

El vecindario levantó, en aquel lugar, un eremitorio a la imagen descrita que denominó de Nuestra Señora de Los Ángeles. De aquí tomaría su nombre la entonces partida rural, en la que se había producido el singular hallazgo. En 1440, el referido eremitorio pasó a convento de la comunidad franciscana, hasta que, en 1515, se trasladaron a un convento, cercano a la ciudad, donde más tarde se levantaría la iglesia y el cuartel de San Francisco, y posteriormente la iglesia de Nuestra Señora de Gracia.
La devoción a la Virgen de los Ángeles atraía al paraje a numerosas personas. «El día dos de agosto celebrábase en este templo una solemne función religiosa en honor de nuestra señora, ganándose el jubileo por especial privilegio del Papa Urbano VIII». Aquella Virgen fue aclamada «como patrona de los alicantinos», y desde entonces, en el pendón real del Ayuntamiento aparecía la imagen sostenida por un grupo de ángeles bordado en seda de oro.

Tras el suceso, se decidió aplazar la Rogativa hasta la semana siguiente. El 25 de marzo de 1489, tal multitud se congregó en la ermita de Los Ángeles que la misa debió celebrarse al exterior en un pulpito bajo la sombra de un gran pino. En el momento de impartir la bendición Fray Benito de Valencia se elevó junto al lienzo del que se extendieron en el cielo tres imágenes de la Santa Faz, momento en que una fina lluvia ponía fin a la sequía.
En 1851, el obispo de Orihuela, don Felipe Herrero Valverde, hiz

Leyendas y milagros de la época que hoy día forman parte de las tradiciones y la cultura alicantina.
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