edificio desapaercido, anunciando su venta, puesto que el Ayuntamiento ya permitía construir un edificio de planta baja y cuatro alturas (una más que la anterior) olvidándose de las piedras anteriores. Además, se comenzó a utilizar como parking provisional mientras se vendía.
Curioso destino para un edificio protegido...
En apenas una semanas después de colocarse el cartel, se vendió el solar a un grupo de empresarios que se adelantaron a otro grupo de hosteleros de la Explanada y calles adyacentes que se interesó por adquirir el solar para construir un edificio casi exclusivamente dedicado al aparcamiento de vehículos. Por suerte, de lo malo, esta vez no cayó lo peor.

Mientras tanto, en un apartado solar sin vallado ni vigilancia, de la pedanía alicantina de La Serreta, y sin ningún tipo de protección, se encontraban desde hacía años los restos arquitectónicos de lo que un día fue La Aduaneta, uno de los escasos edificios del Siglo XVIII con que contaba Alicante. Las piedras numeradas que formaban sus muros, especialmente las más labradas y trabajadas (con mayor valor arquitectónico e histórico) para las molduras y los arcos, fueron las primeras en ser expoliadas. Hoy esas piedras se pueden encontrar en algunos chalets de la comarca. En el año 1996 todavía quedaban un par de piedras talladas de la cornisa, pero hoy, no quedará apenas nada aquí. Donde sí quedará será adornando la hortera chimenea de alguna mansión privada, haciendo de arco triunfal de entrada a una piscina o de soporte para una barbacoa donde juntarse con los amiguetes y presumir de la conquista.

Así es como acaba el patrimonio en Alicante. Es una vergüenza, pero dejamos que suceda un día tras otro. Este es el peso de la historia en nuestra ciudad: una piedra tirada en medio del campo aplastando unos matojos.

Este edificio, demolido negligentemente, estafando a la ciudad, es un capítulo más en la relación de edificios históricos de la ciudad que, por acción u omisión de los políticos, han acabado bajo la piqueta de la excavadora y cuya lista parece no tener fin. La Aduaneta simboliza como ninguno el incumplimiento y el desinterés (o interés en otros aspectos más lucrativos) de los que un día adquirieron las autoridades locales, y refleja, por otro lado, el afán de algunos ciudadanos de apoderarse de todo aquello que tenga el valor añadido de histórico.

En 1999, siendo Alcalde de Alicante don Luis Díaz Alperi, se autorizó la construcción de un edificio nuevo sobre este solar, que nada tenía que ver, con la Aduaneta, y ni siquiera ponía en valor su posición privilegiada en el corazón de la ciudad, frente al Portal de Elche, siendo un proyecto de materiales y composición de fachada más que cuestionable. Este edificio, obra de un arquitecto murciano, fue finalizado en 2002, y esta vez, cuando ya no había nada que hacer, doce años después, recibió duras críticas de los ciudadanos. Unas pintadas en la fachada reclamaban el sentir general "Volem la Aduaneta". Pero aquellas piezas depositadas cerca del cementerio ya se las habían llevado durante años los amigos de lo ajeno, usurpadores de la ciudad ante la pasividad del Ayuntamiento y la Policía, y una riada que repartió los sillares por el Barranco de las Ovejas.


Desgraciadamente, tenemos que decir que parece que este edificio no fue un mártir que murió para salvar a los demás, y que a partir de entonces la ciudad tomó conciencia. No, no fue así. Recordad la Casa Bergé, que siguió el mismo patrón. O el Gobierno Militar, que iba a rehabilitarse como hotel, se cambió el proyecto, se sobreelevó, se tiró una fachada entera, y hoy son pisos de lujo con una fachada de vergüenza. Y no olvidéis el hotel Palas, que pasó años cerrado, sin destino, con noticias en todas direcciones en prensa. Hoy, el Cine Ideal y la Estación de Benalúa, así como muchos otros pequeños edificios del centro histórico, o incluso las Torres de la Huerta, están esperando el mismo destino. Porque saben que esta ciudad, nunca se levantará contra quienes permiten esto, y tienen vía libre. Basta con no tener prisa, aburrir y aburrir en la prensa y dejar que el asunto deje de ser interesante, para que pasados varios años, el asunto ya no importe, se derribe en un par de días, se pague una multa, y entonces vengan los lamentos.

Este es el "asombroso" edificio que sería tan deseado por los dueños de la Aduaneta para conseguir que se deteriorara, se abandonara, y se autorizara su demolición. Y tan deseado por nuestros políticos, que consintieron semejante atropello. Deberíamos sentir vergüenza cada vez que lo vemos, y recordar la ciudad que podríamos tener y no tenemos. No lo permitamos ni una vez más.

Alicantinos: que vuestro recuerdo y vuestra memoria no sea como las promesas de este ayuntamiento, y que sea como las piedras de la aduaneta: QUE NO SE LO LLEVE EL VIENTO.


Fuentes:
Extractos de noticias publicadas en el Diario Información entre 1972 y 1999
Alicante: Ciudad y Arquitectura. Màrius Bevià y Santiago Varela.

Puedes consultar nuestro Mapa de Panoramio para conocer dónde estuvo el edificio de la Aduaneta.

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